domingo, 26 de julio de 2020

EL ODIO QUE SE DISFRAZA DE "CRISTIANO"

En los últimos años tenemos en España una serie de organizaciones inspiradas en otras de Estados Unidos especialmente, que se denominan “cristianas” de una u otra manera, pero que a lo que se dedican es a fomentar el odio, es decir, a practicar el cristianismo de la Inquisición contra los acusados de herejes o contra los “judaizantes", de los que quemaban vivas a pobres mujeres acusándolas de brujería, o de los que expulsan demonios de personas que no tienen ninguno.
Los “abogados cristianos”, son una de estas organizaciones que no pierden ocasión de llevar a los tribunales a instituciones o particulares por cualquier causa, incluso la más nimia; la última la de denunciar la bandera del arco iris en un ayuntamiento, hazaña que va a salvar a la ciudad y al país de la corrupción y el contagio. Las afinidades de estas organizaciones con la ultraderecha y sus organizaciones políticas son evidentes y sus objetivos los mismos, es decir, la imposición de una armadura ferrea a la sociedad, en la que la diversidad racial y sexual permanezca oculta y se castigue más o menos atrabiliariamente cuando se vea.
El ideal de estos enemigos de los derechos humanos y de la verdadera libertad es la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan o la Polonia del presidente Duda, es decir, una vuelta a un pasado poco glorioso, opresivo e hipócrita, en el que lo que no se ve no existe, o se hace como si no existiera, para mantener unos “valores” teóricos que hacen caso omiso de la ciencia, que ha demostrado una y mil veces que la orientación sexual no se aprende, no se contagia y es incambiable, valores que para nada tienen en cuenta la felicidad individual y que van orientados a mantener el patriarcalismo más rancio, con las mujeres en teoría respetadas y en realidad sometidas.
Cristo fue muy criticado por los fariseos porque se sentaba a comer con prostitutas, con publicanos (agentes tributarios) y demás ralea detestada por las élites de su tiempo, pero él, que era en gran parte un revolucionario, no rechazaba a nadie y no se le oye predicar el odio más que contra el odio mismo. Resultaría cómico, si no fuera trágico, que muchos de los que dicen ser sus agentes ahora se comporten exactamente igual que los fariseos del evangelio.
¿Qué le puede importar a un ciudadano cualquiera que ondee la bandera del arco iris durante unos días? A no ser que odie, nada. Los no católicos, no cristianos o no creyentes tienen que soportar las siniestras procesiones kitsch de la Semana Santa con sus vírgenes llorosas y enjoyadas, y a nadie se le ha ocurrido llevarlas a los tribunales, cuando para no pocos ciertas devociones “cristianas" son realmente ofensivas.
Como siempre en la historia, los reaccionarios intentan volver a tiempos pintados como maravillosos que no fueron tales, como siempre en la historia, es una batalla perdida por múltiples razones, de las que la más importante en la actualidad es el despego progresivo de una gran parte de la población de la religión dogmática y autoritaria, tan lejana ella del “amor” que se dice la califica.

viernes, 14 de febrero de 2020

FALSO LIBERALISMO

Es curioso que los que se autodenominan liberales lo sean sobre todo en cuestiones económicas, pero no en lo que se refiere a la libertad individual. No hay partido de derechas que no se diga “liberal”, pero esto se hace siempre en contra de una izquierda a la que se tilda de dirigista e intervencionista en cuestiones económicas, además de acusarla de malgastadora, pero en cuanto se habla de establecer derechos de la persona la idea de libertad desaparece para ser sustituida por la imposición más clara.
Tiene mucho que ver que estos partidos a veces se denominan cristianos y siempre han tenido una relación con ideas dogmáticas, pero la izquierda en general, que también ha sido en ocasiones dogmática y autoritaria, ha aprendido que la libertad individual es algo valioso y respetable, entre otras cosas porque dar derechos no significa quitárselos a nadie ni, como hacen los contrarios, obligar a hacer cosas que no se desean.
Basta ver que el reflejo inmediato de todos los partidos conservadores ha sido oponerse a los derechos LGTBIQ, con argumentos especiosos de “decadencia”, “corrupción" y “degeneración”, que obviamente no se han materializado en nada, y negarse a una mínima información con “pines parentales” y otros instrumentos, con el fin de mantener una apariencia social monolítica en la que no cabe la diversidad natural real.
Resulta indignante que se acuse a la diversidad de ser artificial e inducida, cuando no hay nada más falso que la imagen social que se cultiva, aplastantemente binaria y extraordinariemante hipócrita, pero esto también tiene mucho que ver con los deseos de conservar el patriarcado, con menos derechos para las mujeres y ningún derecho para los “diversos”… pobres, porque los ricos siempre han podido hacer los que les ha venido en gana.
El automatismo se ha vuelto a producir con motivo de la presentación de la ley de eutanasia. una ley bastante timorata y llena de cautelas, con afirmaciones que lindan con el ridículo y claramente con la mala fe, como que se trata de “ahorrar en pensiones”, como si fuera mandado eliminar a las personas a partir de cierta edad, aunque a nadie se le va a obligar ahacer uso de la ley y más bien va a ser difícil y requerir mucha voluntad el poner fin con fecha a la propia vida.
Algo que tiene amplia aceptación social en una sociedad muy secularizada debe regularse de forma racional y no dependiente de creencias dogmáticas impuestas, esta vez sí, por la religión mayoritaria, aunque hoy día sólo la practica una minoría.
No puede llamarse liberal quien no acepta el libre albedrío de los demás, de modo que haremos bien en pensar que el liberalismo de estos señores se reduce a la conservación de sus privilegios económicos y sociales y poco más, es decir a su libertad particular, pero no a la de sus conciudadanos.
En cuanto a los argumentos eclesiásticos más vale no hablar, porque son completamente irracionales.