jueves, 28 de junio de 2012

MACHISMO CONTRA DERECHOS

Hay bastantes estados en el mundo, especialmente en países atrasados de África y del Medio Oriente, en el que los derechos de las mujeres, los niños y las personas LGTB son ignorados, violados y ridiculizados con pretextos varios, generalmente religiosos. Sin perder de vista que las religiones son también ciertamente culpables de estos abusos, hay que reconocer que las creencias se suman y se adaptan a culturas patriarcales en las que los derechos de los machos predominan sobre cualquier otra cosa, de modo que las hembras y los varones que por orientación sexual "se comportan como hembras", son despreciados y se convierten en objetos de aversión y odio.

Es difícil que en estas sociedades cambien los conceptos mientras las mujeres y los jóvenes en general sigan sometidos y sin posibilidad de independizarse económica y socialmente, lo que no sucederá sin desarrollo económico, aunque este no es suficiente por sí mismo, como puede verse en lugares como Arabia Saudita.

Esta es una realidad incómoda en el mundo en el que vivimos, en el que unos países están en el siglo XXI y otros aún en el XV, pero el respeto cultural por la diferencia no debe confundirse con la aquiescencia a la barbarie. Nadie en Europa, América o incluso entre la élites educadas de África considera que la mutilación genital femenina sea una práctica aceptable, aunque tenga una larga tradición cultural y, del mismo modo, hay que repetir siempre que haya ocasión que el tratamiento legal y práctico de los derechos de las mujeres, niños y personas LGTB en estos países es simplemente incivilizado y brutal, que deben avergonzarse de él y "aprender" de la evolución de los estados de Europa y América.

Es cierto que muchas de las absurdas leyes contra personas LGTB vigentes en África, por ejemplo, fueron inspiradas por legislaciones coloniales victorianas en sociedades que hasta entonces habían sido menos represivas, pero hay que reconocer que el fuerte machismo predominante antes y ahora no garantizaba en ningún caso una verdadera tolerancia, una vez desaparecidas las condiciones precoloniales.

El machismo implica siempre sexismo y con frecuencia racismo, puesto que se rechaza o desprecia lo "débil", lo diferente, lo que no se conforma a las arbitrarias normas del machismo de cada lugar. Los "valores tradicionales" que a veces se predican son con frecuencia pantallas tras las que se oculta la más cruda barbarie que obliga a las mujeres a someterse y a muchos varones al disimulo permanente, lo que no quiere decir, claro está, que desaparezcan comportamientos homosexuales que tienen lugar en la clandestinidad, sin nombre ni calificación; son los países donde no hay gays, solo hombres que se acuestan con otros hombres, mientras que se ignora a las mujeres, que por pasivas pueden ser violadas, usadas o repudiadas.

Denunciémoslo siempre y sin paliativos.

miércoles, 27 de junio de 2012

UTILIDAD DEL ORGULLO

Las polémicas que se desatan regularmente sobre el sentido y la forma de organizar las manifestaciones del orgullo me causan una cierta desazón y considerable aburrimiento, porque casi todas las posturas son válidas en parte y no veo por qué un patrocinio comercial tiene que impedir una reivindicación política ni tampoco lo contrario. En mi opinión la gran fiesta gay se ha convertido en "la gran fiesta", especialmente en Madrid, y esto tiene más importancia de la que algunos piensan por varias razones.

Como acto de afirmación de derechos y de postura política que sobrepasa los límites de partidos y sindicatos. Solo el PP mantiene una postura reticente, con algunos de sus miembros apoyando lo básico de las reivindicaciones y otros virulentamente en contra, pero incluso en este partido el lenguaje se ha moderado y la homofobia descarnada es rara. El PP debería darse cuenta de que su electorado integrista no tiene otros a quienes votar y que le sería poco práctico fundar otro partido. Los conservadores españoles deberían modernizarse definitivamente y seguir los caminos del verdadero liberalismo, muy lejanos de la servil obediencia a una jerarquía católica ávida de privilegios y con escaso eco social.

Como gran fenómeno normalizador e integrador. Las fiestas del orgullo atraen a muchísima gente de todas clases, edades y procedencias que se lo pasan bien juntos y codo con codo con las personas LGTB. No hay mejor antídoto contra prejuicios e ideas preconcebidas que alternar con lo diverso y esto es algo que se consigue plenamente. La idea de que la exhibición de pluma y folclore en los desfiles es negativa creo que no tiene en cuenta el hecho de que el público distingue bastante bien entre espectáculo festivo y realidad cotidiana, los que se escandalizan de ciertos atuendos y actitudes lo hacen farisaicamente y desde posturas bien meditadas como ataque, en ningún caso se trata de espectadores inocentes.

Como una gran celebración cívica. Pocas fiestas en España tienen un origen laico, ciudadano y esencialmente festivo; la inmensa mayoría son de origen religioso, muchas de ellas francamente siniestras o crueles, casi todas localistas y reducidas a unos pocos actos oficiales. El orgullo se ha convertido en algo que ilumina toda la ciudad, que atrae muchos visitantes y que da fama y prestigio regularmente y sin grandes gastos públicos; las tontas polémicas sobre la basura que se genera y lo que cuesta limpiarla provienen siempre de los mismos que desearían que no se celebraran

¿Y quién desearía su supresión?... Los mismos de siempre, los que siguen diciendo que las personas LGTB lo son por elección propia, que llevan vidas inmorales, que son un mal ejemplo para todos, que corrompen menores y destruyen "la familia" (¿cuál?). Para estos grupos de dogmáticos fanáticos deberían ser invisibles, avergonzarse de su propia existencia y ser ignorados por todos los demás... en el mejor de los casos, porque en el peor desearían la criminalización y persecución que se usaba antiguamente y que aún se usa en otras partes del mundo.

Los demás pueden discutir detalles de la fiesta, pero sin dejar de reconocer su indudable importancia.

domingo, 24 de junio de 2012

EL MATRIMONIO NO ERA COMO DICEN

Una de las ideas más falsas que se repiten acerca del matrimonio "tradicional" es que era una unión entre hombre y mujer por amor, pero cualquiera que lo haya estudiado un poco sabe que solo en casos excepcionales era así. Se trataba de un importante negocio entre familias desde muy arriba hasta muy abajo en la escala social, una solución vital para hombres y mujeres que apenas hubieran podido sobrevivir solos, un deber que cumplir con los padres, una necesidad para la tribu, etc. El amor no entraba en todas estas consideraciones más que de forma muy secundaria o en absoluto, de aquí que la literatura amorosa tuviera más que ver con el adulterio, las cortesanas o ideales inalcanzables que con las parejas casadas.

Lo que no se dice tampoco es que al ser una obligación social y familiar, así como la única posibilidad de vida para todas las mujeres que no fueran ricas herederas, monjas o prostitutas, el matrimonio gozaba de total estabilidad, podía ser indisoluble y sin alternativa.

Las mujeres decentes estaban igualmente obligadas a ser monógamas, pero los hombres no, puesto que en muchas culturas, entre las que se cuenta la de los patriarcas bíblicos, la poligamia era frecuente y, donde no se contemplaba de derecho se practicaba de hecho: cortesanas, amantes y segundas familias eran lo normal para los varones cuyos medios se lo permitían.

El matrimonio por amor, por libre elección de los cónyuges con implicación de fidelidad mutua es algo muy moderno, apenas se remonta a poco más de un siglo en los países más adelantados y, para destruir más esquemas preconcebidos, al ser por amor se ha vuelto inestable: sin obligación no hay permanencia porque las relaciones, especialmente las que entablan jóvenes inmaduros, cambian, se acaban o se transforman. Además, tampoco es ya un requisito para vivir juntos, de aquí que la gente se case menos y se divorcie más.

El matrimonio no era como dicen, ni era ni es como las iglesias quieren y desde luego no puede volver a ser lo que fue.

viernes, 22 de junio de 2012

EL MATRIMONIO EN EL DICCIONARIO

Por fin, y a pesar de la opinión de algunos retrógrados, la RAE ha admitido una definición de matrimonio que incluye a las personas del mismo sexo. Es un paso pequeño, pero importante en el progreso hacia la igualdad y el rechazo del prejuicio y la superstición.

No es cierto que semejante aceptación suponga una "redefinición" subversiva, como se dirá inmediatamente desde las organizaciones que difunden odio, porque para la sociedad y el estado en el que se organiza se trata de un contrato con dos firmantes y sus condiciones no cambian en absoluto al hacerse posible para más personas: ningún casado va a sufrir porque dos personas del mismo sexo decidan contraerlo, no va a aumentar espectacularmente el número de divorcios ni el maltrato doméstico alcanzará cifras fabulosas. Ninguna de estas cosas ha sucedido desde 2005, fecha en la que se legisló en este sentido en España, ni en todos los demás estados del mundo en que se ha hecho lo mismo.

Las tonterías que se han dicho sobre si se debía usar la palabra para las uniones de personas del mismo sexo, en vez de "unión civil" u otro eufemismo, solo eran tontas superficialmente, puesto que lo que ocultaban era un deseo real de discriminación, cuando no de simple negación de derechos. Los ataques han provenido siempre de organizaciones religiosas, en ocasiones disfrazadas de laicas, con el pretexto de "valores familiares" o "tradicionales" u otros adjetivos que suenan bien, pero que quieren decir "sectarios", "dogmáticos" y excluyentes.

Las iglesias son muy libres de considerar que el matrimonio es sacramento, sagrado, indisoluble y reducido a dos personas de sexos opuestos, pero no tienen derecho alguno a extender esta "redefinición" a los que no comulgan con sus creencias...ademas, si uno se cree realmente la Biblia judeocristiana lo que habría que practicar es la poligamia de los patriarcas, del Rey David, del Rey Salomón y etc., aunque de ese libro cada iglesia saca lo que quiere.

El contrato es el mismo para todos y la palabra también... Por fin lo dice la RAE.

viernes, 15 de junio de 2012

ORIENTACIÓN Y GENÉTICA

Un nuevo estudio aporta un importante dato sobre el origen genético de la homosexualidad, el Huffington Post en su edición norteamericana se hace eco de la publicación de Andrea Camperio, de la universidad de Padua, que ha estado trabajando sobre datos que demuestran que las madres y las tías maternas de los hombres homosexuales (no de las lesbianas) tienden a tener más hijos que las de los héterosexuales. Parece haber al menos un gen en el cromosoma X, que es el que las madres transmiten a los hijos, que al tiempo que favorece la homosexualidad masculina hace a las mujeres más fértiles y atractivas, además de tener embarazos más libres de problemas, ser más extravertidas, tener mejor vida familiar y menos ansiedad.

Esto se denomina: "Hipótesis de selección equilibrada", y demuestra prácticamente que la homosexualidad masculina en la especie humana y en muchas otras no contradice su origen evolutivo, puesto que al mismo tiempo que se favorece la homosexualidad de algunos individuos se favorece la reproducción de la especie, ya que si (al menos en teoría) los homosexuales tienden a reproducirse menos, sus madres y tías son más atractivas para otros hombres y se reproducen más.

Cierto que esto no elimina otros factores, como el que se viene estudiando de la exposición del feto a una mayor o menor cantidad de hormonas durante el embarazo, pero es un dato más que demuestra que la atracción predominante por el mismo sexo no es perversión o elección, sino que viene determinada por un conjunto de causas prenatales, lo que invalida las valoraciones morales de un hecho inevitable, al tiempo que demuestra también que no se puede simplificar diciendo que hay un "gen gay", puesto que la genética es algo más complicada de lo que a veces se populariza.

La naturaleza no es como les gustaría a muchos que hablan de "ley natural" para imponer la que ellos inventan, sino bastante más variada y contradictoria.


miércoles, 13 de junio de 2012

SEXO Y AFECTO

Uno de los más serios problemas del armario para los gays 60+ ha sido la dificultad para poder establecer verdaderas relaciones afectivas. Mientras que los héteros siempre fueron animados por familia y sociedad a "sentar la cabeza" y casarse o algo parecido, los gays podían ser descubiertos como tales si se atrevían a vivir con alguien en una relación estable, lo que suponía ridículo, rechazo familiar, aislamiento y quizás persecución.

La combinación de presión social externa y homofobia internalizada sumó a partir de los 70 del siglo pasado un elemento ambiguo: la idea de que la liberación sexual daba la posibilidad de vivir libremente, sin trabas y sin sujetarse a los viejos patrones de pareja, que se veían como algo limitador, conservador, impropio de la vida alegre de los gays.

Muchos hombres 60+ vivieron en pareja de todos modos, superando los prejuicios como pudieron y rechazando una promiscuidad que nunca estuvo hecha para todos, pero otro buen número quedó prendido en una situación en la que sus necesidades afectivas eran satisfechas por familia (cuando esto era posible) y amigos, mientras buscaban sexo anónimo en un mundo subterráneo y a veces bastante sórdido.

La normalización de la homosexualidad como variante tiene, entre otros muchos beneficios, la ventaja de poder establecer y hasta oficializar una relación entre dos personas del mismo sexo, pero esto llega tarde para muchos mayores, tan acostumbrados a separar sexo y afecto y aún tan reticentes a cualquier reconocimiento real de su situación, que rechazan indignados la clasificación de "gays" y hasta critican el matrimonio igualitario, a veces con argumentos rancios y otras con un falso progresismo transgresor tras el que se esconden el miedo o el resentimiento.

Hay también héteros para los que nunca estuvo hecha la vida de pareja o que viven en lo que vulgarmente se conoce como "morbo", pero muchos gays fueron condenados a esta situación sin quererlo y ahora no siempre son capaces de salir; como el preso que no puede acostumbrarse a la libertad. Es una lástima, porque no hay edad límite para amar y la separación de sexo y afecto supone menos cantidad y calidad de ambas cosas según se crece en años, pero hay personas que nunca serán capaces de dejar la jaula en la que ahora siguen sin guardián que los vigile.

lunes, 11 de junio de 2012

RECONQUISTA Y DIVERGENCIA

Uno de los fenómenos más interesantes de nuestro tiempo, si dejamos aparte la interminable y obscena crisis económica, es lo mucho que se habla otra vez de Iglesia y lo poco que se habla realmente de religión. Cuanto más se cita lo que ha dicho el papa o este o aquel obispo, menos caso se hace de la espiritualidad y sí mucho de las implicaciones políticas de una institución cuyo sentido es cada vez menos claro en el mundo moderno. Puede que la Iglesia Católica quiera "reconquistar" el terreno perdido en España o Irlanda, pero sus deseos chocan con la realidad de que la sociedad entera, empezando por muchos que aún se consideran católicos, diverge cada vez más en costumbres, creencias y prácticas de lo que una jerarquía fosilizada insiste en imponerles.

Al hablar de esto es posible que venga inmediatamente a la mente la moral sexual, obsesión principal de unos obispos que llevan una guerra perdida contra la mujer y sus derechos y contra cualquier clase de desviación de una ortodoxia casi patológica, pero la divergencia social es mucho más básica: la Iglesia Católica aparece cada vez más como una estructura de poder fría, lejana, detentadora de privilegios sin fundamento y perseguidora de muchos de sus propios fieles con considerable mezquindad. También aparece como claramente identificada con una opción política concreta, lo que a la larga no es beneficioso ni para ella ni para el partido en que se apoya, aunque ambos crean que les conviene la alianza.

La afluencia a cultos, procesiones y devociones es engañosa porque muchos de los que acuden a estos ritos lo hacen por costumbre o simple superstición, sin que tales cosas les hagan más obedientes o sumisos, pero los que no acuden los ven cada vez más como algo igualmente mecánico, lejano, supersticioso y finalmente irrelevante y folclórico, cuando no irritante.

El apoyo vaticano a grupos secretistas y fanáticos tampoco es un signo alentador; tal vez sirvan para influir, manipular y hasta arrancar concesiones, pero generan una enorme desconfianza y nula devoción. No es creíble que la mayoría de la sociedad se afilie a estos cenáculos, pero es posible que la mayoría de los católicos que queden acaben captados por una u otra de estas tendencias, lo que contribuirá aún más a su aislamiento.

La Iglesia Católica en algunos países tradicionalmente dominados por ella, como España, se aproxima rápidamente a una seria crisis, sin que su provecta jerarquía parezca darse cuenta: la elevada edad de los sacerdotes, la falta de renovación de los mismos, la indiferencia de la mayoría de la población y la conciencia de que goza de indebidos privilegios económicos y de otra índole anuncian una profunda revisión de su situación que sin duda depende también de los ciclos políticos, pero ya se sabe que hay ciclos para todo y para el cambio político también.

LA EXQUISITA MORAL CATÓLICA


El New York Times, periódico muy lejos del sensacionalismo, ha descubierto unos documentos que deberían hacer morirse de vergüenza al Cardenal Timothy Dolan y a toda la Iglesia Católica, pero que no tendrán más resultado que el silencio o alguna que otra protesta de "persecución" o "acoso", por parte de tan hipócritas personas.
El caso es que parece que el Cardenal pagó hasta $ 20.000 a curas pedófilos para alejarlos y silenciarlos, sin la menor consideración por la justicia o las víctimas, al tiempo que montaba campañas para la "defensa de la familia", en contra del matrimonio igualitario y contra cualquier clase de ayuda para la información sexual.
No hacen falta muchas pruebas para demostrar que la "moral" católica está muchas veces reñida con la ética más elemental, puesto que el prestigio y el poder de la institución se ponen por delante de cualquier otra consideración. Para estos señores es mucho más importante el mantenimiento de secos principios abstractos que cualquier idea de humanidad, lo que invalida por completo cualquier protesta de "amor" especialmente al prójimo.
Claro que los católicos no deben considerarse como especialmente malos, puesto que durante este mes una serie de pastores baptistas en los Estados Unidos han propugnado la condena a muerte de los gais, su reclusión en campos de concentración y otras lindezas tan similares al holocausto y tan lejanas de cualquier clase de simple tolerancia que reafirman la cualidad tóxica del Cristianismo, al menos en estas versiones, tan venenosas como las islamistas a las que tanto temen.
Mensaje: se puede abusar de niños impunemente si se pertenece a una institución lo bastante poderosa como para que te oculte y hasta te pague.