sábado, 26 de noviembre de 2016

EDAD Y PREJUICIOS

En una ocasión reciente alguien me dijo: “no sé cómo se puede llegar a los 60, la sola idea me resulta incomprensible, porque ¿qué se puede hacer a esa edad?”… El individuo en cuestión andaba por los 40, no era ningún Adonis, se vestía más bien mal y no tenía otras características que lo hicieran particularmente simpático o interesante, pero expresaba con franqueza uno de los muchos prejuicios que rondan por el ambiente, que tiende a considerar que sólo los jóvenes de hasta 28, altos, apuestos y con músculos de gimnasio son los gais paradigmáticos y que los demás, especialmente los “viejos”, son figuras patéticas que deberían esconderse, desaparecer y no empañar, ni siquiera con su presencia, la brillante escena en la que viven los privilegiados que tienen la fortuna de la edad y la belleza estereotipada.
Creo que siempre habrá tontos que se se tomen la publicidad en serio y que se crean que los productos de photoshop son reales, alentados por la caterva de ejecutivos de marketing que venden ropa y cosméticos y estetas cursis que se erigen en Petronios de tres al cuarto, pero la vida real es otra y está llena de gente de todos los tipos y tallas y, más aún, de todas las edades. Los hoy jóvenes serán viejos… si tienen la suerte de vivir bastante, y más vale que piensen pronto lo que harán cuando se les pase la juventud, porque,si no tienen idea alguna de cómo vivir, su futuro es más bien triste, mucho más que el de los que ellos compadecen ahora.
Es posible que haya alguien de gustos tan limitados que sólo aprecie, por ejemplo, la música de Beethoven, pero que no soporte a Ravel, Wagner, Debussy, etc. Como sobre gustos no hay nada escrito, esto no en sí criticable, pero habrá que compadecer a alguien incapaz de disfrutar de una gran cantidad de melodías, y esto es igualmente aplicable a los limitados seres que sólo aprecian belleza o atractivo en un reducido rango de edad acompañado de concretas características físicas, porque en general van a perseguir fantasmas y estar condenados a la soledad obligada para el que busca una perfección que por ideal es inhumana.
El amor, la compañía y hasta el sexo requieren personas reales, y las personas reales envejecen y, como el vino, son a menudo más interesantes con la edad y la experiencia. Puede decirse que hasta el más tonto aprende algo con el paso de los años y, si se aprecia a sí mismo, hasta mejora su apariencia y sabe sacar lo mejor de sí mismo.
La edad es sólo un dato neutro, porque hay muchas personas de más de 60 muy al día, a la moda, atractivas y estimulantes, mientras que el tener menos de 30 no garantiza ninguna de estas características.

viernes, 28 de octubre de 2016

LA IMPORTANCIA DEL TESTAMENTO Y...

Bill Cornwell y Tom Doyle fueron una pareja durante la friolera de 55 años, durante los que vivieron en una casa de Horatio Street en Nueva York. Un vecindario entonces modesto en el East Village, lleno de artistas y bohemios. La casa pertenecía a Bill, y el valor de la misma fue aumentando, según se iban los artistas y los bohemios, hasta los 7 millones de dólares actuales en los abultados precios del inmobiliario neoyorquino.
Pero como todo tiene un fin, Bill murió con 88 años y dejó a su compañero viudo con 85. Tal vez porque eran artistas, tal vez porque eran muy mayores, tal vez por ignorancia, el caso es que no se habían casado como hubieran podido hacerlo ya hace años en Nueva York.
Bill había hecho un testamento en el que dejaba la casa y todo su contenido a Tom, pero ¡Ay! tampoco se había preocupado de hacerlo con un abogado y como se debe, sino que lo había redactado él mismo y lo había hecho firmar por un testigo, sin saber que, según la ley vigente allí y en casi todas partes, hacen falta dos testigos para que el testamento sea válido.
El resultado es que el testamento de Tom es inválido y que los sobrinos de Bill han visto el cielo abierto y la manera de quedarse con unos jugosos 7 millones de dólares.
El asunto está en los tribunales, pero lo más seguro es que a sus 85 años Tom sea desahuciado de la casa donde ha vivido toda la vida y que tenga que recurrir a una residencia para pasar sus últimos años, porque al precio que está la vivienda en Nueva York es simplemente imposible que se plantee siquiera buscar un alojamiento.
La moraleja es que las leyes están para algo y que, en este caso como en tantos otros, la ignorancia de la ley entra en los límites de la estulticia, porque supone la diferencia entre vivir bien y vivir mal, tener derechos o perderlos. También nos enseña el caso que no es ni sano ni posible vivir aislado y sin recurrir a profesionales de la medicina, el derecho o la simple amistad, como sin duda ha pasado en este caso, porque tantos desatinos para acabar en la calle no son una simple casualidad.

domingo, 16 de octubre de 2016

ACABAR BIEN

Se discute en Holanda en estos momentos un perfeccionamiento de la ley que permite acabar con la propia vida. Se reservaba esto para las personas afectadas por una enfermedad dolorosa y sin solución, como una forma de ahorrarse sufrimientos innecesarios, pero ahora se quiere extender también a los mayores que por una razón o por otra están cansados de vivir: soledad, achaques, limitaciones físicas, falta de interés … Hay un sinnúmero de causas por las que algunas personas de edad pueden desear poner fin a sus días de una manera indolora, profesional y a su elección.
Los que se rasguen las vestiduras por algo así serán los de siempre, es decir, los que no pueden entender la vida más que como pesada obligación dictada por una deidad vengativa que se complace en el sufrimiento de sus criaturas,  a las que ofrece un improbable paraíso tras la muerte, aunque amenace mucho más con tormentos infinitos para los desobedientes-
Para los que consideran la tal deidad como pura creación humana de mentes sádicas no creo que el proyecto levante demasiada oposición. Siempre puede surgir el temor de que alguien abuse de la ley para convencer a la tía rica de que está mejor muerta que viva, pero para eso están las mismas salvaguardias que ya existen para asegurarse de que efectivamente es la persona en cuestión la que desea acabar bien y que no se trata de la manipulación de sus herederos.
Las personas mayores se suicidan mucho, a veces sólo para adelantar una muerte inminente y ahorrarse días o meses de creciente dolor, pero otras porque simplemente no quieren vivir sin el compañero adorado o en un aislamiento creciente en medio de un mundo que entienden cada vez menos y disfrutan poco o nada. Pero decretar el propio fin sin los medios adecuados para ponerlo en práctica es difícil, accidentado y lleno de peligros, sin las ventajas que tiene que un profesional se haga cargo un día fijo, después de haber dejado todos los asuntos en orden.
El fin es inevitable para todos, pero poderlo elegir sabiendo cómo y cuando es un premio, una ventaja más de las sociedades avanzadas donde lo que más importa es la buena vida de sus componentes… de principio a fin.

miércoles, 12 de octubre de 2016

¿ES IMPORTANTE EL MATRIMONIO?

En estos tiempos en los que el matrimonio ya no es lo que fue en un tiempo, una solución casi obligatoria para las mujeres y en gran medida para los hombres, es bastante corriente oír descalificaciones del mismo como “no necesario”, “redundante”, “una institución pasada de moda” y otras parecidas y, a ojos de lego, puede parecer que así es. Muchas parejas viven juntas durante años sin problemas y se separan sin los molestos trámites del divorcio; salvo algún jerarca católico, nadie considera tampoco que esto sea inmoral o socialmente inaceptable, y el término “pareja”, ha sustituido casi completamente a todos los demás, evitando así descripciones exactas y posibles meteduras de pata.
¿Por qué, entonces dar tanta importancia al contrato matrimonial? ¿Se trata sólo de un rito complicado que obliga a caras invitaciones y que resulta en obligaciones que sería mejor no tener? De nuevo parecería que esto es así si solo se ve la superficie, pero la realidad es otra.
Para una pareja joven, sana, de la misma nacionalidad. sin grandes propiedades, sin hijos y ensayando una vida en común, el matrimonio es de hecho innecesario, una mera cuestión de voluntad, pero los problemas se complican rápidamente en los casos de edad, enfermedad, extranjería, propiedades a repartir e hijos (y hasta mascotas) a los que criar.
La lucha por el derecho al matrimonio de las personas LGTB+ no ha sido una mera cuestión táctica, una extravagancia, un intento de asimilacionismo o una prueba del aburguesamiento de los antes radicales, sino la consecución de un derecho fundamental sin el que individuos y parejas quedaban grandemente desprotegidos y en desigualdad de condiciones.
Aunque muchas personas prefieren ignorarlo, el contrato matrimonial sigue siendo uno de los más serios, vinculantes e importantes para la vida cotidiana de los adultos cuando viven en pareja y para los hijos de los mismos cuando los hay.
El matrimonio garantiza que una pareja extranjera pueda residir con una nacional, por ejemplo, que la pareja tenga preferencia sobre cualquier familiar a la hora de tomar decisiones importantes sobre enfermedades y tratamientos, que los problemas de arrendamiento, de propiedad. de filiación y de herencia tengan soluciones claras y preestablecidas, es decir, que con un solo contrato apenas haya que preguntarse qué y cómo actuar en muchos momentos determinados.
En ausencia de matrimonio es también posible decidir y regular muchos de estos puntos, pero no todos, además de que harían falta innumerables contratos, visitas al notario, pagos y otras molestias, y eso si los dos miembros de la pareja están avisados y son conscientes de lo que les puede caer encima, lo que no es el caso la mayoría de las veces hasta que el problema ya se ha presentado y es casi irresoluble.
Contra lo que creen los eternos defensores de la transgresión, el matrimonio es muy importante y no supone aburguesamiento per se, sólo aprovechar un derecho negado hasta ahora a las personas LGTB+, contra lo que creen los defensores de dogmas (esos sí bastante periclitados) la igualdad matrimonial no afecta ni a sus fieles ni a la sociedad en su conjunto, es solo un acto de justicia a favor de una minoría antes perseguida y hostigada.
Aunque no sea como antes, el matrimonio es muy importante…a cualquier edad.

domingo, 25 de septiembre de 2016

MASCULINISMOS

Estamos tan acostumbrados a un mundo binario, dividido en géneros nítidamente separados por límites precisos, que a veces nos parece natural lo que no es sino convención, costumbre, herencia cultural o prejuicio. Ni siquiera el sexo biológico es tan claro como algunos creen y, si se dan intermedios en él, más aún en algo que es un constructo social, variable entre épocas y culturas.

Las personas de más de 60 crecimos en una sociedad en la que el género ni siquiera se discutía, sino que se daba por supuesto con una carga determinada: la mujeres eran o debían ser todas delicadas, sensibles, maternales, caseras, sumisas, castas, perfumadas, bien vestidas, interesadas en el matrimonio y esforzadas en hacerse atractivas para un hombre que se quisiera casar con ellas, mantenerlas y darles hijos a los que dedicarse plenamente. Claro que había algunas que se salían de la regla y que, por tanto, eran “malas”, aunque fueran muy frecuentadas por varones que se sentían más atraídos hacia ellas que hacia las buenas.
El hombre ideal, en cambio, y sin caer en las imágenes fascistoides del “medio monje, medio soldado”, que nadie se creía, debía ser más bien hirsuto, agresivo, austero, de pocas palabras, no demasiado cuidado, amante de los deportes, poco interesado en la ropa o la estética en general, pero sí en su carrera u oficio y en las mujeres como objetos o como futuras madres de sus hijos. Había muy poco más y, en consecuencia, los que se ajustaban plenamente al modelo eran unos seres bastante aburridos y nada interesantes.
Lo curioso es que podía haber malas mujeres, fatales vampiresas que hacían perder la cabeza a los impreparados machos que caían en sus redes, malas, pero muy mujeres, y nada similar en los varones, porque un chico atildado, perfumado, cuidado, de buena conversación, interesado en las artes y poco o nada en los deportes… ¡no era un hombre! Era sólo un remedo, una perversión, con independencia de que se sintiera atraído o no hacia las mujeres, la mayoría de las cuales lo despreciarían por no ser bastante hombre, sin contar con la burla de los verdaderos machos, cuando no la agresión por atentado a los valores masculinos.
No es de extrañar, pues, que casi todos los hombres intentaran adaptarse al máximo al modelo y que los que se salían de la norma fingieran cumplir con ella a vistas, y que incluso interiorizaran un cierto desdén por los “poco masculinos”, en flagrante traición a sus compañeros de sufrimiento.
La desaparición o reblandecimiento de estos rígicos códigos conformadores del género debe verse como liberación, no como confusión, porque los que de verdad tienen “ideología de género” son los que lo defienden como categoría fija e inmutable, no los que intentan disolverlo en el cúmulo de convencionalismos que lo constituyen, es decir, que lo que se ha dado en atacar como ideología es más bien invento de los atacantes, no de los que consideran el género norma social fluida y variable.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

SOLEDAD

Muchos estudios grandes y pequeños demuestran algo que se ve sin necesidad de estadísticas: las personas solas y aisladas enferman más y mueren antes. Tampoco hace mucha falta explicar el porqué. Una persona sola, sin parientes cercanos o solícitos, sin amigos, vida social y objetivos vitales no tiene alicientes para vivir y es mucho más proclive a la depresión y al desarrollo de malos hábitos: falta de ejercicio, mala alimentación, tabaquismo, alcoholismo, etc.
Las personas mayores son las más amenazadas por la soledad y el aislamiento y las razones para esto son claras: viudedad, fallecimiento o alejamiento de parientes y amigos, fin de la vida laboral, limitaciones físicas, precariedad económica, etc. Pero amenaza no significa inevitabilidad; vemos mayores muy solos y abandonados y otros que se las arreglan para mantener intereses, amistades y actividades. El carácter individual es importante y también las condiciones de cada uno; no es los mismo vivir en una casa aislada en una urbanización que en el centro de la ciudad, por ejemplo, pero todos tenemos que ser conscientes de que muchos problemas empiezan de una manera sutil, casi imperceptible y que, cuando el que los padece se da cuenta, están ya enconados y son de difícil solución.
Los mayores LGTB+ pueden estar incluso más amenazados porque la mayoría no ha tenido hijos y en muchos casos las relaciones con la familia son frías o lejanas, aunque esto es también cada vez más corriente en toda la población.
¿Qué hacer, entonces?… ¡No rendirse! Ser consciente del peligro, atajar los síntomas desde el principio y hacer el máximo de lo que las condiciones físicas y económicas de cada uno permitan. Los amigos de una época pueden haber desaparecido, pero se buscan otros en gimnasios, asociaciones, grupos y programas para mayores. El retiro puede ser un aburrimiento, pero también la ocasión para hacer algunos viajes, dedicarse a hobbies antes imposibles y hasta a estudiar lo que gusta o no se pudo en su momento. También se puede visitar a personas que uno sabe que están solas y a veces aisladas por enfermedades. En todas las actividades se conoce gente, se habla, se ríe y se participa en la vida, que es lo contrario de recluirse en la soledad sin esperar nada.
Con una salud mediana o razonable no hay motivo alguno para no vivir como siempre, incluso mejor que antes, si se es consciente de que la soledad mata tanto o más que el tabaco.

miércoles, 10 de agosto de 2016

ECOS MEDIEVALES

Resulta cansino oír al plomizo obispo de Alcalá de Henares y a sus adláteres tronar obsesivamente contra la post-modernidad, es decir contra la sociedad como es, en un extraño intento de retrotraerla a un pasado irreal por ideal, en el que familias y costumbres se adapten a su dogma y a una visión del mundo encerrada en un concepto de naturaleza arcaico y apriorístico, es decir, lo contrario de científico. El pretexto ahora es la ley madrileña contra la LGTB-fobia, contra la que arremeten con la misma mentalidad que parece tener el alcalde de Alcorcón, seguramente discípulo suyo.
Los argumentos son los manidos de siempre, aducidos una y mil veces por individuos y grupos semejantes allí donde se intenta legislar para todos, pero el central es... ¡el ataque a la libertad religiosa! Es decir, que si se defiende a las personas LGTB se ataca su religión.
Si se les pone la frase así, reaccionarán con indignación y dirán que no, que ellos no quieren que se ataque a nadie, que lo que ellos quieren decir es que están en desacuerdo con esa opción sexual que va contra la moral natural y que como la ley supone enseñar la diversidad sexual en las escuelas y ellos quieren que los niños sigan pensando que eso está muy mal o que no sepan ni de qué se trata, la ley ataca el sacrosanto derecho de los padres a educar a sus hijos como les dé la gana, la libertad de expresión y la libertad de cátedra, es decir que se trata de un ataque a todas las libertades imaginables.
La contradictoria hipocresía de esta postura se corona con protestas de respeto hacia los “confusos" individuos que se creen LGTB, personas que aún no se han dado cuenta de su verdadera identidad como hombres y mujeres heterosexuales, no se sabe exactamente por qué razón, aunque se sospecha que por las campañas de prensa, la televisión, los malos ejemplos y la conspiración del lobby (también llamado imperio) gay, poderosa estructura mundial dedicada a dinamitar las buenas costumbres y la religión. Estas personas deberían someterse a una sanación o cura de su enfermedad para ser felices y hacer felices a los obispos.
Lo interesante de este documento es que se puede tomar como resumen total del sinsentido con el que se ataca la diversidad, desde posturas dogmáticas que hacen total abstracción de los progresos científicos, de la realidad social y de los derechos individuales, para desenmascarar el autoritarismo con el que se quiere imponer una moral dogmática a toda la sociedad, justamente en contra de la libertad que se dice defender.
La idea de que existe una moral natural (coincidente al 100% con la del catecismo) es un postulado que se demuestra absurdo en cuanto se estudia un poco de antropología e historia, y se ve la variedad de códigos morales que han regido a las sociedades. Una moral natural sería practicada por chimpancés, bonobos y gorilas, especies que tienen prácticas sociales bastante distintas. La moral codificada es un invento humano práctico para vivir en sociedad, no leyes eternas e inmutables.
Nadie les va a impedir a estos señores seguir tronando desde púlpitos y cátedras, pero lo que no pueden impedir ellos en una sociedad libre de verdad es que se informe a niños y adultos de otras  posturas éticas y de que se les obligue a respetar de verdad a los diferentes, minoritarios o disidentes. No puede decirse que se respeta a alguien cuando en las aulas se imparte el prejuicio, la desconfianza o la aversión. Los padres no tienen un derecho absoluto sobre sus hijos, porque éstos no son de su propiedad, tienen a su vez derechos y deben ser informados y formados en el respeto a los derechos de los demás.
Lo más chusco a estas alturas es la idea de “sanación”, porque es tan contradictoria como todo lo demás. No sólo porque las llamadas terapias de conversión están completamente desprestigiadas por inútiles y peligrosas, sino porque si se trata de una enfermedad el individuo no es libre para decidir y no se le puede calificar de inmoral, pero si no es una enfermedad sino algo congénito en realidad tampoco.
Tal vez el siglo próximo se enteren finalmente de que las personas LGTB no escogen realmente serlo, que son tán morales o inmorales como los demás, que merecen respeto real y no postizo y, sobre todo que no han sido confundidas por ninguna conspiración imperial del lado oscuro de la fuerza.

lunes, 8 de agosto de 2016

NO BASTA CON ESO

Todavía hay personas que se creen o se fingen muy morales y ecuánimes porque no se califican a sí mismos de homófobos o racistas o misóginos, o de cualquier otra cosa hoy repudiada socialmente. “Yo nunca he perseguido… nunca he odiado… esas personas son como todas… pero…” Siempre hay un pero, y ahí está el problema.
El problema que estos señores se niegan a entender que esas personas no son como todas exactamente porque pertenecen a minorías que han sido y aún son objeto de desprecio, segregación, discriminación y otras cosas poco agradables que tal vez el sujeto que protesta no haga, pero que muchos otros sí hacen y que, por lo mismo, necesitan ayudas, estímulos y reconocimientos que los demás no necesitan, simplemente para llegar a una igualdad real, porque la legal puede estar en la letra de la ley, pero no siempre se cumple en la práctica.
Lo de negarse a entender es, por supuesto, un eufemismo, porque las personas que así hablan y que acusan a las minorías que sean, en este caso a las LGTB de exigir “derechos especiales”, se mueven por ideologías muy concretas.
Viene esto a cuento del enfado del alcalde de Alcorcón, que le ha llevado a demandar a Arcópoli, por haber esta asociación promovido la reprobación del alcalde por el consistorio, en el que el alcalde (PP) no tiene la mayoría, por su postura anti-LGTB. El alcalde se ha revuelto “indignado” porque él nunca ha estado en contra de los homosexuales, es decir, que ni los persigue ni los odia… y yo le creo... hasta cierto punto, porque su lenguaje en el artículo de respuesta al presidente de la FELGTB delata otra cosa.
Según él las personas LGTB no necesitan de leyes especiales porque todos los ciudadanos españoles están igualmente protegidos por la Constitución. Esta es una verdad de perogrullo, pero también las mujeres tienen en teoría los mismos derechos que los varones y, sin embargo, ni han alcanzado la igualdad real ni nadie se opone demasiado a leyes y reglamentos que tienden a limar las evidentes discriminaciones y diferencias que sufren. Los “ciudadanos” están aquejados por diferencias, prejuicios, desventajas y privilegios y una ley tan general como la Constitución no puede entrar en esto, que se deja para leyes especiales.
Las leyes especiales, como la adoptada recientemente en Madrid contra la LGTB-fobia, no suponen derechos especiales, sólo intentan que las personas en desventaja o minoría tengan los mismos derechos que los demás y… esto es muy significativo: el sr. alcalde de Alcorcón se ausentó de la votación de esta ley, aprobada también por su partido. Una forma muy clara de decir que no estaba de acuerdo.
Pero donde el plumero se le ve de forma inequívoca en al decir que se le ataca en base a la “ideología de género”, concepto desarrollado en cenáculos vaticanistas para encuadrar todo lo que no se ajusta al dogma católico ortodoxo en lo referente al sexo. Ni biólogos ni sociólogos ni filósofos han desarrollado nunca tal ideología, expresada simplemente en la negativa dogmática a aceptar los avances científicos y los cambios sociales, de modo que quienes usann el concepto lo hacen desde posiciones ideológicas (éstas sí) muy claras.
El sr. alcalde fue también de los pocos que se negó a poner la bandera arcoiris en el balcón municipal durante los días del orgullo (seguro que tampoco estará de acuerdo con esta denominación), porque pretextó que hay muchas banderas e intereses distintos y no se pueden poner todas. La mayor parte de los ayuntamientos ponen lazos de diferente color, carteles y otras cosas en los días de la mujer, de la madre o del lucero del alba y también cada vez más la bandera arcoiris, de modo que, si no la pone, por algo será, pero ese algo no es la neutralidad.
Estar en contra de los derechos LGTB es una opción como otra cualquiera, incluso defendible en un país libre, aunque sea con argumentos especiosos, pero se nota bastante cuando se pretende disfrazar la propia postura con indignaciones postizas.

jueves, 7 de julio de 2016

DESNUDAS SÍ. DESNUDOS NO

Una concejala del Ayuntamiento de Badajoz encuentra que la foto de dos hombres semidesnudos tipo oso es repugnante, asquerosa, de mal gusto, etc., etc. Un señor de Texas, en compañía de otros machos como él se aprestan a jugar al golf, pero previamente desayunan juntos y se les ocurre abrir el periódico local, en el que se publica un reportaje sobre el matrimonio igualitario con…¡horror! una foto de dos chicos besándose. A los golfistas se les revuelve el estómago, el desayuno y el día se les estropean, y el señor de marras escribe una furiosa carta de protesta al periódico, porque…. ¡Hasta dónde vamos a llegar!… Por eso el articulista del Diario del Ferrol, afirmaba que estaba “hasta el culo”, del día del orgullo gay, pretexto para estos desmanes que atacan la sensibilidad de la concejala, estropean el desayuno de texanos y hartan a columnistas muy dignos.
Estos aspavientos escritos son muestra de que la igualdad real todavía está lejos y que una considerable minoría sigue anclada en una visión del mundo sexista, en blanco y negro y bien heteronormativa, porque a ninguno de ellos se le atraganta la comida cuando ven un día sí y otro también a las innumerables mujeres ligeras de ropa que anuncian automóviles, bolígrafos o directamente lencería. ¡Es que ellas son jóvenes, guapas, atractivas… de buen gusto!… Mientras que ellos…. Mayores, peludos, feos…
Hace muchos años que una señora conocida mía veía con agrado las películas de Brigitte Bardot, todas inocentísimas vistas hoy, y no le molestaba nada verla en paños menores, la encontraba “muy mona”, pero se escandalizó un día que vio a Emma Penella, ya madura, en los mismos paños menores en una película realista de Berlinga. ¡Qué ordinariez! ¡Mostrar los michelines! ¡Qué inmoralidad! Ni BB ni Emma Penella eran inmorales, pero el gusto estetico de la mujer resultaba afectado, tal vez porque se veía a sí misma caricaturizada en la pantalla.
Es seguro que los golfistas ni hubieran siquiera reparado en una foto de dos chicas jóvenes besándose y, si estaban semidesnudas, les hubiera parecido una foto tan estimulante que les hubiera favorecido la digestión, pero que les recuerden que dos hombres se pueden querer ¡eso nunca! Su machismo queda directamente afectado.
Dos osos de alguna edad y semidesnudos no sólo son la prueba de que hay hombres que se aman, sino que son activos sexualmente sin necesidad de ser jóvenes modelos, es decir, que además de pervertidos (para la señora y los golfistas) se lo pasan bien y les da igual no ajustarse a cánones de belleza sádicos. Que las chicas sean objetos está bien para la diversión masculina, pero un macho no puede aguantar ver a otro en ese papel, porque su orgullo también queda humillado.
El desnudo o semidesnudo, pues, no es el problema, sino los complejos que despierta en tantas personas que, además de reprimidas por una educación deformante, no se sientan a pensar y a digerir los cambios culturales y sociales.

sábado, 2 de julio de 2016

ORGULLOSOS SIN DESPRECIO

En este día, 2 de julio de 2016, en que las calles de Madrid se llenan de alegría, color y solidaridad, apoyados plenamente este año por las instituciones, hay que volver, como siempre antes, sobre el significado que tiene esta gran fiesta de la igualdad: las personas LGTB+ no somos mejores, ni más guapos, ni más listos que otros, somos simplemente miembros del género humano, iguales a los demás, lo que quiere decir que tampoco somos peores, más feos o más tontos. Somos LGTB+, eso sí, lo que quiere decir que somos diferentes de la mayoría, pero también diferentes entre nosotros mismos, tan diferentes como son todos los individuos que componen la humanidad y, por lo mismo, tan respetables como cualquier otro sujeto con su defectos y cualidades. No despreciamos a nadie por nuestra diferencia, pero tampoco queremos ni aceptamos que nos desprecien.
Tenemos conciencia de nuestra humanidad y de nuestra diferencia y las aceptamos, entre otras cosas porque no tenemos otra opción más que ser lo que somos y, si lo aceptamos todo: humanidad y diferencia, también nos vemos obligados a lucirlas, a no esconderlas, a no sentir vergüenza alguna por una condición tan humana como cualquier otra y, si no sentimos ni culpa ni vergüenza significa que estamos orgullosos de ser lo que somos, igual que lo están los otros, pero nos vemos forzados a recordarles a muchos, que no lo entienden del todo y que por tantos años y siglos nos han oprimido, marginado o despreciado, que estamos aquí, que reivindicamos nuestra dignidad, nuestra diferencia y nuestra básica humanidad… y que en eso consiste nuestro orgullo, no en desprecio, altanería o marginación de otros que no son como nosotros.
Mientras haya homofobia, aunque sea en forma de rescoldo, la gran fiesta del orgullo tendrá un sentido, y aún más allá, igual que se recuerdan otros hechos históricos largamente pasados, y los ataques a la misma no tendrán más sentido que el odio, porque el mayoritario, el “normal”, el que se supone inevitable no tiene nada que reivindicar, ya que costumbres, leyes, tradiciones y leyendas le dan la absoluta preeminencia y es el diferente, el minoritario el que tiene que recordar a los demás que existe, que es una persona tan respetable como las otras.
Ya son minoría los que arremeten contra nuestra gran fiesta directa o indirectamente pero, cuando lo hacen, etiquetémoslos como lo que son: dogmáticos que quieren devolvernos al silencio, a la invisibilidad y a la vergüenza, y no hay nada de que avergonzarse y si no hay nada de que avergonzarse nos sentimos orgullosos de ser lo que somos.
¡Feliz Orgullo 2016!

domingo, 26 de junio de 2016

EUROIGNORANTES, EURORREACCIONARIOS Y EUROTONTOS

Tras el Brexit y el aluvión de opiniones desatado, conviene calmarse un poco, mirar con cierta lejanía y no dejarse llevar por excesivos pesimismos. Lo que han votado los ingleses (especialmente ellos y no tanto los escoceses, por ejemplo) está muy mal, pero son los más desaventajados de entre ellos, justamente los que más han creído las mentiras populistas del UKIP, los que lo pagarán caro, pero tal vez esto sirva para que los líderes y los votantes europeos se den cuenta de que las alternativas a la EU simplemente no existen y que sus más feroces críticos lo son justamente porque pretenden medrar en río revuelto y encerrar a Europa en fronteras, alambradas, orgullos nacionales y ensoñaciones soviéticas. Muy útil para determinados partidos, muy peligroso y empobrecedor para los ciudadanos.
Los enemigos de la unidad europea (FN, FPÖ, AfD, 5 STELLE,  IU) cultivan la ignorancia de los más, achacando a una imaginaria Bruselas los problemas  cotidianos de cada país, sin distinguir entre lo común y lo local, pero no hay que disculpar a los que “no saben”, porque la información está en todas partes y los que no saben es porque no se quieren enterar. Que los reaccionarios típicos: fascistas, neofascistas, racistas, ultranacionalistas, etc. odien a la UE y lo que significa no es novedad, pero con frecuencia se pasa por alto que hay también reaccionarios que se apuntan a la “izquierda”, con el ambiguo significado que esta palabra adquiere más cada día, porque sabemos perfectamente lo que es “derecha”, pero lo contrario está desdibujado y hay más de un ingenuo que apenas se da cuenta de que la manipulación del lenguaje no le deja ver más allá. Comunistas, neocomunistas y nuevos populistas de otras siglas, repiten viejos eslóganes de la época soviética, como si se pudieran aplicar ahora, critican la “falta de democracia” de la UE, su base en el capitalismo y otras generalidades sin mucho análisis, para atacar al euro, a la comisión europea, al BCE ya lo que se tercie, aunque no ofrecen alternativa viable alguna, ni explican que podrían ellos ofrecer: ¿la economía soviética? un régimen dictatorial, tiránico, de escasez y racionamiento, fracasado y enterrado. ¿Los populismo latinoamericanos? ensayos aún más primitivos de algo muy parecido a la economía franquista. En realidad no ofrecen nada porque se trata de reaccion contra algo que molesta y que se odia, igual que muchos ingleses han votado contra Londres y la élite financiera internacional de la capital. 
La UE es imperfecta, burocrática, lenta y a veces desesperante, pero su alternativa es la de economías más pobres, más cerradas, menos competitivas, con más paro, pobreza y escasez y, peor aún, con renovados peligros de militarismos, imperialismos y guerras… ¿Queremos realmente esto? ¿o preferimos quedarnos como estamos y luchar por una reforma de las instituciones europeas, mayor unidad y mayor solidaridad?
En Europa, como en todas partes, hay muchos tontos y no hay nada peor que un tonto leído y resentido,es decir alguien que odia algo que le supera, que no entiende o a lo que se siente inferior, y que lee lo que le interesa para demostrar lo que cree sin pruebas. No dejemos a los eurotontos aprovecharse de la situación.

lunes, 20 de junio de 2016

EMOCIÓN CONTRA RAZÓN

En estos días de votaciones en toda Europa y en el mundo, no está de más recordar que es conveniente votar con la cabeza y no dejarse llevar por las emociones empujadas por eslóganes tan fáciles como engañosos.
No son elecciones sin importancia ni en Gran Bretaña, ni en España ni en los Estados Unidos, se trata más bien de momentos decisivos en los que se juegan muchas cosas básicas y, en tiempos de inflexión, desperdiciar el voto o utilizarlo negativamente se puede tildar de irresponsable.
Llamo voto negativo al que se lanza como piedra contra algo o alguien sin reparar en las consecuencias, como el que muchos ingleses se preparan a hacer contra una EU que les han hecho ver como el coco con mentiras o medias verdades, sin considerar los daños que hacen a su propio país o a la economía mundial, ni apreciar que una EU desestabilizada es un peligro general, pero muy especialmente para el Reino Unido.
Negativo es también optar por extremismos varios con ánimo iconoclasta: “elijamos al más exagerado para dar una bofetada a los que gobiernan”, “¡Que ven lo que es humillación!”…. Pero los votos vengativos pueden abrir la puerta a gobiernos que en realidad no se desean por bisoños, irresponsables o irracionales.
Es una pena que las campañas políticas de los partidos se basen más en despertar la emoción que la razón, pero una lectura cuidadosa de programas y de las críticas de los mismos puede dar una idea mucho más clara de lo que pretenden hacer los elegidos, aunque tampoco se ajusten nunca al 100% de lo programado.
Votar con la cabeza requiere a veces no hacerlo por lo que sería ideal, sino por lo que es más posible, porque los grandes cambios históricos nunca son repentinos sino que se producen más bien por pequeños incrementos que se suman. Un conocimiento superficial de la historia puede convencer de que una gran revolución supuso una transformación total, pero un conocimiento profundo revela que siempre tras las revoluciones hubo una larguísimo período de ajuste con numerosos retrocesos y considerables sacrificios, porque una sociedad compleja no puede dar un salto en el vacío sin pagar un alto precio por ello. Y esto cuando la revolución en cuestión triunfó de verdad aunque fuera parcialmente, porque ha habido otras que, como la soviética en Rusia, sólo trajeron sufrimiento y opresión para acabar en un caudillismo nacionalista sin libertades reales al que nadie envidia.
La democracia es un sistema delicado, lento y contradictorio, pero en eso residen justamente sus garantías y la base de las libertades de las que goza la mayoría, pretender “que ganen los míos” se puede, pero siempre que se sepa que “los otros” también van a estar allí, que no son eliminables, aplastables o despreciables… y que pueden ganar en otra elección más tarde.
En una democracia caben todos y los verdaderos demócratas saben que también tienen que defender y dejar su sitio a los grupos e ideas que no son de su agrado, porque lo contrario sólo lleva tarde o temprano a la tiranía.

lunes, 13 de junio de 2016

TODO POR UN BESO

El padre del asesino de Orlando siente mucho que su hijo haya cometido el grave error de asesinar a 50 personas, entre otras cosas porque, en sus propias palabras, hubiera sido mejor dejar a Dios el castigo de esos pecadores, pero en la historia de su hijo también está él y las excusas que ofrece son más un intento de salvaguardar su futuro que muestras de pesar verdadero por las víctimas.
Decir, como ha dicho que “esto no tiene nada que ver con la religión” es un torpe intento de negar la evidencia: no hace falta ser muy religioso para infectarse con prejuicios de raíz dogmática. Son más bien las personas que conocen mal su propia religión las que suelen quedarse con una versión casi caricaturesca de la misma y los que a veces compensan sus frustraciones con alguna barbaridad asesina como atajo al paraíso prometido.
La culpa la tuvo un beso, una demostración de afecto entre dos hombres que puso de los nervios a su hijo porque lo veían su ex-mujer (maltratada) y su hijo. A la primera seguramente le gustaría ver cualquier clase de afecto en la práctica y el segundo es un niño tan pequeño que ni vería ni comprendería.
La idea de que un simple beso puede ser el origen de la muerte de 50 personas, la simple idea de que esto se pueda presentar como excusa, es una prueba del odio, la irracionalidad y la criminal estulticia que subyace tras la repetición machacona de catecismos cuyo único fin es el de controlar la mente de individuos y sociedades mediante miedos, amenazas, prohibiciones y exclusiones.
Las razones inmediatas del crimen tienen más que ver seguramente con el descontento, la baja autoestima y el sentimiento de fracaso de un individuo mal adaptado que cree convertirse en héroe cuando es sólo un delincuente, pero ¿cuántas veces oiría hablar de la impureza, el pecado, el supuesto plan divino y los infieles? ¿Cuántas muestras de afecto ajeno pondrían de relieve la privación del propio?…. La religión y los prejuicios están detrás de sus actos, aunque no aparezcan inmediatamente vinculados.
Las armas de fuego matan, especialmente cuando se venden sin control como en los Estados Unidos, pero las palabras también lo hacen y más duraderamente, porque su efecto puede durar toda una vida, una vez que se han instilado cuidadosamente en las cabezas adecuadas. Lo que se propala desde campanarios y alminares puede oler a incienso, pero la mayor parte de los humos son tóxicos. 

sábado, 9 de abril de 2016

EL PLAN DE DIOS

El lenguaje y las formas pueden cambiar, pero el fondo no, y el fondo supone desprecio y etiquetas negativas, por mucho que se pretexte lo contrario. Las personas LGTB “no están en el plan de Dios”, como se dice en el último documento vaticano.
“Amoris Laetitia”, que así se llama el texto, está hecho con buenas intenciones, es decir, se aleja del tono inquisitorial normal de los decretos morales católicos, con el fin de acercarse, de no excluir totalmente a la gran mayoría post-católica a la que le es imposible cumplir las imposibles normas impregnadas de obsesión sexual que se hacen pasar como lógicas, racionales y “naturales”, cuando no son nada de esto.
La idea de que una persona, grupo o institución conoce perfectamente el “Plan de Dios” es ya de por sí bastante arrogante, por no decir completamente soberbia, pero también enteramente increíble, a la vista de los errores, conducta y delitos cometidos por las mismas personas que dicen conocer tan bien el famoso plan.
En realidad no hay mucho que objetar a que una iglesia publique escritos orientadores para sus fieles, siempre que no aspire, como la Católica hace, a detentar el monopolio moral de la sociedad, y que no mantenga, como también hace, posiciones anti-científicas, como la supuesta “antinaturalidad” de orientaciones e identidades inescapables para los individuos que las tienen y que, por lo mismo, están en el plan de algún dios, tal vez no el del Vaticano, pero sí en los de la naturaleza que les han dado origen.
No es fácil continuar como fiel en una iglesia que excluye a los que sienten que su cuerpo no corresponde a su mente, a los que aman de modo diverso y a los que pretenden gozar de los mismos derechos no estando incluidos en el “plan”. Es fácil alejarse y casi imposible volver, especialmente cuando se vive en sociedades libres en las que las diferencias han dejado de ser delito hace tiempo.
Aunque se exhorte al respeto y la comprensión, resultará bastante difícil que estos se practiquen por los que sienten y aman de modo ortodoxo, porque sabiéndose parte del “plan” tenderán a sentirse superiores y sentirán pena, desprecio o repugnancia por los desgraciados que excluidos por su naturaleza practican el amor de forma antinatural. De la repugnancia al odio sólo hay un paso y no todos son moderados y se contienen.
¿Pueden Dios y la naturaleza ser opuestos? Si se analizan los textos vaticanos, sí, aunque esto se niegue de formas más o menos sofisticadas, pero tampoco nos debe importar tanto a los no-fieles. Exhortemos a la comprensión de los creyentes en religiones varias, siempre que nos reservemos la facultad de criticar sus creencias y de negarnos a que se nos impongan directa o indirectamente.

sábado, 2 de abril de 2016

LA TIRANÍA DE LA UTOPÍA

A lo largo de la historia siempre ha existido una tensión entre teoría y práctica, ética y política, utopía y realidad. No es que estos conceptos sean completamente opuestos, porque a menudo se conjugan en diferentes proporciones, pero nunca hay que perder de vista que, cuando se tiene la cabeza en las nubes, se puede tropezar y caer en un precipicio.
Ya desde Platón e incluso antes ha habido proyectos de sociedades ideales con la pretensión de garantizar la abundancia, la justicia y la felicidad para todos, pero un somero análisis de estos proyectos muestra siempre su profunda inhumanidad. Si los seres humanos  fuéramos homogéneos, de inteligencia igual o similar y absolutamente racionales tal vez pudieran ponerse en práctica proyectos utópicos, pero la humanidad es básicamente lo contrario: desigual, variada, irracional y, por lo mismo, tan contradictoria como creativa. Los sistemas que han pretendido hacer ingeniería social en gran escala, incluso con las mejores intenciones, han producido sólo grises (y muy sangrientas) tiranías sofocadoras de la libertad, la creatividad y hasta la belleza, sometida ella misma a ridículas normas a gusto de funcionarios.
Esto no desalienta a los amantes de las utopías, que suelen ser gentes de gran fe, firmes convicciones y enemigos de cualquier contemporización, aunque la realidad les esté demostrando cotidianamente lo impracticable, absurdo o injusto de sus creencias. Los comunistas franceses, por ejemplo, aceptaron sin rechistar la ocupación alemana en 1940 como un simple contratiempo, porque la “línea del partido” así se lo dictaba en los tiempos del pacto germano-soviético y sólo se lanzaron a la resistencia cuando la URSS fue invadida en 1941 y la línea que apuntaba a la derecha se fue a la izquierda.
La utopías suelen estar impregnadas de “buenísmo”, como el que practicaba Bertrand Russell cuando propugnaba el desarme atómico unilateral en los tiempos de la Guerra Fría, o el que se practica también ahora cuando se propugna una indiscriminada e ilimitada entrada de refugiados en Europa pensando sólo en el drama humano de los mismos y no en las inevitables consecuencias negativas que se producirán en las sociedades receptoras más pronto que tarde. Un utopista típico puede en realidad aceptar ideas opuestas como si tuvieran un entramado lógico, sin apreciar que se excluyen mutuamente en todo o en parte, del estilo de: “aceptemos refugiados, pero no intervengamos en Siria” o “derrotemos al ISIS, pero desarmemos al ejército."
El utopista no suele ver que sus absolutos no sólo son teóricos y por ende inhumanos, sino que suelen ir en contra de la libertad individual y a menudo producen opresión de personas, grupos y sociedades enteras. El feminismo ha traído grandes beneficios no sólo a las mujeres, sino a toda la sociedad, pero ciertas versiones radicales del mismo parecen más bien caricaturas post-soviéticas de imposiciones en el lenguaje y las leyes a las que aspiran. La negativa a contemplar siquiera una regulación de la prostitución o de la gestación subrogada son ejemplos recientes de este tipo de absolutismo ideológico que en nombre de una libertad teórica la suprime en la práctica.
Tengo una conocida que se enfada mucho cuando oye hablar de la exploración del espacio porque “no se puede perder el tiempo con estas extravagancias hasta que no haya una Tierra completamente en paz, sin guerras, sin pobreza y….” un largo etcétera, y yo siempre le pongo el ejemplo de Zheng He, el gran navegante chino que exploró las costas de África en el siglo XV y que pudo haber convertido a la China Imperial en la gran colonizadora y descubridora del mundo, pero la cobardía de los emperadores Ming y la mentalidad confuciana utópica que buscaba justamente lo que mi conocida desea, cerraron China al mundo y permitieron que unos estaditos insignificantes para los chinos, como los europeos occidentales, fueran los que cambiaran la tecnología, la economía y la historia.
La humanidad es a veces cruel, pero en el fondo son más crueles los que quieren pararla en su evolución parapetándose tras grandes pancartas de justicia sin pensar en las consecuencias y sin respetar a sus individuos. Pocos saben que Tomás Moro acuñó la palabra Utopía del griego y que ésta significa “En ninguna parte”.

viernes, 25 de marzo de 2016

LAS SINRAZONES EPISCOPALES CONTRA LA TRANSEXUALIDAD

La aprobación de la nueva Ley Integral de Transexualidad por la Asamblea de la Comunidad de Madrid ha sido bien recibida por los colectivos interesados, pero ha desatado las críticas habituales de algunos jerarcas católicos, los de siempre, que se empeñan en la negación de la evidencia y se repiten en la denigración constante de todo lo que excede su ramplona moral de manual, fundada en presupuestos acientíficos y una visión de la naturaleza y “lo natural” prefabricada y alejada de la objetividad.
Todo el mundo tiene derecho a sus opiniones, incluso cuando éstas son absurdas o arbitrarias, pero cuando estas se emiten desde posiciones de autoridad e influencia con el ánimo de soliviantar a fieles y seguidores, estamos ante operaciones de “agitprop” en nada diferentes de las que llevan y han llevado a cabo grupos políticos en los márgenes de la legalidad.
La ortodoxia defendida por estos personajes ignora voluntariamente los progresos de la investigación biológica, psicológica y psiquiátrica, las posibilidades médicas y, lo que es más grave, la moderna comprensión y el desarrollo de los derechos humanos, en un intento de retrotraer la sociedad a una imagen teórica, cuya aplicación práctica supondría considerables mermas en las libertades generales y la estigmatización de todas las personas LGTB como desviados, pecadores y, finalmente, delincuentes.
Los obispos de marras consideran que la aprobación de la ley es un hecho “grave e injusto”. Es posible que sea grave para ellos, pero injusto ¿para quién? Puesto que recurrir a ella es algo meramente voluntario, no es injusta para los que no la necesitan y sí es justa para los que la han solicitado. La idea de que algo que va contra el dogma defendido es “injusto” significaría de ser aceptada que es injusto todo lo que no aprueba la Iglesia Católica Romana, como en los mejores tiempos del “Nacionalcatolicismo”.
El texto se pierde después en un magma de disquisiciones confusas lindantes con la más rampante cursilería en el que se mezclan ideas tomistas (precientíficas) de la naturaleza con conceptos dogmáticos como el abstruso “pecado original”. Analizar sus conceptos uno a uno resultaría tedioso, baste decir que tras la aparente complejidad de razonamiento la idea central que se transparenta es bien simple: solo hay varones y hembras, definidos desde el nacimiento por sus genitales y estos deben acoplarse siempre con el sexo opuesto con el único y exclusivo fin de reproducirse.
Este “simplismo” busca reducir toda diferencia a “malos comportamientos” condenables moralmente: no hay orientación sexual sino “comportamientos sexuales”, todos perversos fuera de la posición del misionero: un homosexual es sólo un ser que cede a sus desviadas pasiones, no tiene entidad propia, un transexual es una persona equivocada que se deja dominar por sus perturbadas fantasías y mutila indebidamente su cuerpo, un intersexual una aberración de la naturaleza que debe ser inmediatamente corregida, etc.
Las explicaciones científicas, psicológicas y filosóficas modernas de la diversidad sexual, no siempre coincidentes y lejos de constituir un conjunto armónico, son calificadas de “ideología de género” y condenadas en bloque como heterodoxas y, retorciendo el lenguaje, como “absolutistas”, “contrarias a la libertad” y ¡hasta “antiecológicas”! (Papa Francisco dixit).
Lo más hiriente es que se tilden de antiliberales medidas que van a ampliar la libertad individual, porque resulta que para estas creencias la “verdadera libertad” consiste en no ser libre, sino someterse a la obediencia dogmática, lo contrario es la absolutización de la voluntad que pretende ser la única creadora de la propia persona y la absolutización de la técnica transformada también en un poder prometeico e ideológico.
Es evidente el disgusto que se siente por los progresos médicos que permiten la cirugía de reasignación de sexo, pero es sólo una parte de la aversión demostrada a la ciencia en general que tantos y tan sacrosantos principios religiosos ha puesto en cuestión.
La cuestión ecológica iba oculta en la última encíclica del Papa Francisco y pasó casi desapercibida para la mayoría, pero el razonamiento es el mismo: se ha nacido con un cuerpo y unos genitales y cambiarlo es tan “contrario a la naturaleza” como cortar las selvas amazónicas, sobrepescar el mar o producir demasiado CO2 .
Según este primitivo concepto tampoco habría que operar las malformaciones congénitas que han aparecido porque así es la voluntad divina.
Como es habitual, se acusa de la aprobación de la ley a un siniestro plan de ingeniería social dictado por ocultos poderes antirreligiosos para terminar con la única fe verdadera (otras fes dicen lo mismo).
Lo más grave de todo es la llamada que hacen a la desobediencia y la rebelión porque “una ley injusta no obliga en conciencia”. Dado que a nadie se obliga a ser transexual ¿a quien va dirigida esta perla? A los transexuales cierto que no, sino a los odiadores varios que pueden seguir considerándolos como seres degenerados y perversos y a las personas LGTB en general como perchas de golpes físicos o de otra clase.
Un texto como este, redactado en términos algo más respetuosos de la diferencia, puede ser útil para los creyentes, pero tal y como está lo que pretende es sublevar a los fieles sumisos e intentar, contra viento y marea, reconquistar el perdido monopolio moral que llevó en el pasado a las quemas de herejes, porque un pecador es, a fin de cuentas, sólo un delincuente.

martes, 9 de febrero de 2016

MUTILADOS

Se está desarrollando en todo el mundo y también en España una meritoria campaña para erradicar la mal llamada circuncisión femenina, una práctica que con diferentes grados de ensañamiento persiste en Egipto, donde se practicaba desde la antigüedad, y el África subsahariana, y para la que se dan pretextos religiosos, aunque su verdadero fin siempre ha sido la desexualización de la mujer y su sometimiento al patriarcalismo más absoluto.
No hay nada que decir y poco que explicar al respecto, puesto que el consenso general científico, médico y hasta religioso es que se trata de una costumbre bárbara, absurda y peligrosa, sin beneficio alguno para las mujeres que la sufren, pero ya que hablamos de mutilaciones ¿por qué no incluir la circuncisión masculina en una lista negra de prácticas a eliminar?… Más de uno se quedará sorprendido y pensará que es esta una posición extrema o que se trata de antisemitismo, islamofobia o fetichismo, pero ¿no se dice que se hace por razones médicas? ¿Que es más sano? ¿Que previene el VIH?
La verdad es que los varones que necesitan absolutamente una circuncisión por razones médicas son poquísimos y que los supuestos beneficios para la salud de la operación no se han demostrado en ningún caso, mientras que son cada vez más evidentes los daños causados por el brutal corte y subsiguiente cicatrización en una zona tan sensible: pérdida de sensibilidad, mal control del orgasmo, orgasmo con dolor y otros problemas no son inventos sino realidades.
Hay todavía personas a las que he oído decir que se trata de una práctica “higiénica”, porque el pene se puede mantener más limpio, pero esto no tiene sentido alguno si se mantienen buenas costumbres que pueden enseñarse a los chicos desde niños. Si hubiera que eliminar todas las comisuras, pliegues e irregularidades del cuerpo todo el mundo circularía sin varios trozos.
Hay que decir que en España y en el continente europeo en general la circuncisión nunca fue una práctica sistemática ni extendida a la mayoría, aunque yo creo que se practicó bastante durante los años 50 (me gustaría que alguien investigara este punto), pero especialmente en Estados Unidos y en Canadá la mayoría de los varones fueron sistemáticamente circuncidados a los pocos días de nacer y aún lo siguen siendo desde finales del siglo XIX, hasta el punto de que hay mujeres que se quedan tan sorprendidas cuando ven un pene completo que se creen que se trata de una malformación.
Las razones de semejante práctica son, no hay que decirlo, supersticioso-religiosas. Para judíos y musulmanes se trata de una obligación entendida como sacrificio que vincula a la divinidad, pero en su versión moderna anglosajona proviene de la obsesión antisexual y del horror a la masturbación, vista tras el prisma deformante de la moral victoriana como una práctica que llevaba a la degeneración, la ceguera, la locura y la muerte temprana.
No hay ni que decir que en una sociedad laica el mantenimeinto de estos absurdos va contra los derechos de la persona. La circuncisión de niños no es solo innecesaria y peligrosa, sino un atentado contra la integridad de un ser indefenso, una mutilación y, como tal, debe ser prohibida o desaconsejada, a no ser que haya razones médicas de peso para ella.
Si algún adulto quiere cortarse un trozo de su anatomía es otra cuestión, pero incluso a él debería hacérsele reflexionar informadamente sobre el asunto.

miércoles, 27 de enero de 2016

VIEJO Y ANTIGUO

Todos sabemos que hay significados que se parecen sin ser iguales y las palabras que encabezan este artículo son un ejemplo perfecto. Viejo suele tener connotaciones negativas: lo viejo se tira, se reemplaza, se renueva etc., mientras que lo Antiguo está rodeado de un aura de clasicismo, respetabilidad, belleza y otros conceptos positivos. Esto no quita que ambas palabras, como todas, cambien y se maticen con la percepción subjetiva y su uso en determinados contextos: “mi viejo”, puede ser un término cariñoso para algunos, mientras que “es demasiado antiguo” generalmente indica que la antigüedad puede no ser una cualidad recomendable.
El lenguaje es multiforme y el coloquial está lejos de la exactitud seca de los textos legales, de la simpleza de lo políticamente correcto o de la calculada ambigüedad de algunas declaraciones políticas, pero, sin embargo, casi siempre transmite lo que se quiere con amor, odio, indiferencia, desprecio, etc. De aquí que sea tan inútil insistir en ciertas fórmulas lingüísticas que estropean la gramática en intentos inclusivos, para uso de convencidos que no las necesitan.
Cuando “viejo” se aplica a personas puede hacerse de forma insultante o despectiva, pero la realidad es que los seres humanos envejecen y que sólo en sentido figurado se les puede aplicar el adjetivo “antiguo". Reconocerse en la edad y sus limitaciones es una virtud, un sano ejercicio de realismo contra la depresión que puede causar la huida sistemática del inevitable paso del tiempo. Los eufemismos que embellecen como “tercera edad”, “mayores” no ocultan lo que hay detrás, pero ayudan a no verlo como inevitablemente negativo.
En realidad sólo los simples o los neuróticos ven siempre connotaciones negativas en lo viejo, tanto en cosas como en personas. Paciencia, experiencia, comprensión y ecuanimidad son virtudes pocas veces presentes en los jóvenes, cuya capacidad de disfrutar plenamente de cada momento, de cada cosa y de cada persona es también mucho más reducida.
A veces sorprende aún más la afirmación de que lo viejo y gastado puede ser bello, pero es un hecho que hay muebles, ropa y personas que adquieren flexibilidad, pátina, estilo y una gracia que no tenían cuando estaban nuevos y rígidos. No ver la belleza propia de cualquier edad es una grave limitación de sujetos sin imaginación, posiblemente obsesionados con su propia decadencia. El que no se deja encerrar en angostos límites estéticos tendrá una capacidad casi infinita para apreciarse a sí mismo y a otros, para percibir la belleza no inmediatamente aparente y para ver a los mayores, a los viejos, con la misma aura que si fueran “antiguos”.