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jueves, 16 de agosto de 2018

AL DELITO POR LA OBSESIÓN

Siempre he considerado que el monopolio moral que se arroga la Iglesia Católica se basaba en presupuestos más que dudosos: las Sagradas Escrituras son documentos provenientes de hace miles de años y de una sociedad o sociedades muy distintas de las nuestras, pero, además, la interpretación que se ha hecho de los supuestos mandatos divinos desde hace dos milenios ha tenido menos que ver con la ética que con la autoridad de la jerarquía, la reacción ante diversos fenómenos y la voluntad de mantener una autoridad omnímoda e indiscutible en las sociedades civiles en las que podía hacerlo.
Esta Iglesia no es la única en predicar unas normas sexuales de casi imposible cumplimiento, pero se ha distinguido siempre por una fijación obsesiva con el sexto mandamiento, retorcido hasta los límites de la razón en un ejercicio que tiene más que ver con una cierta patología anti-sexual que con la inexistente “ley natural” que se pretexta para prohibir toda actividad sexual no reproductiva y mantener a los fieles en constante estado de pecado con necesidad de confesarse, ser perdonados y autodespreciarse por su debilidad, lo que los hace más dóciles y maleables, si no se rebelan.
Que los mismos clérigos que tanto reprimen hayan caído en inconfesables y graves abusos a personas indefensas como niños y adolescentes, sólo es noticia porque ahora se sabe lo que durante siglos se ha hecho a escondidas o no tanto, porque en épocas sin derechos nadie se atrevía a protestar y mucho menos a llevar a los tribunales a hombres privilegiados. Pero es sólo la consecuencia lógica de una falsa moral que ensalza la negación de un poderoso instinto como virtud y no lo pone sólo como ideal, sino que obliga a su represión desde el primer momento.
Sólo desde el pensamiento mágico y acientífico se puede creer que la virginidad o la castidad son virtudes por sí mismas, que hacen mejores a las personas y que el creador que ha puesto allí la pulsión lo haya hecho para torturar a sus criaturas.
La idea de que el sexo sólo y exclusivamente debe ir orientado a la reproducción y dentro de un matrimonio perfectamente monógamo e indisoluble no tiene, desde luego, nada que ver con “ley natural” alguna y sí mucho con las regulaciones de las que la jerarquía se ha valido para mantener su control social. Pero el reducirlo a semejante caricatura castiga a los propios clérigos que lo propalan a caer constantemente en el “vicio” y no con parejas lógicas, sino con los seres más desvalidos que tienen delante.
El sexo en los animales superiores, y el ser humano tiene muchas más funciones que las reproductivas y es un medio indispensable para el amor y la compañía, al negarlo, reprimirlo y culpabilizarlo se convierte algo bello en delito y, al no poder renunciar a él, se pasa fácilmente de casto a violador.
La Iglesia debe pasar por muchas revoluciones si quiere subsistir en el próximo milenio y la sexual puede que sea la más importante.

jueves, 1 de octubre de 2015

MÁS DE LO MISMO... PERO IGNÓRALO

En la reciente visita papal a los Estados Unidos Francisco Bergoglio ha hecho alarde de sus dotes diplomáticas al evitar hablar directamente de los temas más polémicos: matrimonio igualitario, aborto, divorcio, etc. Le honra bastante el haber incidido en temas muy del disgusto del establishment norteamericano, como inmigración, racismo, desigualdad económica y cambio climático, pero estos son puntos en los que la jerarquía católica (no siempre la estadounidense) está de acuerdo hace mucho y que no tocan problemas de doctrina o del supuesto monopolio moral que la Iglesia Católica se arroga, especialmente donde es mayoritaria o puede influir suficientemente.
Todo se desmonta, sin embargo, con la entrevista privada que tuvo el Papa de Roma con Kim Davis, protestante fundamentalista, de las que piensan que los católicos no son ni siquiera cristianos, pero rabiosamente opuesta al matrimonio igualitario, lo que la lleva a violar la ley de forma tan militante como ridícula, puesto que dar una licencia de matrimonio no supone falta alguna se mire por donde se mire, pero negarla es un acto ilegal y gratuito, cuyo único objetivo es hace campaña anti-gay.
El hecho de que Francisco haya hablado con ella y la haya alabado su “valentía”, es signo claro de que las formas externas de la jerarquía católica pueden haber mejorado, pero el mensaje de fondo sigue siendo el mismo: una condena sin paliativos de cualquier clase de diversidad, la no aceptación de la evolución social, de la ciencia y de la simple humanidad, en pro del mantenimiento de unos principios morales abstractos, basados en ideas medievales y en la negación de la realidad, especialmente cuando esta choca con la visión de la sociedad y de la familia ideales acuñada para apoyar una moral determinada.
No hay que sorprenderse de que la Iglesia Católica repita lo que siempre ha dicho, pero, si no se es un fanático, tampoco hay que darle demasiada importancia. No es cierto que la moral deba ser la católica, porque hay muchas formas de comportarse éticamente, sin necesidad de recurrir a dogmas y autorizaciones eclesiásticas: los dogmas son base para creyentes, pero la ética puede fundamentarse en la razón y no es obligatorio que sea teísta, es decir, basada en las escrituras supuestamente dictadas por una divinidad o, más dudoso aún, en la interpretación que de estos oscuros textos hacen sus sacerdotes.
Hacer el bien y amar al prójimo, ni son inventos cristianos, ni necesitan de la apoyatura de religión alguna, más bien al contrario, en nombre de bastantes creencias se persigue, se mata, se tortura o simplemente se hostiga a los que no comulgan con ellas. Respetar a los que creen ciertas cosas no significa respetar sus creencias, que pueden y deben ser objeto de crítica desde la razón y por lo que suponen de desprecio de los derechos de los demás.
Francisco es más simpático, pero no va a volver a su iglesia del revés. Sus palabras solo son importantes en tanto en cuanto afecten a la conducta de políticos y sociedades que crean en ellas, por eso es un progreso que sea diplomático y que no propugne tanto el odio, pero no hay que exagerar en cuanto a sus supuestos beneficios.

jueves, 6 de agosto de 2015

HUMANIDAD

“Con la Iglesia hemos topado” es la famosa frase de Cervantes por boca de Don Quijote, y se repite cada vez que alguien se encuentra con algún obstáculo levantado por la institución contra lo que le disgusta como tal o lo que enfada a sus jerarcas.
Viene esto a cuento del joven transexual gaditano a quien se impide ser padrino de bautizo de su sobrino por ser, en boca del obispo local, algo así como casi no humano, además de “estar impedido para las leyes del amor”, por definición del obseso obispo de Alcalá.
Todos sabemos que el bautizo es hoy día sobre todo una ocasión festiva tradicional, que ser padrino del mismo apenas tiene obligaciones, y que el joven en cuestión las tiene de todos modos por ser tío carnal del bebé….Es decir, que no importaría mucho, además de pasar desapercibido, que el padrino nació con el sexo biológico equivocado.
¡Pero qué magnífica ocasión para entrar al trapo y recordar a todos que la institución cree absolutamente en la “ideología de género” inventada por ella misma! Biología, ciencia y evolución social son cosas que se pueden ignorar cuando se ha erigido un castillo dogmático basado más en prejuicios medievales y machistas que en escrituras supuestamente divinas, puesto que en éstas no se preveían cosas como la transexualidad.
Una prueba más de que, a pesar del amor que se pretexta, el sufrimiento individual no es importante cuando se trata de defender altos principios, aunque éstos sean crueles y absolutamente inhumanos.

miércoles, 4 de marzo de 2015

PISOS Y CURRÍCULOS

Como dije en mi post anterior, la jerarquía eclesiástica española parece vivir en un mundo irreal en el que lo que importa son los privilegios por encima de cualquier otra cosa. Resulta chocante que cuando se anuncia que apenas hay sacerdotes y que la edad media de los mismos es tan elevada que se corre peligro de colapso, el Cardenal Rouco se esté reformando un piso de gran superficie con alto coste para pasar su dorado retiro.
No soy de los que cree que los altos cargos deban vivir espartanamente, esto es una simpleza igualitarista y poco realista, pero hay límites para todo y creo que los fondos para tanto lujo no son propios del cardenal, lo que excusaría bastante, sino de una institución siempre quejosa de lo poco que se le da a costa de todos, creyentes, no creyentes y otros.
Este cardenal es perfecto representante de una jerarquía que nunca aceptó verdaderamente el Vaticano II y que volvió a encontrarse bastante cómoda con Juan Pablo II y Benedicto XVI, para encontrarse nuevamente incómoda ahora, pero sin ninguna conciencia ni social ni de la época. Con menos fieles cada día, sin prestigio intelectual o moral, sin personal y sin planes, su actividad se limita a intentar una nueva e inmoral reamortización, a presionar a sus sirvientes políticos para que impongan un currículo religioso ridículo en un intento desfasado de proselitismo y a tratar obsesivamente de los únicos puntos “morales” que le interesan: aborto, homosexualidad, etc.
No es de extrañar que a una iglesia semejante, encerrada en sí misma, la sociedad le dé la espalda, cuando no la señale con el dedo como un mal ejemplo a no seguir. Tal vez no se pueda ser feliz, como se dice en su tonto currículo, sin alguna clase de dios, pero desde luego se puede ser muy feliz lejos de la iglesia.

domingo, 1 de marzo de 2015

RELIGIÓN Y EDUCACIÓN

Para prueba del mundo irreal en el que vive la Iglesia Católica Española basta su disgusto con el tratamiento dado a la clase de religión en las leyes educativas. Resulta que para la jerarquía episcopal el gobierno trata mal, pero que muy mal la "educación" religiosa en currículos y programas(¡?), pero dado que el actual partido gobernante es el más propenso a obedecer a la jerarquía y el más inclinado a someterse a sus dictados, resulta bastante chusco que se proteste una reglamentación que va a durar lo mismo que la ley Wert, es decir bastante poco o que, en el caso de que el PP vuelva a gobernar con alianzas indefinidas y la antedicha ley se mantenga mal que bien, se piense que tendrá apoyos para reformar la ley en el sentido integrista que demandan los mitrados.

En una sociedad cada vez más alejada de creencias y obediencias, con un clero decrépito y niveles de credibilidad y confianza bajo mínimos, estas pretensiones son absurdas, pero muestran la considerable ceguera que aqueja a una organización y una jerarquía que han vivido mayoritariamente de espaldas cuando no en contra de la mayoría social. Las afirmaciones que se hacen en el currículo publicado en el BOE y su redacción misma son prueba fehaciente de prepotencia, orgullo y falta de realismo, con una voluntaria confusión entre religión y educación, como si ésta fuera imposible sin aquella, y entre moral católica y ética, como si la segunda fuera dependiente de la primera.

Después de muchos siglos de comportarse como ahora lo hacen los islamistas más bárbaros y desaforados, y tras la debacle que supuso la lenta separación de iglesia y estado a lo largo de los últimos 200 años, el Vaticano y otras organizaciones afines quieren aparecer como lo que no han sido, es decir, tolerantes, dedicados a la caridad y origen de la democracia y los derechos humanos. El marketing en este sentido es intenso, repetitivo y a veces inteligente, pero mentiroso y deformador de la historia, sin que quepan demasiados subjetivismos. Las iglesias nunca condenaron la esclavitud, la pena de muerte o la guerra hasta el siglo XIX y las siguieron excusando hasta más tarde, persiguieron a herejes, no creyentes y minorías varias con ferocidad, mantuvieron a la mujer como ser inferior y destruyeron incontables obras de arte por "idolátricas", igual que los salvajes que aparecen en el vídeo de Mosul. Es una suerte relativa que el vídeo sea una invención moderna, pero hay abundantes pruebas de la barbarie sin necesidad de imágenes.

Claro que siempre hubo cristianos más humanos y comprensivos y que las barbaridades no son exclusivas de las iglesias, pero esto no es una excusa y no explica nada. La sociedad civil puede entenderse perfectamente sin religión, la educación ética y científica no tiene nada que ver con ella y los intentos de imponer currículos confesionales directa o indirectamente a toda la población deben denunciarse como intromisiones injustificadas, cuando no como claros atropellos. Claro que, según los obispos España es un estado confesional, pero no laico, extraña diferencia que se traduce como: La Iglesia Católica tiene privilegios adquiridos y las demás deben ser solamente toleradas.... igual que los no creyentes, a los que hay que ignorar y silenciar en lo posible

La instrucción religiosa no tiene lugar alguno en la escuela; ya es bastante grave que haya padres que fuercen dogmas en las mentes infantiles sin reparar en las consecuencias.

viernes, 21 de noviembre de 2014

LEVANTANDO LA ALFOMBRA

Todo el mundo sabe que una mala costumbre de las personas que limpian mal es empujar polvo y pelusa debajo de la alfombra para que no se vean, aunque la limpieza sea así más aparente que real, pero todo se descubre cuando alguien levanta un día una esquina y ve lo sucio que está todo debajo. Hay muchas alfombras que se levantan estos días en España, pero siempre me sorprendió que el gran tapiz eclesiástico permaneciera más o menos fijo y sin que nadie se atreviera a levantarlo hasta el estallido del escándalo pederástico de Granada.

Me sorprendía porque yo sabía de muchos casos que me habían contado víctimas de mi generación y era bastante raro que España fuera una excepción, con todo lo que se había documentado en Irlanda, Estados Unidos, Escocia, etc. Podemos alegrarnos de que ya no lo sea, no porque creamos que también debe haber víctimas aquí, sino porque por fin se ha roto la conspiración de silencio que protegía un modo de ser, de actuar y de ignorar muy típico de países católicos y sociedades mediterráneas, proclives a mirar más a la apariencia que a la realidad y a avergonzar a las víctimas en vez de a los verdugos.

Que un grupo de curas forme una especie de secta de abusadores es ya bastante grave, que el mismo grupo esté formado por fundamentalistas y reaccionarios muestra hasta qué punto la Iglesia Católica ha perdido el norte moral, o más bien la tradicional confusión clerical entre sentirse poseedor de la verdad absoluta, detentar privilegios indebidos y creerse por encima de la moral que se impone a los demás.

Hay que agradecer al Papa Francisco que practique lo que predica, que haya pedido perdón a la víctima y que haya obligado al reticente arzobispo de Granada a tomar medidas más serias de lo que pretendía. El resultado no va a ser bueno para una iglesia como la española, en una situación mucho más crítica de lo que quiere ver, muy desprestigiada, con decreciente influencia social y con mal pronóstico a medio plazo.

Es animador que las víctimas se atrevan a denunciar y triste que no haya sucedido antes, pero los individuos de mi generación, muy traumatizados por educación, política y familia, no estaban seguramente en condiciones de enfrentarse a un tigre ahora de papel, pero antes todavía con dientes. Lo siento por ellos, porque nunca se olvida lo que no se supera y muchos seguirán sufriendo secretamente lo que nunca se atrevieron a declarar, incluso ante sí mismos. Tal vez algunos se sientan reivindicados por persona interpuesta.

martes, 14 de octubre de 2014

RECTIFICACIÓN

Tengo que recoger velas, al menos parcialmente, porque el Ministerio de Justicia respondió a mi queja sobre el Certificado de Matrimonio, con explicaciones coherentes. Parece ser que el Certificado PLURILINGÜE está hecho de acuerdo a un modelo europeo pactado en tratados y que no puede ser reformado unilateralmente. La solución es pedir un Certificado Literal en español, hacerlo traducir y presentarlo así-

Mi crítica no va dirigida esta vez sólo contra el Ministerio español de Justicia, que hasta se ha dignado responder a una pregunta, sino a las autoridades de todos los estados europeos que tienen en sus leyes el matrimonio igualitario y que se han movido poco o nada para hacer aceptar otros modelos.

El resultado es más gasto: no sólo hay que pedir un nuevo Certificado, sino que hay que hacerlo legalizar, ponerle la Apostilla de la Haya, etc.... Molestias que una pareja de chico y chica no tiene que sufrir.

domingo, 23 de febrero de 2014

IGNORANCIA NATURAL

Es posible que tanto el cardenal Sebastián como la concejala del PP de algún sitio, como los muchos tertulianos de las emisoras de derecha o de ultraderecha que aún repiten ideas trilladas y descartadas, como que la homosexualidad es "defecto", "enfermedad", "susceptible de tratamiento", etc., sean a veces sinceros y se lo crean al menos en parte. Por supuesto que también les gusta creérselo porque eso va de acuerdo con sus ideas político-religiosas y es más frecuente adaptar principios morales a los prejuicios propios que tender a eliminar prejuicios por influencias éticas, pero hay que darles el beneficio de la duda y pensar que son sinceros; ignorantes, pero sinceros.

Ninguno de ellos es un científico serio, eso desde luego. Ni siquiera los curanderos con títulos de psicología o psiquiatría que se anuncian como curadores. Estos son más bien aprovechados que quieren hacer dinero a costa de fanáticos, o fanáticos con deseo de dominio y condicionamiento de víctimas, porque ningún científico serio tiene hoy día la primitiva idea de "naturaleza" que suele aducirse cuando se habla de la "anormalidad".

Todavía hace unos 100 años podía parecer racional que, si había básicamente dos sexos biológicos, se sintieran forzosamente atraídos con el fin de reproducir la especie y que, todo lo que no fuera así debía tomarse como desvío, carencia, vicio o maldad, porque se consideraba que la naturaleza era una máquina perfecta o tendente a la perfección, cuando no creada directamente por un dios que había hecho las cosas exactamente como debían ser.

Sin embargo, no hay que llegar a la física cuántica para darse cuenta de que lo que parece evidente no siempre lo es. Cualquier observador mediano se da cuenta de que en el mundo visible hay tantas excepciones que en realidad hay que aceptar su existencia como "normal". Muchas culturas antiguas precientíficas aceptaban la diferencia y la justificaban con leyendas o como parte de la costumbre, mientras que el progreso de la investigación moderna ha demostrado que la supuesta racionalidad y tendencia a objetivos claros de la naturaleza en general solo está en la cabeza de los que intentan forzarla dentro de sus parámetros ideológicos.

Tomar la mayoría por norma obligatoria ha sido enfermedad común en la vida social. Me acuerdo muy bien de cuando se castigaba o incluso se ataba a los niños zurdos para obligarlos a usar la mano derecha, porque usar la izquierda era "vicio", mala costumbre, mala educación y otras justificaciones que ocultaban los prejuicios prehistóricos unidos a la preferencia manual.

La religión, como refuerzo normativo que es de lo ya aceptado en una sociedad, suele sumarse en las condenas con una agravante: una vez esclerotizada en dogma tiende a quedarse desfasada de la sociedad que le dio origen y a convertirse en un obstáculo, pero muchos de sus miembros y jerarcas repetirán hasta morir los principios que aprendieron y que han sido condicionados para tener como evidentes, aunque la evidencia científica vaya ya por otra parte. Galileo es un ejemplo, pero la homosexualidad es otro: según el cardenal Sebastián debe ser tratada como su hipertensión, pero esto no es más que la falsa analogía acientífica de alguien que tiene que mantener un principio moral abstracto y, como tantas otras veces, ni siquiera debe considerarse como una opinión ética respetable porque no viene de reflexión racional respaldada por investigación, sino del prejuicio dogmático puro y simple. En el caso de la joven concejala que espera "que algún día se encuentre la cura" solo proviene de la ignorancia.

martes, 22 de octubre de 2013

MEZQUINAS CRUELDADES

No sé si la Iglesia Católica cambiará alguna vez, pero de momento no es el caso, a pesar de las palabras menos agresivas que vienen de Roma. Basta seguir un poco las reacciones de prelados y jerarcas varios para darse cuenta de que todo sigue igual, es decir, la idea de que se posee una superioridad moral que de alguna manera les empuja a imponer a todos, creyentes o no, sus particulares normas, a menudo bien alejadas de  una ética racional y humanista y productoras de enorme sufrimiento.

En un colegio concertado de Málaga se obliga a una niña transexual a ser "niño" contra su voluntad, con los correspondientes problemas y traumas. Hay que preguntarse el porqué sus padres se empeñan en llevarla a un colegio de esta clase, pero la mezquindad de los administradores del centro supone abuso infantil.

La jerarquía católica de Chile presiona al gobierno de ese país para que NO firme la convención iberoamericana de derechos humanos, puesto que entre ellos se cuenta el de no ser discriminado por orientación sexual. Una prueba más de que los derechos humanos se posponen a un dogmatismo particular que no ve mal discriminar y perseguir "sodomitas".

La asociación "Hazte Oír", de clara adscripción católico-integrista-fascista, recoge firmas para que se impida a los adolescentes procurarse preservativos. El pretexto es que "se hurta a los padres la autoridad y la educación de sus hijos", es decir, que es mejor que los jóvenes que no sigan las rígidas normas morales de estos fanáticos se contagien, enfermen y contagien a otros.... ¡Así aprenderán!

Sorprende la innegable maldad de estas iniciativas tan "morales", así como la extraordinaria mezquindad y el odio que destilan.

miércoles, 12 de junio de 2013

REIG RACA RACA

¡Vaya! ¡Resulta que el buen papa Francisco no puede mejorar su iglesia porque se ha dado de bruces con una mafia gay en el Vaticano!... Esta estúpida noticia, aireada hasta el vómito, no significa lo que parece significar, puesto que la orientación sexual de cardenales y jerarcas es lo de menos. Lo que estas palabras quieren decir es que un grupo de malvados y ambiciosos, sinónimo de gays, corrompe las altas instancias apostólicas. ¿Que puede esperarse de personas que niegan la "ley natural"?

Al rescate viene el inefable obispo de Alcalá con la publicación de un resumen de la mal llamada "doctrina" eclesiástica sobre el tema. En posts anteriores he hecho referencia a la falta de rigor científico  y a las peligrosas conclusiones de todo este galimatías que pretende pasar por "visión integral de la sexualidad", cuando no es más que una colección de tópicos apoyados en un dogma medieval. El Sr. Reig, cuya obsesión antihomosexual da que pensar, está convencido de que todo es una maquinación... del "lobby gay" naturalmente, infiltrado desde el Vaticano a China y manipulando los hilos de la sociedad. Estos malvados han inventado la "ideología de género" y su insidiosa propaganda corrompe las almas juveniles que, confusas, se lanzan a la prostitución y se hacen homosexuales, se casan entre ellos, impidiendo así que los héteros se tomen el matrimonio en serio, predican el divorcio y dejan a los niños sin padre y madre.

Pero los hombres de la categoría intelectual del Sr. Reig saben que, pese a lo que digan médicos, biólogos y psiquiatras, la homosexualidad es una enfermedad mental perfectamente curable con "terapias reparativas" que pueden incluir desde descargas eléctricas a encierros prolongados, aparte de dejar a la persona tarada.... pero quien algo quiere algo le cuesta.

Además, en España no se está discutiendo este problema... muy al revés que en Francia, país en el que la discusión alcanza grandes alturas, aunque algunos exaltados entiendan por discutir el dar mamporros, amenazar con sangre y desobedecer la ley.

Ante el abandono de muchos y la indiferencia de la mayoría, parece ser que obispos y congéneres han decidido poner a los gays como verdaderos chivos expiatorios de algo que se les va de las manos, aunque las personas LGTB no tengan relación alguna con la falta de convicciones religiosas que, por otra parte, por si no lo sabe el obispo Reig, pueden ser un síntoma de enfermedad mental, puesto que creer en una serie de principios extraños, seres invisibles e improbables paraísos, pretender imponer el absurdo a los demás y arrogarse autoridad por ello, reúne paranoia, esquizofrenia, síndrome bipolar y otras irregularidades que seguramente se curarían con la terapia adecuada.

domingo, 2 de junio de 2013

EL VALOR DEL SR. WERT

¿Sabían Uds. que WERT significa "valor" en alemán?... Es interesante subrayarlo en el doble sentido que la palabra tiene en castellano: valía y valentía, porque en ambos brilla poco el actual ministro de educación español, empeñado en hacer retroceder la enseñanza a épocas pretéritas, por obediencia a sus amos eclesiásticos. El único valor del Sr. Wert es que, por fin, ha puesto en primer plano algo que por ignorancia, desidia y abandono ha sido olvidado durante demasiado tiempo: la Iglesia Católica sigue teniendo privilegios incompatibles con la constitución en lo que equivale de hecho a una confesionalidad vergonzante.

La Iglesia C. Española no se ha distinguido nunca por su brillantez intelectual. Como he dicho en algún post anterior, no le ha hecho ninguna falta, protegida siempre como parte de la administración pública. Sin grandes capacidades de análisis, su jerarquía tampoco tiene un alto sentido de la realidad, de la oportunidad y de la acción política, de modo que no es de extrañar que actúe como un elefante en una tienda de porcelana y ataque indiscriminadamente sin mirar las consecuencias, en este caso poniendo al Sr. Wert y otros miembros de este gobierno de meapilas como arietes. Tal vez con la falsa creencia de que como la gente está muy preocupada con la crisis y los recortes no se van a dar cuenta de que los quieren someter de nuevo a los dogmas de la única y verdadera fe.

Los obispos y el Sr. Wert se equivocan de medio a medio, porque una "victoria" como la que se anuncia es más bien pírrica y su único efecto auténtico ha sido el de levantar la liebre: a partir de ahora no puede haber ningún partido o tendencia del centro a la izquierda que no se ponga como objetivo no solo eliminar la religión de la escuela pública, sino denunciar los anticonstitucionales tratados entre España y el Vaticano y poner a la Iglesia C. en el lugar que le corresponde, que no es desde luego el que ahora ocupa.

Es bastante dudoso, por no decir fantástico, que una asignatura sin valor, aunque sea evaluable, permita recuperar creyentes a una creencia tan desgastada, mal dirigida y poco atractiva, mientras que no es de dudar que su imposición forzada cause disgusto y rechazo en una mayoría de la población bastante harta de oficialismos y abusos varios. PP y jerarquía se equivocan: apoyándose mutuamente no se refuerzan, se debilitan... y es aquí donde reside el valor del Sr. Wert.

jueves, 11 de abril de 2013

MALVADOS, CRETINOS Y CON MITRA


El obispo de Alcalá está obsesionado negativamente con la homosexualidad, igual que otros prelados católicos, pero al contrario de los que se limitan a condenar, demonizar e inventar maldades, el Sr. Reig profiere estupideces más grandes que catedrales con sus extrañas afirmaciones de niños "que se prostituyen para probar su orientación sexual" o majaderías semejantes, de las que hace culpables a oscuras instancias que pueden sospecharse afines al poderoso, secreto y maléfico "lobby homosexual", organización semejante a la "Spectra" de las películas de James Bond por su enorme maldad y su categoría puramente imaginaria.


El Sr. Reig disfrazará su innegable homofobia con palabras edulcoradas, igual que hacen los prelados de su secta en otros momentos y países, pero nunca querrá reconocer que su actitud es básicamente violenta, que equivale al racismo genocida que su iglesia practicó contra judíos y herejes y que anima o disculpa las agresiones que sufren muchas personas en España, en Francia y en muchos otros lugares. El rostro de Wilfred de Bruijn, agredido hace pocos días en París, es el espejo en el que puede mirarse este antipático personaje a modo de retrato de Dorian Grey, porque aunque él no haya sido el que propinó los golpes también es responsable del tipo de odio que los originó.

lunes, 25 de febrero de 2013

EL ALGUACIL ALGUACILADO

La rápida y forzada dimisión del cardenal Keith O'Brian, primado católico de Escocia, es una nueva vergüenza para una institución cuyos escándalos se parecen bastante a los de los políticos que nos rodean; otra indicación más de que estamos en un cambio de era de grandes proporciones y deriva desconocida. Si la Iglesia estaba ya mal adaptada al siglo XX, parece que en el XXI sus dificultades no hacen más que aumentar, sobre todo porque cada vez resulta más difícil ocultar la hipocresía, la falsedad, los privilegios y la miseria moral de una jerarquía que predica una cosa y practica otra, bien sea moral sexual, honradez económica o simple decencia.

El Cardenal O'Brien se ha distinguido por sus ataques feroces y sin tregua contra la homosexualidad y los proyectos actualmente en curso en el Reino Unido para establecer la igualdad matrimonial para todos. No es momento de sacar a relucir todas sus afirmaciones, bien guardadas en las hemerotecas para el futuro, pero es interesante que, una vez más, uno de los personajes más homófobos resulte ser un homosexual secreto, aunque evidentemente no tan reprimido.

Puede que se trate solo de acusaciones, pero esto no resulta muy creíble cuando los acusadores son también sacerdotes católicos y el prelado se ha apresurado a dimitir y desaparecer en huida vergonzante, aunque haya negado todo... ¡faltaría más!

¿Cómo creer en estos señores y en lo que predican?

lunes, 11 de febrero de 2013

NO ESPEREN GRAN COSA

La abdicación del Papa Benedicto XVI es una sorpresa, porque ningún papa lo ha hecho desde el siglo XV, pero solo relativa porque él ya había dado alguna indicación en este sentido. Lo que tampoco cabe esperar son grandes cambios en la Iglesia Católica. En cuanto se ha difundido la noticia hay muchos que se han puesto a conjeturar qué puede pasar y si la iglesia cambiará su actitud respecto a muchos temas de costumbres, incluyendo su permanente condena de las personas LGTB y su alineación con los más reaccionarios en todas las batallas por la igualdad de derechos. Basta haber estudiado un poco la historia de esta poderosa organización para darse cuenta de que un cambio radical es imposible y que ni siquiera es probable una pequeña reorientación, al menos a corto plazo.

Se suele pintar al Papa actual como particularmente homófobo, pero creo que no lo es más que los anteriores, puesto que no ha hecho más que mantener la enseñanza tradicional mil veces repetida. La lucha por la igualdad de derechos de homosexuales y demás nunca antes había alcanzado las cotas que ahora alcanza, de modo que los pontífices apenas tuvieron que pronunciarse sobre ello, puesto que las autoridades civiles negaban ya toda igualdad. La mayor aceptación social y los cambios legislativos que han ido con ella es lo que ha obligado a todos los jerarcas, papa incluido, a lanzar sus condenas, inevitables, puesto que les obliga una larga tradición y les presiona aún más la considerable decadencia de la institución y el deseo de mantener una influencia social cada día menos evidente. 

En la situación de crisis que vive el cristianismo en general y el católico en particular, se puede optar por un aggiornamento como el que proponía Juan XXIII, cuyo resultado natural hubiera sido una profunda revisión de doctrinas, dogmas y normas de disciplina y organización para adaptarlos al cambio social y los descubrimientos científicos, o por un enrrocamiento en posturas ultramontanas. La primera postura tenía como peligro la disolución de la iglesia en la sociedad, como ha pasado de hecho con muchas denominaciones protestantes moderadas, que conservan hoy núcleos muy reducidos de fieles practicantes. La segunda tendencia es la que ha ido adoptando progresivamente la Iglesia Católica, aún a sabiendas de que pierde seguidores en gran número: parece ser que prefiere quedarse con menos fieles pero más fanáticos.

Basta un somero examen del clero actual y de los jerarcas para darse cuenta de que la gran mayoría no se aparta un ápice del camino trazado, de modo que poco cabe esperar, aparte de algo más de diplomacia, palabras más sibilinas o estrategias más laberínticas y desviadas... y aún esto es dudoso.

Más aún, aunque la Iglesia Romana cambiara mucho su actitud, la nuestra no debe cambiar: tenemos que seguir exigiendo que la religión, cualquier religión, sea completamente separada del estado y que la iglesia no pueda ejercer una autoridad y tutela indebidas de la sociedad civil. Si esto se consigue, lo que pueda hacer o decir un papa futuro solo importará a los que creen en él.

jueves, 7 de febrero de 2013

¿DESHIELO?

Tomen un mapa de Europa y coloreen de rojo los países en donde el derecho al matrimonio incluye a las parejas del mismo sexo o donde está a punto de incluirlas: Islandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo España, Portugal, Reino Unido y Francia. Coloreen luego de rosa los estados en los que hay uniones civiles o similares: Alemania, Austria, Chequia, Eslovenia, Hungría, Finlandia, Irlanda... Vayan a América y pongan rojo sobre Canadá, Argentina y los estados de Massachusetts, Maine, Vermont, New Hampshire, New York, Connecticut, Maryland, Iowa, Washington D.C., y Washington State, a los que pronto se sumarán Rhode Island, Delaware, Illinois y posiblemente California... De rosa hay muchos más en los Estados Unidos. En México se reconoce en el Distrito Federal, pero todos los demás estados mexicanos deben reconocer los matrimonios allí celebrados; en el enorme Brasil una serie de sentencias judiciales están legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo y en Uruguay se votará pronto una ley en el mismo sentido, en Sudáfrica es legal... y así podríamos seguir.

Hay todavía muchos territorios en que esto no es posible y donde las personas LGTB son perseguidas y asesinadas, pero la evolución de las leyes muestra que en la progresiva conquista de derechos civiles en occidente las variantes sexuales y de género no pueden ser ignoradas, discriminadas o criminalizadas en base a viejos prejuicios religiosos y machistas.

Las creencias más irracionales y conservadoras se han opuesto y se siguen oponiendo a este movimiento, igual que se oponen a los derechos de las mujeres, a la ciencia y hasta a la democracia, en nombre de un dios del terror al que presumen representar y de sus viejas escrituras también presuntamente divinas, pero hasta ellas se dan cuenta de que en occidente al menos es una batalla perdida y que pueden retrasar, pero no impedir. El Vaticano es de las instancias que más se ha opuesto a cualquier reconocimiento, incluyendo la cesación de la persecución o discriminación, como demostró cuando en la ONU se presentó en 2010 una recomendación para que todos los estados miembros dejaran de perseguir a los homosexuales como delincuentes: el representante del Papa se negó a avalar la propuesta.

En el coloreado mapa de Europa Italia aparece como un gran bloque vacío: el único gran estado de Europa occidental en el que no hay ningún reconocimiento de parejas del mismo sexo. No es una coincidencia que el Vaticano se encuentre allí y que sea muy influyente en la disfuncional política italiana, pero la sociedad también cambia en la bota y ante la evidencia del derrumbe parece que la diplomacia del microestado macroinfluyente teocrático se orienta hacia posturas algo más conciliadoras. El Cardenal Vincenzo Paglia acaba de declarar para asombro de ingenuos "que los derechos de los homosexuales deben ser respetados y que se pueden buscar fórmulas jurídicas para garantizar herencias, derechos de visita, etc..." siempre, claro está, que se convenga que el matrimonio solo puede ser entre un hombre y una mujer... de acuerdo a las normas de la Santa Madre Iglesia. Es decir, que a partir de ahora no se opondrán, o se opondrán menos, a que se reconozcan derechos con el nombre de uniones de hecho, uniones civiles, etc, allí donde es inevitable, con la intención de poner barreras para que no se llamen matrimonio y no se llegue a ninguna igualdad real.

¿Por qué digo para asombro de ingenuos? Porque se trata evidentemente de una táctica dilatoria más que la hábil diplomacia vaticana puede usar donde le interese, para seguir aplicando la máxima rigidez en donde sea posible. Muestra un cierto deshielo válido para Italia, en la que las nuevas elecciones parecen indicar una subida de la izquierda después de muchos años de gobiernos increíbles, mezcla de beatería, corrupción e ineficacia, pero no aplicable a África y otros lugares en los que seguir manteniendo contra viento y marea que las personas LGTB son solo pecadores que se niegan a "curarse" de su enfermedad, porque en realidad nadie nace así... que lo dice la Biblia.

viernes, 21 de septiembre de 2012

TORMENTAS FRANCESAS


Francia es un país con más contradicciones de lo que se ve desde afuera, especialmente desde España, mal acostumbrada a autodevaluarse siempre. Resulta contradictorio como un país muy laico, uno de los primeros que se atrevió a separar realmente la iglesia del estado a principios del siglo XX (lo que pasó en la Revolución de 1789 no cuenta porque fue revertido después), se enfangue en discusiones bastante extrañas sobre la conveniencia o no de la igualdad del matrimonio para personas del mismo sexo, con una ley propuesta que ni siquiera incluye la posibilidad de acceso a la reproducción asistida para parejas del mismo sexo. Resulta igualmente contradictorio que la jerarquía católica francesa, bastante discreta casi siempre, se haya lanzado a la batalla con armas y bagajes y que esto parezca tener eco en una sociedad muy alejada en la práctica de cualquier religión. Pero hay que decir que en este aspecto, como en otros, hace mucho que Francia no está en la avanzadilla del progreso, sino que más bien se deja llevar por otros con bastante desgana.


La sociedad francesa es mucho más conservadora de lo que algunos ingenuos suponen al tomar la literatura de adulterio o el teatro de boulevard como verdades sociológicas o al creer en el París de las películas. La Francia profunda, la "vieille France", es  bastante más grande de lo que parece y es un país tradicionalista, impregnado de catolicismo aunque este no se practique, en seria crisis de identidad y con mucho miedo a cantidad de cosas: minorías inmigrantes de los suburbios, globalización, gitanos, cesión de soberanía a Europa, etc., pero al mismo tiempo carece de soluciones alternativas, Estados Unidos, Alemania o Suecia son modelos envidiados a veces, en algunos casos también temidos, pero nunca seguidos de verdad. La mayoría de los franceses es consciente de que su país ya no es una gran potencia y de que no puede volver a serlo, pero de momento parecen querer refugiarse en el recuerdo del pasado y no en mirar al futuro o en la simple reacción.

La posición de la jerarquía eclesiástica es en cambio perfectamente comprensible: su lucha en Francia en solo un capítulo más de su radical animadversión a la igualdad de las personas LGTB allí donde se plantea, porque una vez que no puede imponer su fe a todos, quiere seguir imponiendo dogmáticamente costumbres para conservar un cierto poder y una cierta ascendencia sobre poblaciones muy descristianizadas. Los apocalipsis sociales que anuncia son, claro, una exageración, pero su problema es que sabe que no sucederán, que la sociedad se acostumbrará a ver casarse parejas del mismo sexo sin que se hunda el mundo y que esto socava su ya débil situación.

Por cierto que el Cardenal Barbarin, prelado de Lyon, iglesia primada de Francia, ha dicho que el matrimonio igualitario no debería discutirse puesto que no lo ha sido en ninguna "gran democracia europea" como Alemania o Italia. España es ignorada, supongo que por inferior, Gran Bretaña, donde ahora se discute, por hereje y los otros países como Holanda, Bélgica y los escandinavos porque no son grandes... ¡hablemos de nacionalismo!....

viernes, 27 de julio de 2012

ESPAÑA, RELIGIÓN Y HOMOSEXUALIDAD

La imagen estereotípica que existe de España en el exterior sigue bastante unida a los toros, la sangría, las playas y el catolicismo. Si se pregunta a un europeo medio, es decir, no muy bien informado, este responderá que España es un país muy católico, definición que curiosamente complace a la miope caverna española, tanto a la realmente fanática como a la oportunista. En la mente de los nórdicos, sin embargo, tal cosa evoca negras imágenes de la Inquisición, corroboradas por las horribles y modernas de las espantosas celebraciones de Semana Santa con sus encapuchados, sus penitentes arrastrando cadenas y sus llorosas y enjoyadas vírgenes kitsch. Estas cosas tal vez atraigan turistas, pero siguen enfangando y deformando la imagen de un país que en realidad es muy poco religioso.

Se suele entender por religión todo este folclore de dudoso gusto, pero debajo del oropel la realidad es otra, como saben muy bien los que se preocupan de verdad por asuntos espirituales. En primer lugar se suele malinterpretar por religión exclusivamente la católica, con el entusiasta aplauso de la caverna, pero esto solo indica de donde proviene la raíz del mal, puesto que el monopolio secular de esta secta particular, agravado anacrónicamente por los 40 años de nacional-catolicismo-fascismo, ha creado un curioso fenómeno: en España se es católico (religioso genérico) o se pasa directamente a ser agnóstico, ateo o ferozmente antirreligioso, no simplemente anticlerical.

Esta idea ignora (o desprecia) la existencia de minorías evangélicas, islámicas y budistas, porque todas juntas no suman tantos individuos, los islámicos son en su mayoría de origen foráneo (muchos cavernícolas ni siquiera los considerarían españoles) y la presencia pública de los no católicos es insignificante en símbolos, fiestas, juras y cualquier otro aspecto social. La jerarquía eclesiástica supongo que prefiere esta halagüeña apariencia a la realidad, puesto que la frecuentación de la iglesia entre católicos es mínima, por no hablar del seguimiento de su moral sexual (no hay más que ver la tasa de nacimientos o de matrimonios píos) y casi de cualquier otro punto.

La auténtica cruzada que la iglesia católica lleva ahora contra los derechos de homosexuales y mujeres es una indicación más de una actitud que prefiere insistir en la ortodoxia más rancia antes que intentar acercarse mínimamente a los problemas reales. La condena sin paliativos de una condición innata o de la capacidad de decisión de mujeres maduras excluye de hecho a cientos de miles de individuos de unos templos y comunidades en los que son sistemáticamente humillados, insultados o identificados con el mal. No todos estos individuos son agnósticos, ateos o antirreligiosos, muchos incluso aceptan la humillación o se comportan con completa incoherencia defendiendo a sus verdugos, pero la mayoría simplemente se aleja, muchos con el odio que se siente por un torturador.

Es una lástima que la mayoría de los así maltratados esté imposibilitada para comprender que religión no es desde luego sinónimo de catolicismo, porque la educación directa e indirecta recibida así se lo hace creer, pero otras clases de espiritualidad son posibles y no todas ellas inciden en la condena, solo hay que buscarlas, una labor no fácil en un país en el que la iglesia católica ha hecho lo indecible para que la religión se confunda con la práctica de ritos arcaicos y la moral con la obediencia a fórmulas a veces muy alejadas de la ética.

lunes, 11 de junio de 2012

RECONQUISTA Y DIVERGENCIA

Uno de los fenómenos más interesantes de nuestro tiempo, si dejamos aparte la interminable y obscena crisis económica, es lo mucho que se habla otra vez de Iglesia y lo poco que se habla realmente de religión. Cuanto más se cita lo que ha dicho el papa o este o aquel obispo, menos caso se hace de la espiritualidad y sí mucho de las implicaciones políticas de una institución cuyo sentido es cada vez menos claro en el mundo moderno. Puede que la Iglesia Católica quiera "reconquistar" el terreno perdido en España o Irlanda, pero sus deseos chocan con la realidad de que la sociedad entera, empezando por muchos que aún se consideran católicos, diverge cada vez más en costumbres, creencias y prácticas de lo que una jerarquía fosilizada insiste en imponerles.

Al hablar de esto es posible que venga inmediatamente a la mente la moral sexual, obsesión principal de unos obispos que llevan una guerra perdida contra la mujer y sus derechos y contra cualquier clase de desviación de una ortodoxia casi patológica, pero la divergencia social es mucho más básica: la Iglesia Católica aparece cada vez más como una estructura de poder fría, lejana, detentadora de privilegios sin fundamento y perseguidora de muchos de sus propios fieles con considerable mezquindad. También aparece como claramente identificada con una opción política concreta, lo que a la larga no es beneficioso ni para ella ni para el partido en que se apoya, aunque ambos crean que les conviene la alianza.

La afluencia a cultos, procesiones y devociones es engañosa porque muchos de los que acuden a estos ritos lo hacen por costumbre o simple superstición, sin que tales cosas les hagan más obedientes o sumisos, pero los que no acuden los ven cada vez más como algo igualmente mecánico, lejano, supersticioso y finalmente irrelevante y folclórico, cuando no irritante.

El apoyo vaticano a grupos secretistas y fanáticos tampoco es un signo alentador; tal vez sirvan para influir, manipular y hasta arrancar concesiones, pero generan una enorme desconfianza y nula devoción. No es creíble que la mayoría de la sociedad se afilie a estos cenáculos, pero es posible que la mayoría de los católicos que queden acaben captados por una u otra de estas tendencias, lo que contribuirá aún más a su aislamiento.

La Iglesia Católica en algunos países tradicionalmente dominados por ella, como España, se aproxima rápidamente a una seria crisis, sin que su provecta jerarquía parezca darse cuenta: la elevada edad de los sacerdotes, la falta de renovación de los mismos, la indiferencia de la mayoría de la población y la conciencia de que goza de indebidos privilegios económicos y de otra índole anuncian una profunda revisión de su situación que sin duda depende también de los ciclos políticos, pero ya se sabe que hay ciclos para todo y para el cambio político también.