domingo, 31 de diciembre de 2017

EL SÍNDROME LAGERFELD-GABBANA

Ya he hablado en post anteriores del Sr. Lagerfeld y sus salidas de tono con respecto a los gais y su movimiento, también de los señores Dolce y Gabbana, de opiniones parecidas. ¿Como? se pregunta uno, ¿pueden hablar individuos claramente homosexuales contra otros que también lo son y se dedican a defender los derechos de todos?
La respuesta es que están aquejados de un curioso síndrome psicológico que merecería pasar a los manuales de la especialidad, así como a los de sociología. ¿En qué consiste el síndrome? Lo definimos en pocas palabras:
Homofobia interiorizada que hace ver la propia orientación sexual como privilegio y la de los demás como defecto que debe ocultarse o criticarse por demasiado visible, ordinario o no ajustable a los patrones sociales conservadores aprobados por la mayoría política y religiosa.
Este síndrome suele atacar a personajes como los que le dan nombre, es decir a homosexuales triunfadores, orgullosos, ricos y famosos que viven en su torre de marfil, muy lejos de las necesidades y preocupaciones del vulgo.
Para el Sr. Gabbana es irritante que lo etiqueten de gay, puesto que él es ante todo un hombre, como si no lo fueran todos los demás que también son etiquetados quieran o no. Para el Sr. Lagerfeld es igualmente irritante y ambos coinciden en denostar cualquier movimiento pro igualdad de derechos puesto que ellos ya los tienen y no necesitan más, porque su riqueza los aísla y los pone en una élite social en la que estas pequeñas diferencias carecen de interés.
Efecto secundario no menos importante del síndrome es la idea de que belleza, apariencia y estatus están por encima de cualquier otra consideración, lo que hace decir al Sr. Lagerfeld que el amor es más o menos una tontería para pobres, ya que él puede pagarse a los guapos que desee, mientras que la masa debe contentarse con la pornografía. No sé lo que piensa el Sr. Gabbana, pero rodeado como está de modelos de lujo, es lógico que pueda satisfacer sus necesidades sin las trabas que dan los sentimientos.
Lo más deletéreo del síndrome es que, por ser afirmaciones que provienen de homosexuales, cargan las armas de la reaccion (a la que ellos mismos pertenecen) con falsas razones que parecen más sólidas por venir de quien vienen.
Lo más irritante para los homosexuales mentalmente sanos es que estos personajillos se aprovechan de la normalización y la tolerancia conseguidas por otros para que su “defecto” no se vea como se hubiera visto hace unos pocos decenios, lo que sin duda beneficia sus negocios y su vida personal, sin las consecuencias que hubiera tenido en el pasado. Es decir, que el síndrome puede también reducirse a egoísmo extremo y clasista