
lunes, 11 de febrero de 2013
NO ESPEREN GRAN COSA

sábado, 15 de diciembre de 2012
EL MATRIMONIO IGUALITARIO ES... ¡UNA AMENAZA A LA PAZ MUNDIAL!

viernes, 27 de julio de 2012
ESPAÑA, RELIGIÓN Y HOMOSEXUALIDAD

miércoles, 17 de agosto de 2011
A vueltas con la imposible curación de la homosexualidad

viernes, 12 de agosto de 2011
La (des)educación sexual católica
domingo, 31 de julio de 2011
Dª Esperanza y los problemas

viernes, 25 de marzo de 2011
Progreso y evidencia

Es un progreso porque los derechos LGTB son reconocidos a nivel mundial. A partir de ahora será mucho más difícil sostener que una orientación sexual determinada es enfermedad o delito, mientras que será más fácil reconocer que alguien que es perseguido por estos conceptos tiene más derecho a la protección o el asilo.
No hay ni qué decir que con motivo de esta resolución se han puesto en evidencia los de siempre: estados retrógrados, socialmente atrasados o dominados por oligarquías teocráticas, y el Vaticano, que por boca de su observador permanente en la ONU, Silvano Tommasi, ha afirmado que esto equivale a persecución religiosa, puesto que a partir de ahora será menos aceptable el hostigamiento católico a las personas LGTB, aunque éste se revista de pretextos varios, como que "los estados tienen derecho a regular los comportamientos sexuales", o que "los comportamientos sexuales tienen una dimensión moral", algo evidente que la jerarquía debería haberse aplicado a sí misma en comportamientos reprensibles, pero que el sexo tenga una dimensión moral no quiere decir que ésta tenga que ser católica.
domingo, 2 de enero de 2011
Perseguidos y privilegiados

Está en lo cierto el Papa Benedicto (¡yo dándole la razón!) cuando se alarma por el acoso a los cristianos en países musulmanes, porque eso es prueba del bajo nivel de libertad y del alto de intolerancia que aqueja a sociedades aún poco evolucionadas en materia democrática y de derechos, pero mi simpatía desaparece en cuanto oigo a otros jerarcas equiparar laicismo con persecución, como si el voluntario abandono de la religión fuera un insulto o como si las leyes civiles tuvieran que conformarse a los mandamientos de una iglesia concreta.
A este respecto la reacción de la jerarquía española y sus plataformas mediáticas, alineadas unánimemente en las posiciones más ultramontanas, resulta ofensivo y demuestra, una vez, más, que no han aprendido nada, que siguen considerando el país como una finca privada que se les ha arrebatado injustamente y que sólo están esperando el momento adecuado para volver a la carga y obligar a todos a someterse a su moral por las buenas o por las malas, es decir, sin progreso alguno desde la era inquisitorial: la religión como coerción y no como convicción.
Actitudes como ésta dicen poco acerca de la fe en las capacidades espirituales de su creencia, pero mucho sobre sus ambiciones de poder terrenal, privilegio económico y deseos de control indirecto del estado.
No es imposible que consigan mantener su influencia como grupo de presión e incluso aumentarla durante un tiempo, pero si esperan una reconquista real están fuera de época. El abandono de la iglesia se debe a la imposibilidad de creer en sus dogmas y a la falta de prestigio moral, intelectual y social de sus dirigentes, no a conspiraciones siniestras. Si menos de cuarenta años han bastado para que la sociedad española se secularice hasta el punto de causarles alarma, a pesar del monopolio antes ejercido, es más que cierto que su decadencia continuará, pero que no se tratará de persecución alguna sino de simple abandono por cansancio o indiferencia.
La iglesia española sigue sin entender que cuanto más política sea su postura más insostenible y precaria se hace su posición, más sujeta a avatares impredecibles, pero recordemos que a muchos de sus mejores teólogos se les ha callado la boca, un signo más de que nunca ha confiado en su poder espiritual y de convicción. En estos momentos pueden sentirse seguros en las filas del "tea party" a la española, pero la política y el favor de los votantes son tan variables como el viento.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Mucho ruido y pocas nueces

Creerse estas cosas supone también creer que la inmensa mayoría de la humanidad, católicos incluidos, está irremisiblemente condenada, puesto que desde el adolescente que se masturba hasta la pareja que limita la natalidad, todos están en continua contravención de normas de imposible cumplimiento, si no se quieren sufrir graves problemas mentales, afectivos, económicos y de otras clases.
Nadie puede ser tan ingenuo como para pensar que las bajísimas tasas de natalidad de España o Italia, para poner sólo dos ejemplos de países de mayoría nominal católica, se deben al uso de los métodos aprobados por el Vaticano: preservativos, pastillas y casi cualquier otro medio disponen de mucho mayor crédito que la observancia rígida de preceptos arcaicos.
¿Es esto también un ejemplo del "laicismo agresivo" del que tanto se queja su santidad? Creo que es sólo sentido común de una sociedad cada vez más alejada de creencias medievales.
martes, 9 de noviembre de 2010
Trampas del lenguaje

El pretexto es que la palabra "matrimonio" es tradicional y se refiere solo a la unión de hombre y mujer, que la extensión del contrato a parejas del mismo sexo resulta "ofensiva" para una parte de la población y que para reconocer los mismos derechos se podría utilizar la expresión "unión civil" o "pareja de de hecho".
Yo estaría de acuerdo si todas las uniones de parejas de cualquier clase fueran denominadas "uniones civiles", porque entonces los católicos podrían reservarse la de" matrimonio" para la ceremonia religiosa, sin prejuicio de que los demás tuvieran los mismos derechos y obligaciones ante el estado, pero del mismo modo que no demando el derecho de celebrar una unión en iglesia alguna, exijo que si lo de unos es "matrimonio" lo de otros también lo sea, puesto que cuando no lo ha sido, es decir, antes de 2005, la desigualdad y la discriminación eran notorias.
El Vaticano y sus secuaces individuales y corporativos ni son inocentes ni benévolos ni basan su actuación en el amor sino en un premeditado cálculo de influencia social y política. La espectacular bajada de la práctica y el abandono real del catolicismo por la mayoría de los españoles hacen peligrar los abusivos privilegios de los que sigue gozando una religión hoy día minoritaria, por lo que son necesarios gestos que sigan consagrando un código moral oficial que hagan creer a muchos que el país sigue siendo católico y la iglesia una autoridad espiritual indiscutida, especialmente en las materias sexuales que afectan a minorías tradicionalmente perseguidas, a mujeres y otra tropa no elegida para la jerarquía, que otra cosa es cuando los pecados clericales asoman su fea cara.
Por supuesto que en materia económica y otras naderías puede haber condenaciones generales que se quedan en eso, puesto que un acusado de corrupción si es fiel cristiano se arrepiente... aunque no devuelva el dinero y puede aspirar al perdón y la gloria.... faltaría más.
¿Cuándo van nuestros líderes a plantarle cara al último poder fáctico que tenemos en España?
sábado, 12 de junio de 2010
Una lenta marea
Es evidente que si la homosexualidad no es una enfermedad, no es electiva, no es contagiosa, no es alterable y no inclina al delito, la negación de derechos a los homosexuales es una simple discriminación gratuita y cruel que no se basa en razón alguna, sino en prejuicios de tipo religioso que no deberían de tener cabida en la legislación civil. El artículo del Times describe el fracaso de los testigos presentados en contra del matrimonio homosexual en el juicio actual contra la famosa "Proposition 8" que anuló los derechos conseguidos en California. Los testigos reconocieron que los homosexuales están discriminados y, aún más significativo, que el matrimonio héterosexual no está en modo alguno amenazado por el hecho de que se casen dos personas del mismo sexo. Sentido común negado por el fanatismo religioso.
Resulta indignante que allí donde pueden las iglesias sean los mayores obstáculos para que muchas personas puedan llevar una vida normal, sin miedos y con los mismos derechos que los demás, pero ya se sabe que se puede pretextar amor cuando lo que se difunde es odio... con el único fin de conservar el mayor poder posible sobre la sociedad.
lunes, 5 de abril de 2010
Excusas que acusan

Los medios reaccionarios están llenos de excusas mil veces repetidas: se trata de una campaña anticristiana (promovida por una conspiración (judeo)masónica, según César Vidal), no hay tantos abusados, la culpa es de la revolución sexual, etc. Razones todas tan endebles y tan evidentemente traídas por los pelos que apenas si necesitan comentario.
Más aún, en la operación de camuflaje a que ahora se dedican los poderosos medios proeclesiásticos en todo el mundo, es posible utilizar la situación para desempeñar el papel de víctima, barrer para adentro y seguir arrogándose la superioridad moral lanzando acusaciones sin fundamento, como la de que en el fondo los culpables son los homosexuales, que son todos pedófilos y que se han infiltrado en la iglesia para sus perversos fines. No otra cosa vino a decir Bill Donohue, presidente de una importante asociación católica estadounidense y figura mediática de frecuente aparición en Fox News y otras tribunas ultraconservadoras.
Semejantes sofismas tampoco requieren más contestación que el desprecio. Para la iglesia es más importante que para ninguna otra institución la credibilidad y estas excusas más bien la acusan.
sábado, 6 de marzo de 2010
La Caridad
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Según me enseñaron en el colegio católico, al tiempo que me aterrorizaban hasta la pesadilla, la caridad era la gran virtud cristiana, la mejor y la que subsumía todas las demás.
Yo sabía entonces lo bastante poco de historia como para creerme que la iglesia y sus jerarcas practicaban siempre la caridad, y que ésta consistía, sobre todo, en dar limosna a los pobres y cuidar de enfermos. Estudios y experiencia posteriores me hicieron mucho más escéptico, pero un último hecho tira por la borda cualquier resto de respeto que yo pudiera tener hacia la benevolencia de la institución.
En Washington, capital de Estados Unidos, el parlamento del Distrito de Columbia (distrito federal) ha aprobado extender el matrimonio a todas las parejas, sean éstas de diferente o del mismo sexo. Dado que la jerarquía considera esto una aberración, aunque se trate de una ley civil y no se discuta su dogma, ha tomado medidas al respecto:
A partir de ahora los cónyuges de todos los empleados civiles que trabajan para la iglesia (más de 800) no estarán incluidos en los seguros colectivos de enfermedad y otros que se ofrecen como “benefits” a los mismos.
En los Estados Unidos, todavía sin un seguro general de enfermedad, esto es una medida grave, puesto que pagar un seguro privado es difícil o imposible para la mayoría, con lo que de hecho se condena a mucha gente a no tener cobertura sanitaria (la más importante) alguna.
¡Qué bien! Así ningún malvado jardinero, contable o friegasuelos podrá dar ventajas a su inmoral pareja… en el caso de que sea del mismo sexo, porque como están incluidas todas, para no aparecer como los fanáticos que son, también se quedan sin cobertura las de sexo diferente y casadas por la iglesia.
Caridad pura.
domingo, 27 de diciembre de 2009
La familia no peligra, los privilegios sí
Con un cierto retraso, como es habitual, nos está llegando al sur de Europa el eco de lo que en los Estados Unidos se viene denominando “Culture Wars”, pero que aquí deberíamos tildar más castizamente de “Reacción” sin paliativos, puesto que no se trata de otra cosa cuando se convoca a los convencidos a una manifestación multitudinaria tras otra cuyo sentido es político, antidemocrático y antihistórico aunque se disfrace de religioso.
El pretexto es la “defensa de la familia”, supuestamente amenazada por leyes como las del divorcio, las de extensión de derechos civiles a los homosexuales, el aborto o la asignatura de Educación para la ciudadanía.
No tiene lógica alguna que se culpe a determinadas leyes de efectos deletéreos cuando no tienen relación alguna con el objeto de que se trata: a nadie se le obliga a divorciarse o a abortar, son simples posibilidades electivas y la regulacón de las mismas suele ir muy por detrás de la realidad social en todos los casos. Sensu contrario, no es mínimamente creíble que un divorcio más difícil fuera a mejorar las relaciones matrimoniales, ni que la prohibición del aborto consiguiera otra cosa que enviarlo a un siniestro mercado negro. En ningún caso la desaparición de estas leyes serviría para hacer parejas sólidas, aumentar la natalidad o convencer a los homosexuales de que lo son por gusto y de que deben acudir a “terapias” de conversión.
Los mensajes catastrofistas que se lanzan en estas ocasiones parten del dogma, no de la razón: la “familia” a la que se hace referencia no es más que una abstracción teórica, imaginada como el grupo familiar predominante entre las clases medias de los años 50 y 60, descrito con colores favorecedores, sin las tensiones, los problemas y las hipocresías que han disuelto más tarde muchos de ellos. ¿Hay que decir que sólo se hace referencia a una familia católica (o cristiana integrista) idealizada?
La realidad es otra: hay muchos tipos de familia porque ha desaparecido la antigua rígida división de papeles, el sometimiento de la mujer y muchos de los prejuicios que rodeaban al sexo, la maternidad puede elegirse y regularse, no hay diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos y el matrimonio es una opción no obligatoria para la respetabilidad social. Es decir, que son las leyes las que se acomodan a una realidad, no las que la producen.
El repunte de la maternidad en los países escandinavos, en los que no se casa más del 50% de la población y en los que leyes similares están vigentes hace mucho tiempo, desmiente las predicciones negativas. Un buen sistema de guarderías públicas y horarios laborales más racionales son mucho más decisivos para la felicidad familiar que el restablecimiento de prohibiciones basadas en anacrónicos modelos teóricos.
Hace mucho tiempo que la cúpula de la iglesia católica vive de espaldas a una realidad que se le escapa, de aquí que, como poder fáctico que sigue siendo, intente hacer presión reuniendo multitudes donde puede… que no es en Estocolmo, por ejemplo, pero no olvidemos que una plaza llena no es una mayoría electoral, sino una minoría, aunque esté compuesta por mucha gente. No olvidemos tampoco que los católicos practicantes que van quedando son en una elevada proporción cada vez más afines al Opus Dei, los Kikos, los Legionarios de Cristo, etc., es decir, cada vez más integristas.
Los obispos, que no se sienten nada a gusto con la democracia, no defienden a las familias reales sólo a sí mismos con sus privilegios.
miércoles, 1 de abril de 2009
Agitprop antigay
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La Iglesia Católica no deja de tener que hacer frente a escándalos sexuales, es decir, a claros casos de abusos generalmente con menores, aunque hay también casos con adultos. Dada la imposibilidad de ocultarlo, que era lo que se podía hacer en el pasado, al Vaticano se le ha ocurrido ahora la no-solución perfecta: prohibir que los homosexuales puedan ser sacerdotes.
Esta no-solución tiende a desviar el problema y conseguir alguna ventaja. Para empezar parece que la iglesia hace algo en asunto tan delicado, aunque sea dudoso y a largo plazo, en segundo lugar la idea implica que todos los que abusan de menores son homosexuales, ergo, la homosexualidad es una desviación, es equiparable a la pedofilia y, naturalmente es incompatible con el ministerio sagrado. Hay incluso algunas diócesis, como la de Melbourne en Australia, que quieren poner en vigor un sistema para "filtrar" homosexuales y adaptarse así a la nueva norma.
El Vaticano pretende culpar a los homosexuales de los abusos del cleroPero no nos engañemos, la no-solución vaticana es sobre todo propagandística, una cortina de humo que trata de ocultar que la verdadera causa de los abusos reside en un celibato forzado elegido a edades tempranas y sin verdadera conciencia de sus efectos. La mayor parte de los abusadores pueden ser acusados de pedófilos, pero la abrumadora mayoría de los homosexuales ni son pedófilos ni se entregan a un imposible "proselitismo" para cambiar la orientación sexual de nadie -una fantasía heterosexual digna de análisis psicológico-
La realidad es que el abusador eclesiástico puede ser pedófilo y también -¿por qué no?- homosexual, pero creo que en muchos casos se comporta como el preso que se orienta hacia el único objeto sexual que tiene a su alcance, niños, sordos, discapacitados, novicios etc. Es la imposición de normas imposibles de cumplir lo que lleva a cometer violencia física o mental contra seres indefensos.
Por otra parte ¿cómo se puede "filtrar" a los homosexuales? ¿por el aspecto? ¿por la pluma? ¿por lo que se excitan al ver fotos de Beckham? Supongo que más de un investigador se sentirá interesado por los métodos a emplear y sus resultados prácticos. Pero tampoco hay que creerse que esto es serio, lo más seguro es que los "filtradores" sean de la catadura científica de Aquilino Polaino, Joseph Nicolosi y otros "curadores" de gays.
Mientras tanto no olvidemos que se sigue lanzando el mensaje "los gays son malos, pedófilos y abusadores".
martes, 10 de febrero de 2009
Integrismo

En nuestros días se da la aparente paradoja de que mientras la Iglesia Católica pierde fieles e influencia sus dirigentes y muchos de sus creyentes se vuelven más agresivos e intolerantes. Digo aparente porque el creciente integrismo de la jerarquía es una consecuencia de la indiferencia religiosa de una gran parte de la sociedad. La Iglesia es ahora consciente de su pérdida de influencia y su reflejo es retirarse a posiciones tradicionales, sostenidas por el pequeño número de incondicionales, en vez de adaptarse a la rápida evolución de la ciencia y las sociedades democráticas.
Contra integrismo laicismoEsta actitud está alcanzando tales límites que los no creyentes y los católicos menos integristas no pueden quedarse callados o pensar que a ellos no les afecta. Como demuestran el caso de Eluana Englaro en Italia, o los ataques a los derechos de las personas LGTB en España y en muchos otros estados, la jerarquía católica participa activamente en política como un grupo de presión no reconocido, con el fin de imponer a toda la sociedad sus normas morales, es decir traducir el catecismo católico en leyes civiles, como era el caso en tiempos predemocráticos.
Es posible que subjetivamente los obispos piensen que la negativa de gobiernos y parlamentos a seguir sus indicaciones es una “persecución”, pero es la sociedad civil la que es objetivamente acosada por una minoría que pretende imponerle normas medievales sin pararse en los medios para conseguirlo.
Más que discutir con la Iglesia sobre sus dogmas, que son sólo problema suyo, hay que luchar porque lo religioso no invada ni se mezcle nunca con lo civil. La ley es producto de la voluntad de la mayoría en los estados democráticos y no puede someterse en ningún caso al criterio moral de un grupo de presión, por muy tradicional que éste sea, especialmente cuando se respeta el derecho de las minorías a no valerse de la ley si la consideran contraria a sus creencias.
Como la experiencia demuestra, tratar con la iglesia de estos temas es inútil, porque parte de presupuestos de un absolutismo y de una insolencia antidemocrática tales que impiden cualquier acuerdo. No creo que al resto nos quede más opción que la oposición frontal al deseo de predominio eclesiástico y a luchar porque efectivamente los eclesiásticos se queden en sus templos y sacristías, además de predicar lo que les parezca bien, es decir, al “laicismo”, horrible vocablo para vaticanistas, clericales y demás. Yo personalmente añadiría el adjetivo “radical”, especialmente cuando nuestro colectivo está en el punto de mira de todos los fanáticos para ser objeto de represión en caso de ganar la suficiente influencia.
sábado, 13 de diciembre de 2008
domingo, 6 de enero de 2008
Respeto
Español y católico no son afortunadamente sinónimos desde hace mucho más tiempo del que esta iglesia piensa, pero la progresiva desvinculación e indiferencia de la mayor parte de la población por esta institución irrita a una jerarquía cuyos privilegios y poder no se corresponden ni con su arraigo actual ni con la evolución politico-social de España.
Esta iglesia, como otras, pide respeto para todas sus afirmaciones, pero iguala respeto a ausencia de crítica, además de demostrar una falta total del mismo para ideas u opciones diferentes o contrarias. No hay más que escuchar los diarios insultos y descalificaciones de la COPE para apreciar el respeto que se gastan con los demás.
Es difícil respetar a alguien que pretende imponer como ley preceptos religiosos, universalizar sus creencias como “ley natural” e influir en la gobernación sin haber sido democráticamente refrendado.
Frente a una iglesia politizada debe haber respuestas políticas contundentesLas vacilaciones y temores del PSOE ante semejante agresividad son de difícil comprensión. Muchos españoles desearían una ruptura definitiva y total con lo que es hoy una minoría, por muy vociferante que aparezca, y estos ciudadanos son votantes permanentemente frustrados por una situación que tiende a eternizarse y a dejar a cualquier gobierno a merced del chantaje, la agitación y el apoyo a adversarios políticos hipócritas, cuyo agnosticismo no les impide desfilar detrás de imágenes, acusar de asesinato a médicos o apoyar a grupos antiabortistas, a sabiendas de que son “sólo” las personas de menos recursos las que no podrán interrumpir un embarazo con la ley actual o con alguna peor.
Claro que, como dijo el Sr. Argüello, todos los matrimonios deberían tener 12 o 13 hijos, mágica solución para solucionar los problemas éticos y económicos del mundo. Inteligente afirmación que va de la mano con la de que “el laicismo disuelve la democracia” del extremista García Gasco. El primero no debe haber leído nada sobre recursos naturales, cambio climático y otras naderías de enciclopedistas volterianos, el segundo debería ir al diccionario para enterarse del significado de ambos términos.
La idea de que con los impuestos de todos se financia semejante ideología es bastante para ponerse de mal humor.
lunes, 14 de mayo de 2007
Obsesión

En esto de barrer para adentro siempre hay maestros en relacionar el culo con las témporas y la velocidad con el tocino. Que yo sepa, la familia sigue existiendo en todos aquellos lugares en los que existen leyes parecidas y mucho más avanzadas.
El problema es, claro, que esta ley permite adquirir ciertos derechos (pocos) a parejas del mismo sexo, que así no tienen que recurrir a un largo y costoso peregrinar por notarios y abogados para que, simplemente, se le deje a uno visitar al otro en el hospital, por ejemplo, sin incurrir en las iras y prohibiciones de alguna monja recalcitrante, de las que tanto abundan en Italia.
Reconocer a los gays como seres humanos normales con los mismos sentimientos no entra en los proyectos del Vaticano: uno debe reconocerse como desviado, hacer penitencia y/o someterse a descargas eléctricas de las que recomienda D. Aquilino Polaino para ser "normal", lo que según parece incluye una mente retorcida y excluye cualquier clase de comprensión.
En un mundo con tantos problemas y desafíos parece que el sexo, especialmente el homosexo, sigue siendo el único problema de la religión que algunos consideran única verdadera y de otras similares, lo que resultaría ridículo, si no siguiera causando la infelicidad de tantos que no comulgan con estas ideas.