viernes, 25 de marzo de 2011

Progreso y evidencia


La reciente aprobación de la resolución de las Naciones Unidas que recomienda la descriminalización de las relaciones homosexuales es un gran paso adelante, a pesar de que ni sea vinculante ni impida que en muchos estados haya absurdos delitos que sigan en el código.

Es un progreso porque los derechos LGTB son reconocidos a nivel mundial. A partir de ahora será mucho más difícil sostener que una orientación sexual determinada es enfermedad o delito, mientras que será más fácil reconocer que alguien que es perseguido por estos conceptos tiene más derecho a la protección o el asilo.

No hay ni qué decir que con motivo de esta resolución se han puesto en evidencia los de siempre: estados retrógrados, socialmente atrasados o dominados por oligarquías teocráticas, y el Vaticano, que por boca de su observador permanente en la ONU, Silvano Tommasi, ha afirmado que esto equivale a persecución religiosa, puesto que a partir de ahora será menos aceptable el hostigamiento católico a las personas LGTB, aunque éste se revista de pretextos varios, como que "los estados tienen derecho a regular los comportamientos sexuales", o que "los comportamientos sexuales tienen una dimensión moral", algo evidente que la jerarquía debería haberse aplicado a sí misma en comportamientos reprensibles, pero que el sexo tenga una dimensión moral no quiere decir que ésta tenga que ser católica.

sábado, 5 de marzo de 2011

Educación y sexo


Desde la Tercera Edad y lejos de inundaciones hormonales es más fácil mirar el sexo sin apasionamientos. A algunos esto les sirve para decir que no es para tanto, que no hay que darle tanta importancia, a otros para difundir moralina y ajustarse (por fin) a estrechas morales religiosas antes de imposible cumplimiento, a otros para lamentar las facultades perdidas o buscarlas de nuevo mediante píldoras mágicas. Lo que ninguno duda es que es algo importante, connatural al ser humano y que condiciona amor, relaciones y equilibrio mental, por eso es tan sorprendente que en la educación de España y otros países se ignore o se pase por alto. Lo que no es insólito es que las iglesias intenten utilizarlo para seguir sometiendo a incontables individuos a su influencia, aunque sea a costa del sentido común.

Se suele pretextar que los padres tienen un derecho exclusivo a educar a sus hijos según sus convicciones, pero este "principio" es en realidad de aplicación muy selectiva: en todos los estados civilizados se "obliga" a los padres a enviar a los hijos a la escuela o similar, porque se supone que el derecho de los hijos a la educación prevalece sobre una posible voluntad de los padres de mantenerlos en la ignorancia. Una vez en la escuela deben aprender un programa determinado so pena de no obtener la titulación requerida y la cosa va aún más lejos, puesto que un padre que educara a sus hijos para el crimen o el delito acabaría por perder la custodia de éstos por una simple lógica de defensa social.

Los padres no tienen en realidad este derecho absoluto de educación, son los individuos, padres e hijos, los que en una sociedad libre deben tener el derecho a creer y pensar lo que quieran siempre que respeten la libertad de los demás, de aquí que en los estados democráticos se programen materias de ciencia y ética generales que tienden a fomentar el conocimiento, la convivencia y la salud públicas, materias "neutras" que tienden a limar diferencias, educar en tolerancia, eliminar prejuicios y dar una información lo más científica y práctica posible sobre sexo, leyes, costumbres etc.

La neutralidad y cientifismo de estas materias es lo que molesta a las iglesias, puesto que ellas quieren mantener un monopolio ideológico que imponga exclusivamente su punto de vista, es decir, condicionar a las mentes infantiles antes de que puedan pensar por sí mismas. Con una táctica tan vieja como la civilización, no hay nada mejor que acusar de "sesgo ideológico" o "indoctrinación política" a materias que harían dudar de sus presupuestos, para desviar la atención de enseñanzas que como las suyas son por definición sectarias, cuando no intolerantes y exclusionarias, como es la de reducir a la inmoralidad todo sexo no reproductivo.

Una educación sexual científica debería ser obligatoria en todas las escuelas, puesto que es beneficiosa para el conjunto de la sociedad por las enfermedades que evita, los embarazos no deseados que previene y la información que difunde. Miedo y oscurantismo nunca han impedido nada de lo anterior ni facilitado la espiritualidad, aunque ayuden a conservar la influencia de determinadas estructuras.