viernes, 29 de marzo de 2013

CON GLORIA A LA GLORIA

Si alguien quiere darse una idea de la moral católica, tan invariable, inhumana y obsesionada con el sexo como siempre, solo tiene que asistir a las clases que la profesora Gloria Casanova imparte en una universidad valenciana adscrita, claro está, al CEU, o Asociación de Propagandistas de esta religión tan alegre. Bastan unas cuantas frases para iniciar un acelerado viaje hacia los tiempos más oscuros del franquismo o de la Contrarreforma apoyada por la Inquisición.

Según parlotea esta cabeza clónica del amor y compasión vaticanos, una mujer puede tener la desgracia de ser violada, pero claro que, si queda embarazada, esto es una bendición de dios... porque se crea una nueva vida, algo que sin duda está en el plan de de la divinidad (como sin duda la violación), mientras que si se le ocurre abortar comete una gravísima falta digna de condenación eterna. ¡Hay que ser "provida", chicas!... Aunque se trate de una vida miserable, casada con un marido infiel, maltratador, quien sabe si el violador original, que se ofreció a reparar su falta desposándose con la víctima. ¿Divorciarse?... ¡Qué horror! Es mejor llorar mucho, aguantar los golpes, las humillaciones y correr el riesgo de ser asesinada, antes que comportarse de forma inmoral. Esto es lo que debe hacer toda esposa cristiana, más bien toda esposa, porque ya se sabe que la moral cristiana es la mejor y que debe imponerse a todos, les guste o no.

¿Homosexuales?  ¿De qué hablan?... los homosexuales no tienen derecho alguno porque lo son por su gusto, es del dominio público que el que quiera puede cambiar y hacer que le atraiga el sexo opuesto: la homosexualidad puede "reconducirse" con las debidas descargas eléctricas, eméticos, oraciones y exorcismos.

La profesora Casanova nos da una lección magistral de dónde estaría la legislación española de haber seguido dictada por los obispos y sus seguidores, entre los que se cuenta una parte sustancial del partido actualmente en el poder, cuya sección regional de Nuevas Generaciones lleva por cierto una campaña de denuncia contra el "adoctrinamiento" que puedan hacer los profesores en ciertos niveles de enseñanza, es decir, contra cualquier idea desagradable para la reaccionaria derecha valenciana expuesta en la escuela pública, que ya se sabe que debe ser cerrada para entregar todos los alumnos a los que siguen las ideas de la señora Casanova, quien tiene todo el derecho a la "libertad de cátedra"... no como esos torcidos maestros de izquierdas.

Lo único que me sorprende y me anima de todo esto es que fueron los mismos alumnos de la universidad de marras los que denunciaron este parloteo que pretende ser moral, cuando se trata en realidad de someterse a unas crueles normas confesionales, dudosamente éticas, inspiradas en el más puro sexismo e impregnadas de homofobia. Es animador que se oigan protestas en algún momento, porque sin duda se vienen repitiendo hace mucho y hasta ahora nadie se había atrevido a decir nada o a ausentarse de un aula en la que se denigra la condición femenina y a los homosexuales con el habitual "newspeak" católico de llamar amor al odio y libertad a la intolerancia.

jueves, 28 de marzo de 2013

CIFRAS SIN SENTIDO

He dicho ya en posts anteriores que una de las mayores tonterías que se repiten en la actualidad versa sobre la cantidad de personas que se manifiestan por A o por B. Parece que si hay mucha gente en una manifestación cualquier otra legalidad debe o puede ser ignorada o que la tal manifestación representa a la totalidad de la "opinión pública", pero para los que aún piensan racionalmente debería estar claro que una manifestación no es sino la expresión de "una" opinión y que, por muy numerosa que ésta sea, no puede ni debería nunca sustituir la legalidad de la representación parlamentaria, por mucho que algunos hoy día consideren que esta representación es imperfecta o que no los representa en absoluto, dado que la alternativa es que que cualquier grupo bien organizado puede arrogarse casi cualquier representación y acabar con cualquier democracia.

La manipulación de números se ha convertido en un deporte favorito de los que temen perder votaciones parlamentarias y quieren forzarlas con grandes demostraciones de masas que den la impresión de que su "mayoría" está siendo burlada por una minoría política irresponsable o malvada. Un millón o incluso dos millones de personas en las calles de una capital parecen razones suficientes para desautorizar cualquier ley y tildarla de "antidemocrática", cuando la realidad es que puede ser la manifestación la que intenta evitar que se extienda la democracia o que se acabe con injusticias palmarias.

Viene esto a cuento de la manifestación parisiense en contra del matrimonio igualitario, cuyas cifras muy sustanciales de 300.000 personas (convertidas en millonarias por los patrocinadores) de ninguna manera representan a la totalidad de una población de más de 65 millones. La manifestación, el ruido mediático, las peleas callejeras, los insultos contra la ministra de justicia y otros hechos similares forman parte de una bien orquestada campaña cuyo origen hay que buscar en la Iglesia Católica y a la que se han apuntado otras organizaciones como el Frente Nacional y parte de la UMP. ¿Significa esto que la mayoría de los franceses estén en contra de que se extienda el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo? Ciertamente que no, aunque esto es lo que se quiere hacer ver al llenar calles y noticias.

Sorprende la virulencia del asunto en la Francia laica, cuando en España y Portugal la misma iglesia organizó también masivas manifestaciones populistas, pero quedó finalmente aislada y no consiguió interesar a ningún sector de la población en su cruzada negativa, pero supongo que esto tiene mucho que ver con el nulo prestigio intelectual y social del catolicismo y su clero en los países ibéricos y con la división, amargura y falta de dirección de la población francesa, aumentadas por una interminable crisis que nadie parece poder dirigir o digerir.

domingo, 3 de marzo de 2013

DE FERNÁNDEZ A WALESA... PASANDO POR ROMA

Mi amor es más fuerte que vuestro odio

Los Estados Unidos ha progresado tanto en el camino a la igualdad de sus ciudadanos que ahora tienen un presidente afroamericano, cuando todavía en los años 60 del siglo pasado muchos como él no podían votar o bañarse en una piscina de blancos, pero eso no quiere decir que el racismo haya desaparecido: ha sido derrotado intelectualmente, es impresentable socialmente y hay leyes que lo prohíben, pero sigue habiendo racistas que miran a los no blancos con odio y que compensan sus complejos difundiendo leyendas urbanas absurdas sobre la maldad, la vagancia y la peligrosidad de los oscuros o, peor aún, disparando contra inocentes con las armas que les permite la irresponsable legislación norteamericana sobre la materia. Muchos racistas te dirán que no lo son, que "ellos no tienen nada contra los negros", pero que no quieren vivir con ellos porque... y aquí aducirán una serie de razones absurdas e historias falsas.

Los homófobos no son diferentes, son racistas hacia conciudadanos que no les han hecho nada y a quien ni siquiera conocen por fanatismo religioso, machismo, ignorancia y, también, por la inseguridad sexual de muchos de ellos. Los pretextos que utilizan para su discriminación son rancios, derrotados intelectualmente, acientíficos y confesionales, pero gozan aún de algún predicamento social entre conservadores, especialmente de cierta edad. No puede sorprender, pues, que el ministro español del interior, bien conocido en círculos integristas, siga lanzando andanadas contra el matrimonio igualitario, lo que quiere decir contra todas las personas LGTB, con simplezas como que "no garantiza la pervivencia de la especie", con lo que sigue reduciendo a los homosexuales a sexo... y el matrimonio a un proceso de cría. Por esa regla de tres deberían estar prohibidos los matrimonios de personas estériles, de ancianos, etc., y anularse los de aquellas personas que no tuvieran hijos.

Pero es que, además, muchos homosexuales tienen hijos propios o cuidan y educan a los ajenos, porque no son, como debe creer el ministro, gentes superficiales, vagas, viciosas y egoístas dedicadas siempre a la satisfacción de sus instintos.

Hijo de la misma iglesia, el que fuera sindicalista anticomunista en los astilleros de Gdansk, Lech Walesa, ha dicho que no puede aguantar la presencia de homosexuales, que deberían estar sentados detrás de alguna cerca en el parlamento y que no está de acuerdo en concederles ningún derecho "porque son una minoría y como tal deben aguantarse y no imponer su presencia y sus derechos a la mayoría." Si cambian ustedes la palabra "homosexual" por "judío", por ejemplo, algo de larga tradición polaca y católica, se armaría un considerable jaleo, porque antisemitas hay, pero el antisemitismo no es presentable socialmente, mientras que todavía se puede discutir entre ignorantes si las personas LGTB son viciosas, enfermas, inmorales o si se trata de personas y no de humanos degenerados.

No es una casualidad que el ministro español hablara en Roma y que añadiera que se va a reforzar la enseñanza de la religión en la escuela, ¡gran solución para los problemas de la educación en España!... aunque así a lo mejor consiguen que haya algunos homófobos más.

sábado, 2 de marzo de 2013

DE NUEVO EL SILENCIO

"El País" es el mejor diario de España, pero eso no quiere decir que sea excelente, porque a veces informa mal... y no me refiero a su tendencia política, porque todo parecido con la prensa totalmente sectaria es pura coincidencia, me refiero a que no siempre los artículos de ciencia o de sociedad están bien escritos por las personas adecuadas y dan la impresión de descuido, a que a menudo se cuelan gazapos muy gordos, como en una entrevista reciente a una pintora que afirmaba gustarle una galería por su excelente "luz genital", y a que en ocasiones los redactores dan la impresión de casi no saber escribir en castellano correcto. 

Lo que más me molesta, sin embargo, es la profunda reticencia con la que trata la homosexualidad. Algo ha cambiado en los últimos años, pero no lo suficiente, y esto queda una vez más demostrado por la reseña biográfica sobre el pianista Van Cliburn, fallecido hace unos días. El New York Times publicó una muy parecida en la que se hablaba de su carrera musical, su éxito en la antigua URSS... y de que su compañero de larga duración le había puesto un pleito para indemnización cuando se rompió la relación. El excelente periódico americano, antiguamente muy homófobo, ha dado un giro de 180º y es uno de los que mejor informa sobre todas estas cuestiones, siempre de un modo correcto, equilibrado y con la terminología debida.

Nuestro mejor periódico, sin embargo, no indicaba en ningún momento que el famoso pianista tuviese vida privada alguna, de un modo muy español que consiste en no mencionar nada sobre la familia o la enfermedad de la persona y en callar lo que al redactor de turno le parece polémico, y sin duda la homosexualidad lo sigue siendo para "El País". Cuando el que hace la reseña es amigo del muerto suele ser una loa a todas las buenas cualidades que la muerte embellece, cuando no lo es tiende más bien a ser una seca relación de su trayectoria. Pero descubrir la orientación sexual de personas importantes en las artes, las ciencias y la cultura es algo que ayuda a normalizar, integrar y aceptar, callarlo demuestra nuevamente prejuicio.

¡Ah! y a estas alturas aún aparecen titulares sobre las "bodas gays", como si se tratara de un matrimonio diferente del de los demás, en titulares que podrían ser iguales en "La Razón" o el inefable y catolicón "Abc".