viernes, 28 de febrero de 2014

LEYES Y VETOS

El mundo no es un prodigio de igualdad o justicia, como puede verse todos los días, pero esto es aplicable a lo bueno y a lo malo. Igual que no pueden cultivarse naturalmente plátanos en Noruega, pretender imponer leyes ugandesas en Arizona es más que un error una estupidez propia de personas con bajos índices de cultura, inteligencia y realismo. Ha sido bastante cómico ver como los mismos representantes republicanos que habían aprobado una ley absurda que hubiera causado enormes problemas, se apresuraron a presionar para que fuera vetada al ver solo una parte de las consecuencias de su aplicación.

El veto de Arizona es significativo porque demuestra, una vez más, que las medidas tendentes a discriminar por razón de orientación sexual son idénticas a las discriminaciones y segregaciones que sufrían las minorías raciales y que tan mal se ven hoy día. El pretexto utilizado de "salvaguardar la libertad religiosa", era en realidad lo contrario: permitir la opresión en nombre de la religión. Basta cambiar unas pocas palabras para darse cuenta. Si en vez de LGTB ponemos "judío", los "cristianos" podrían negarse a ofrecer sus servicios a cualquier infiel circuncidado y pretextar que son perseguidos por no poder discriminar... ¿Entiende Ud. la lógica?... Es perfectamente comprensible desde un punto de vista nazi, pero no desde luego desde cualquier óptica de derechos humanos.

Los representantes conservadores españoles debieran aprender de la experiencia y poner sus barbas a remojo, al ver como se las pelan al vecino. Las consecuencias de aprobar una ley tan retrógrada como la que se pretende sobre el aborto serían mucho peores de lo que se imaginan: desprestigio internacional cuando más se necesita, desvío de una parte creciente de su electorado, aparición de un mercado clandestino de abortos caros y peligrosos y dificultades prácticas de aplicación. El hecho de que instancias muy poco progresistas estén trabajando para que se retire el proyecto es indicio de su inoportunidad y lejanía de la sociedad real.

Lo mismo que no había razones laicas para la ley de Arizona, tampoco las hay para la del aborto en España, imposición de los católicos ultramontanos a toda la sociedad, incluyendo a los no creyentes, por razones supersticioso-dogmáticas que intentan convertir embriones en seres humanos sujetos de derechos como si hubieran llegado a término, además de intentar reducir los derechos de la mujer, siempre despreciada y considerada menor de edad por estas instancias supuestamente espirituales, pero esencialmente machistas y pedestremente crueles.

Es muy difícil desandar el camino recorrido y se paga muy caro el querer revertir la historia, además de que es inútil, porque más tarde o más temprano las costumbres, como las aguas, discurren por el cauce que se van trazando y no por el que les gustaría a los cortos de vista.

domingo, 23 de febrero de 2014

IGNORANCIA NATURAL

Es posible que tanto el cardenal Sebastián como la concejala del PP de algún sitio, como los muchos tertulianos de las emisoras de derecha o de ultraderecha que aún repiten ideas trilladas y descartadas, como que la homosexualidad es "defecto", "enfermedad", "susceptible de tratamiento", etc., sean a veces sinceros y se lo crean al menos en parte. Por supuesto que también les gusta creérselo porque eso va de acuerdo con sus ideas político-religiosas y es más frecuente adaptar principios morales a los prejuicios propios que tender a eliminar prejuicios por influencias éticas, pero hay que darles el beneficio de la duda y pensar que son sinceros; ignorantes, pero sinceros.

Ninguno de ellos es un científico serio, eso desde luego. Ni siquiera los curanderos con títulos de psicología o psiquiatría que se anuncian como curadores. Estos son más bien aprovechados que quieren hacer dinero a costa de fanáticos, o fanáticos con deseo de dominio y condicionamiento de víctimas, porque ningún científico serio tiene hoy día la primitiva idea de "naturaleza" que suele aducirse cuando se habla de la "anormalidad".

Todavía hace unos 100 años podía parecer racional que, si había básicamente dos sexos biológicos, se sintieran forzosamente atraídos con el fin de reproducir la especie y que, todo lo que no fuera así debía tomarse como desvío, carencia, vicio o maldad, porque se consideraba que la naturaleza era una máquina perfecta o tendente a la perfección, cuando no creada directamente por un dios que había hecho las cosas exactamente como debían ser.

Sin embargo, no hay que llegar a la física cuántica para darse cuenta de que lo que parece evidente no siempre lo es. Cualquier observador mediano se da cuenta de que en el mundo visible hay tantas excepciones que en realidad hay que aceptar su existencia como "normal". Muchas culturas antiguas precientíficas aceptaban la diferencia y la justificaban con leyendas o como parte de la costumbre, mientras que el progreso de la investigación moderna ha demostrado que la supuesta racionalidad y tendencia a objetivos claros de la naturaleza en general solo está en la cabeza de los que intentan forzarla dentro de sus parámetros ideológicos.

Tomar la mayoría por norma obligatoria ha sido enfermedad común en la vida social. Me acuerdo muy bien de cuando se castigaba o incluso se ataba a los niños zurdos para obligarlos a usar la mano derecha, porque usar la izquierda era "vicio", mala costumbre, mala educación y otras justificaciones que ocultaban los prejuicios prehistóricos unidos a la preferencia manual.

La religión, como refuerzo normativo que es de lo ya aceptado en una sociedad, suele sumarse en las condenas con una agravante: una vez esclerotizada en dogma tiende a quedarse desfasada de la sociedad que le dio origen y a convertirse en un obstáculo, pero muchos de sus miembros y jerarcas repetirán hasta morir los principios que aprendieron y que han sido condicionados para tener como evidentes, aunque la evidencia científica vaya ya por otra parte. Galileo es un ejemplo, pero la homosexualidad es otro: según el cardenal Sebastián debe ser tratada como su hipertensión, pero esto no es más que la falsa analogía acientífica de alguien que tiene que mantener un principio moral abstracto y, como tantas otras veces, ni siquiera debe considerarse como una opinión ética respetable porque no viene de reflexión racional respaldada por investigación, sino del prejuicio dogmático puro y simple. En el caso de la joven concejala que espera "que algún día se encuentre la cura" solo proviene de la ignorancia.

lunes, 10 de febrero de 2014

UNA GENERACIÓN DE ARMARIO

El grupo de edad de los que ahora tienen entre 60 y 70 es el primero que tuvo en España y el resto de occidente la posibilidad de salir del armario total o parcialmente. Era aún muy arriesgado a fines de los 70, pero las circunstancias cambiaron durante los 80 y los 90 y para fin de siglo no suponía ninguna hazaña particular. Los avances en la normalización de la diversidad sexual en las dos últimas décadas dejan todavía una igualación incompleta, pero más en detalles y para minorías dentro de las minorías que en general. Mal que les pese a los ultras, resulta que la sociedad española está entre las más tolerantes del mundo en cuestiones de vida privada y de las que más se aleja de dogmas religiosos, incluso entre los que se confiesan católicos.

Sin embargo, una buena proporción de LGTB mayores nunca ha salido del armario, aunque se ha ido aprovechando del ambiente favorable social y legal para vivir mejor. Pertenecen a este grupo individuos visceralmente conservadores, incluso fascistas, que viven contradictoriamente su orientación o identidad, personas que vivieron o siguen viviendo situaciones particularmente difíciles de opresión familiar y cobardes esenciales que desconfían de la realidad y tienen miedo de su propia sombra.

No hay que buscar a ninguno de estos sujetos en manifestaciones reivindicativas, asociaciones (a las que a veces asisten sin nunca ser miembros) o listas de firmas en pro de los derechos de todos: ellos se suben al barco, pero no reman, y se bajan a la menor dificultad. A veces los compadezco, pero en general me indignan, especialmente cuando no son demasiado tontos. Algunos aún viven en la fantasía del "nadie lo sabe", aunque a estas alturas nadie tenga la menor duda, no pocos se siguen escandalizando de la "desvergüenza" de los que se manifiestan y reivindican, y los hay que están en contra del matrimonio igualitario por razones que van desde la beatería a la estupidez.

Hablar con ellos no es fácil, convencerlos de que colaboren o cambien de actitud imposible. Tampoco hay que buscar aliados entre ellos, porque bastantes prefieren aliarse con el enemigo por sectarismo o porque el miedo les hace creer que así se defienden mejor.

Son la parte oculta del colectivo que solo solo es visible en los lugares de sombra, de ligues anónimos, profesionales o de vidas transcurridas entre la penumbra y el fingimiento. Es de esperar que las próximas generaciones no sean así, porque los aún armarizados de ésta ya no tienen remedio.

sábado, 1 de febrero de 2014

CONTRAOFENSIVA

Cuando se estudia la historia de la II Guerra Mundial se ve que, aunque no era tan evidente para los contemporáneos, una vez que la Unión Soviética no se hundió en 1942, después del fracaso de la invasión de Inglaterra en 1940, la Alemania nazi estaba definitivamente derrotada. Stalingrado y el Alamein fueron simplemente clavos en un ataúd que ya estaba hecho. Era una simple cuestión de tiempo y de desgaste. Alemania lanzaría aún "contraofensivas", a veces de gran eficacia para detener la apisonadora soviética. Incluso en 1945 se sorprendió a norteamericanos e ingleses con la ofensiva de Las Ardenas, pero la derrota era inevitable por medios, por masa y porque nadie, ni siquiera muchos alemanes, querían vivir bajo un régimen opresivo y criminal que se había lanzado a la agresión con desmedido orgullo y absoluto desprecio por las más elementales reglas de humanidad.

Me gusta recordar esto cuando en la eterna lucha por el progreso, los derechos y los avances sociales hay aparentes detenciones o regresiones promovidas por instancias que, como las iglesias, tienen intereses creados en el conservadurismo para mantener su control social, y es de actualidad ahora por los esfuerzos y las campañas renovadas que se ven organizadas en Europa contra los tres supuestos que más amenazan el castillo de naipes de una supuesta "moralidad" obediente a dogmas: homosexualidad, aborto y eutanasia.

Hay en estos momentos una auténtica contraofensiva que trata de hacer retroceder el marco legal para mantener a la sociedad encerrada en los prejuicios y las leyes del pasado, con nuevas armas intelectuales manejadas por los equivalentes de las SS y otras tropas de élite del nazismo, léase asociaciones integristas, partidos reaccionarios y grupúsculos neonazis. Los que a sí mismos se denominan "Pro-vida", los que afirman la existencia de una "ideología de género", los que atacan el feminismo sin paliativos y otros que hacen de las religiones ajenas instrumentos de Satán, sin ver el mal de las propias, parecen haber aprendido el uso de los medios modernos para hacer mucho ruido, proponer derogaciones de leyes existentes y asustar a los que puedan con males innombrables derivados de la que ellos pintan como "degeneración", viejo concepto que iguala el cambio al mal.

No prevalecerán; cuando individuos y sociedades pierden el miedo a lo que antes se les ha presentado con tintes malignos no hay vuelta atrás. El rechazo de la homosexualidad, de los derechos de los homosexuales o la demonización del aborto son consecuencias del rechazo al sexo, de los prejuicios de una sociedad machista y patriarcal y de la cerrazón ante la ciencia; la negación de la eutanasia se reviste de "protección de la vida", cuando no es más que entronización del sufrimiento o, peor aún, voluntad supuesta de una deidad extraña que se complace en torturar a las criaturas "a las que ama".

Si se deja de creer en estos principios y en los que se erigen en autoridad para proclamarlos no hay posibilidad de mantenerlos. Miles de mujeres y de hombres han desfilado hoy en Madrid para oponerse a la prohibición práctica del aborto, una medida inspirada por la SS moral para sus propios fines, que no tienen nada que ver con la ética y sí mucho con un control que ven escapárseles por momentos. ¿Será su Ofensiva de las Ardenas?... de todos depende,