lunes, 25 de febrero de 2013

EL ALGUACIL ALGUACILADO

La rápida y forzada dimisión del cardenal Keith O'Brian, primado católico de Escocia, es una nueva vergüenza para una institución cuyos escándalos se parecen bastante a los de los políticos que nos rodean; otra indicación más de que estamos en un cambio de era de grandes proporciones y deriva desconocida. Si la Iglesia estaba ya mal adaptada al siglo XX, parece que en el XXI sus dificultades no hacen más que aumentar, sobre todo porque cada vez resulta más difícil ocultar la hipocresía, la falsedad, los privilegios y la miseria moral de una jerarquía que predica una cosa y practica otra, bien sea moral sexual, honradez económica o simple decencia.

El Cardenal O'Brien se ha distinguido por sus ataques feroces y sin tregua contra la homosexualidad y los proyectos actualmente en curso en el Reino Unido para establecer la igualdad matrimonial para todos. No es momento de sacar a relucir todas sus afirmaciones, bien guardadas en las hemerotecas para el futuro, pero es interesante que, una vez más, uno de los personajes más homófobos resulte ser un homosexual secreto, aunque evidentemente no tan reprimido.

Puede que se trate solo de acusaciones, pero esto no resulta muy creíble cuando los acusadores son también sacerdotes católicos y el prelado se ha apresurado a dimitir y desaparecer en huida vergonzante, aunque haya negado todo... ¡faltaría más!

¿Cómo creer en estos señores y en lo que predican?

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