miércoles, 4 de marzo de 2015

PISOS Y CURRÍCULOS

Como dije en mi post anterior, la jerarquía eclesiástica española parece vivir en un mundo irreal en el que lo que importa son los privilegios por encima de cualquier otra cosa. Resulta chocante que cuando se anuncia que apenas hay sacerdotes y que la edad media de los mismos es tan elevada que se corre peligro de colapso, el Cardenal Rouco se esté reformando un piso de gran superficie con alto coste para pasar su dorado retiro.
No soy de los que cree que los altos cargos deban vivir espartanamente, esto es una simpleza igualitarista y poco realista, pero hay límites para todo y creo que los fondos para tanto lujo no son propios del cardenal, lo que excusaría bastante, sino de una institución siempre quejosa de lo poco que se le da a costa de todos, creyentes, no creyentes y otros.
Este cardenal es perfecto representante de una jerarquía que nunca aceptó verdaderamente el Vaticano II y que volvió a encontrarse bastante cómoda con Juan Pablo II y Benedicto XVI, para encontrarse nuevamente incómoda ahora, pero sin ninguna conciencia ni social ni de la época. Con menos fieles cada día, sin prestigio intelectual o moral, sin personal y sin planes, su actividad se limita a intentar una nueva e inmoral reamortización, a presionar a sus sirvientes políticos para que impongan un currículo religioso ridículo en un intento desfasado de proselitismo y a tratar obsesivamente de los únicos puntos “morales” que le interesan: aborto, homosexualidad, etc.
No es de extrañar que a una iglesia semejante, encerrada en sí misma, la sociedad le dé la espalda, cuando no la señale con el dedo como un mal ejemplo a no seguir. Tal vez no se pueda ser feliz, como se dice en su tonto currículo, sin alguna clase de dios, pero desde luego se puede ser muy feliz lejos de la iglesia.

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