viernes, 16 de abril de 2010

Una Historia de Miedo


Para los que aún no se convencen de la necesidad de luchar por derechos iguales y de garantizarse protección jurídica antes de que sea demasiado tarde, he aquí una historia que pone los pelos de punta.

Clay y Harold eran una pareja gay que vivía en el Condado de Sonoma en California. Llevaban juntos más de veinte años y todo fue bien hasta que Harold tuvo una mala caída y tuvo que ser hospitalizado. Las autoridades del condado ignoraron completamente a Clay y comenzaron a tratar a Harold como si no tuviera familia. Sin autoridad alguna se incautaron de todos los bienes de la pareja, sin determinar lo que era de cada uno, se quedaron con las cuentas bancarias y subastaron todos los objetos "para pagar las cuentas de hospital de Harold". No contentos con esto, rescindieron el contrato de alquiler de la casa en que vivían y trasladaron a Clay a una residencia de ancianos contra su voluntad.

Harold murió, sin haber podido ver a Clay, tres meses después de su hospitalización, y éste se ha quedado sin nada y con la sola posibilidad de entablar un pleito contra estas terroríficas autoridades para recibir alguna compensación.

Supongo que esto es lo que desean nuestros amigos eclesiásticos y de la ultraderecha que siempre están hablando de los mucho que nos quieren, pero de lo malos que somos y de lo injustamente que pedimos "derechos especiales".

Podéis ver el artículo original en inglés en el vínculo de "Joe my God" a la derecha.



miércoles, 14 de abril de 2010

Aburrimiento


Hay autores que envejecen sin remedio, subversivos, brillantes y renovadores de una época se trocan en palabrería sin sentido en la siguiente. Me temo que Genet es uno de ellos. Ayer tuvimos que padecer yo y unos amigos dos horas cuarenta minutos de aburrimiento asistiendo a la representación de "El Balcón" en las naves del Teatro Español en El Matadero de Madrid.

No es que la burguesía no sea hipócrita y corrupta (véase el Gürtel), ni que los ciudadanos no anden despistados y se dejen engañar por los figurones y los oropeles hoy como hace cincuenta años, pero el planteamiento que se hace en "El Balcón" es rancio y, peor aún, confuso, lo que en su tiempo podía ser provocador (el burdel) resulta hoy banal y los personajes, más bien arquetipos, son a veces casi incomprensibles. Si a esto añadimos un texto farragoso y repetitivo tenemos el aburrimiento garantizado.

El montaje de Ángel Facio es brillante en su concepción del espacio escénico, pero no tanto en la insistencia en hacer participar a unos espectadores aturdidos por explosiones ensordecedoras, obligados a volverse incómodamente hacia el balcón trasero (menos mal que sólo fue un momento) y castigados con discursos decimonónicos y el canto a de "¡A las Barricadas!" durante el bienvenido intermedio... que no fue tal. Un buen número de sufridas víctimas decidió huir y no aguantar la segunda parte, algo mejor que la primera, pero no suficiente para justificar la obra.

Tal vez con grandes cortes y un montaje bien distanciado, puesto que aquí se trata de los arquetipos del poder y no de los revolucionarios, de los que sólo se habla como amenaza, "El Balcón" hubiera sido más soportable, pero lo dudo. Genet conocía muy bien un mundo marginal de su tiempo que pinta con gran habilidad, pero los grandes discursos con pretensiones filosóficas no eran lo suyo y los años los ha convertido en pura arqueología.

Los intérpretes hacen lo que pueden, pero la mala sonoridad de las naves tampoco ayuda mucho cuando los actores hablan simplemente a media voz, lo que contribuye aún más al desastre.

La moraleja es que hay textos que están mejor en las bibliotecas.

martes, 13 de abril de 2010

¡Video Fantástico!

Os recomiendo que veáis este estupendo clip. La canción dice: "Si fuera un hombre me gustaría ser un oso.

Pulsad sobre este vínculo: Pixie Herculon

Os gustará mucho

Viaje a Segovia


Hace pocos días que con el Grupo de Mayores Gays viajé a Segovia. Era Viernes Santo, lo que quiere decir que había muchísima gente en movimiento y que la ciudad estaba más invadida que de costumbre por huestes de turistas nacionales y extranjeros cámara en ristre, niños que se movían con despiste, ancianos que lo hacían con torpeza, padres y madres con angustia, etc.

La ciudad estaba tan bella como siempre y no demasiado afectada por cortes para procesiones. Vimos un amago de una entrando en la catedral, lo que me volvió a confirmar en la idea del horrible cristianismo español, tan lleno de sangre, martirios e inquisidores y tan escaso de esperanza. En casi todos los países cristianos se celebra la Pascua, la resurrección, mientras que en España ésta desaparece tragada por las lóbregas imágenes kitsch de una contrarreforma de la que nadie se acuerda.

Era interesante comparar la masa de gente contemplando imágenes religiosas y el restaurante repleto de la misma gente devorando corderos y cochinillos sin la más mínima preocupación por la famosa abstinencia. Comimos estupendamente en José María y no estuvimos demasiado pesados para caminar hasta el Alcázar y visitar su interior, aunque sin subir a la torre, claro.

El viaje en AVE una delicia, se llega a Segovia sin sentir. La información que se nos dio en el tren: planos, folletos, etc., sólo puede calificarse de excelente. La nueva estación de Guiomar una belleza... Pero el transporte desde allí al centro (6 Kms.) y viceversa un desastre: autobuses repletos, poco frecuentes y con conductores antipáticos poco preparados para recibir turistas. Hasta el precio del billete es surrealista ¡88 cents! Ciertas ciudades históricas deberían hacer un esfuerzo para remediar detalles que afean.

Un buen día en muy buena compañía.

miércoles, 7 de abril de 2010

El Sexto Mandamiento


A la vista de los enormes escándalos de corrupción que se destapan en la actualidad y que afectan al PP de forma directa, me pregunto si los obispos van a sacar a la calle a sus disciplinadas huestes para protestar contra los graves pecados cometidos por todos los participantes contra los españoles en general, pero me respondo inmediatamente que no, apoyándome en el absoluto silencio que guarda la iglesia española sobre aspectos sobre los que habla poco y con la boca pequeña.


No debería sorprenderme, puesto que la “moral” de la educación católica que recibí versaba casi exclusivamente sobre el sexto mandamiento. Había siete pecados capitales, si no recuerdo mal, pero sólo la lujuria era verdaderamente mala y merecía explicarse, la gula, la soberbia, la avaricia, la ira, la envidia y la pereza eran de menor entidad.


Nuestros prelados considerarían sin duda un grave pecado la avaricia de los políticos de turno que les dejaran sin la generosa financiación que no podrían conseguir de sus fieles ni en sueños, pero como de momento este peligro no existe, los únicos pecados que consideran dignos de manifestación son la homosexualidad y el aborto, que tienen relación directa con el sexto mandamiento, sin duda el más serio de todos, menos cuando se considera digno de ocultación o de bula, especialmente si se trata de clérigos o de beneméritos fundadores de asociaciones integristas, como el Sr. Maciel.

lunes, 5 de abril de 2010

Excusas que acusan


La actual tormenta de los abusos pedófilos o "efebófilos" de eclesiásticos está poniendo de manifiesto que la iglesia, que tanto habla de la moral de los demás, es una institución bastante poco ética. Es cierto que no se puede pensar que la mayoría de los sacerdotes es abusadora, pero de lo que se acusa al Vaticano y a los jerarcas que de él dependen no es de abuso, sino de haberlo ocultado sistemáticamente, de haber puesto a más menores en peligro y de no considerar la angustia de las víctimas.

Los medios reaccionarios están llenos de excusas mil veces repetidas: se trata de una campaña anticristiana (promovida por una conspiración (judeo)masónica, según César Vidal), no hay tantos abusados, la culpa es de la revolución sexual, etc. Razones todas tan endebles y tan evidentemente traídas por los pelos que apenas si necesitan comentario.

Más aún, en la operación de camuflaje a que ahora se dedican los poderosos medios proeclesiásticos en todo el mundo, es posible utilizar la situación para desempeñar el papel de víctima, barrer para adentro y seguir arrogándose la superioridad moral lanzando acusaciones sin fundamento, como la de que en el fondo los culpables son los homosexuales, que son todos pedófilos y que se han infiltrado en la iglesia para sus perversos fines. No otra cosa vino a decir Bill Donohue, presidente de una importante asociación católica estadounidense y figura mediática de frecuente aparición en Fox News y otras tribunas ultraconservadoras.

Semejantes sofismas tampoco requieren más contestación que el desprecio. Para la iglesia es más importante que para ninguna otra institución la credibilidad y estas excusas más bien la acusan.