jueves, 3 de diciembre de 2015

HOMOFOBIA, MACHISMO Y CORRUPCIÓN

El homófobo, retrógrado, machista y desagradable cardenal Nicolás de Jesús, de la República Dominicana, ha tenido la ocurrencia de “recomendar” al embajador de los Estados Unidos James Brewster, que “se dedique a labores caseras, ya que está casado con un hombre”. El embajador, abiertamente gay y efectivamente casado, había tenido el atrevimiento de criticar la generalizada corrupción de los altos cargos en este país del Caribe, corrupción que recae con frecuencia en los inversores y hombres de negocios norteamericanos que allí invierten, obligados a pagar sobornos, expropiados sin razón de ley y otras indignidades.
Este señor ya se había hecho notar antes por sus ataques al embajador, objeto particular de sus odios, ya que ataca sus creencias dogmáticas sobre género y sexo y, aún más, sus prejuicios machistas sobre roles de género, lo que demuestra una vez más que moral religiosa y ética son dos cosas distintas y frecuentemente opuestas. Para este espécimen de macho rancio la corrupción que cuesta millones, que impide el progreso y que castiga a los más débiles no es nada importante, especialmente si la denuncia un “maricón”, calificativo lanzado por él mismo contra el embajado con anterioridad. Ya se sabe que los maricones no tienen derecho a nada, y mucho menos a criticar a machos de verdad (o de mentira) que tienen poder, mandan y se aprovechan, pero que son (o fingen ser) heterosexuales y se inclinan ante el cardenal. A fin de cuentas, si uno se arrepiente y no discute los dogmas siempre puede ser perdonado… pero si se es “maricón” y además orgulloso de ello…¡al infierno con él! Em pezando por el insulto.
Este sujeto ni siquiera entiende que las mujeres pueden ser profesionales de todas clases y que no están obligadas a limitarse a labores caseras o a ser simple excrecencia de sus maridos, para él las mujeres son evidentemente seres inferiores condenados a trabajos secundarios y el embajador como “maricón” es, en su perturbada percepción, igual a una de esas mujeres que él ve con indisimulado desprecio.
El Cardenal Nicolás de Jesús es un mal cardenal, un mal cristiano y un individuo sectario, peligroso, maleducado y obsceno. Cualquier clase de contemporización con semejante comportamiento está fuera de lugar, pero hay que ir más lejos: una igesia que permite semejantes afirmaciones no es digna de respeto y no puede sorprenderse de que se la ataque como organización que fomenta el odio, la persecución y la discriminación. No basta con pretextar que se ama, también hay que demostrarlo; muchos maltratadores dicen querer a las víctimas que torturan, pero quien los cree acaba por morir a sus manos.