martes, 28 de agosto de 2012

SUBVENCIONES A LA DISCRIMINACIÓN

No es ningún secreto que el tan cacareado liberalismo de la derecha española no es tal, sino un pretexto cuando conviene para la imposición de su arcaica ideología ultraconservadora y confesional. La reforma Gallardòn de la ley del aborto es una prueba que se confirma con el empeño del Sr. ministro Wert por defender, contra la sentencia del Tribunal Supremo, que las escuelas confesionales del Opus Dei y otras organizaciones integristas pueden separar niños y niñas y aún así seguir recibiendo fondos públicos.

Estas escuelas, elitistas y orientadas a una clientela de clase media acomodada en su gran mayoría, no tendrían inconveniente alguno en existir como tales en cualquier país libre, pero aquí no se trata de discutir una libertad que nadie pone en cuestión, sino el que se beneficien de una "concertación", es decir, de una subvención, que las hace mucho más baratas para las familias que las utilizan, que también en su gran mayoría podrían permitirse pagar su precio real.

En España se mantiene el absurdo de que al tiempo que se descapitaliza y se priva de medios a una enseñanza pública que no discrimina, se favorece una enseñanza privada, confesional y sectaria para familias acomodadas con fondos a cargo de todos los contribuyentes, tanto de los que usan estas escuelas como de los que no pueden usarlas aunque quieran, porque ni son gratuitas enteramente ni aceptan a todo el mundo.

En el camino hacía el pasado que representan, la separación por sexos es una de sus señas de identidad, con el falso pretexto de que "tiene vantajas educativas", aunque estas no se derivan de ningún estudio serio y objetivo, sino de resultados académicos poco fiables, puesto que se trata de escuelas de élite con alumnos de trasfondos sociales privilegiados.

Como con los demás pretextos provenientes del pensamiento reaccionario, no se trata aquí de apuntarse a ninguna clase de progreso, sino de mantener una moralina dogmática que inculca valores de superioridad masculina, abstinencia sexual, homofobia, etc,... porque no nos engañemos, todo esto es lo que siempre se ha enseñado en esta clase de colegios, bien envuelto en complejos de culpa, miedos y prejuicios.

Es ya bastante molesto que haya padres tan fanáticos, crueles, ignorantes o desconsiderados que crean normal infligir a sus vástagos el mismo abuso psicológico que sufrieron ellos, pero que los demás tengamos que pagarlo es simplemente insultante, una vuelta más de tuerca a la confesionalidad muy poco oculta del estado.


lunes, 20 de agosto de 2012

IRRELEVANTE PERO MENOS

Un artículo de El País del día 19 de agosto ponía de relieve la gran caída de la fe y la práctica religiosa en España en las últimas décadas. Algo que demuestra la escasa religiosidad de la que yo me hacía eco en anteriores posts de este blog. Que un 24% de la población confiese no tener religión alguna y que del 73% que aún se confiesa católico genérico apenas practique un 18% debería hacer pensar a una jerarquía poco acostumbrada a hacerlo, pero ¿para qué? La iglesia católica española no parece estar excesivamente preocupada por su falta de popularidad, por la desconfianza u hostilidad que despiertan los obispos y por el masivo alejamiento de la mayoría de la población de sus doctrinas y directivas, y no lo está con buenas razones, porque sigue protegida por una estructura política cobarde o colaboracionista con la que está profundamente imbricada.

La iglesia española tiene problemas serios a corto y medio plazo, especialmente la disminución de feligreses, de sacerdotes y de personal en general, pero apenas corre peligro como institución, puesto que los sucesivos gobiernos siguen haciendose eco de sus exigencias, especialmente económicas, está bien infiltrada en el estado como grupo de presión/poder fáctico y sabe movilizar a sus adeptos y recurrir a la amenaza o el chantaje cuando es necesario, de modo que puede seguir mirando los toros desde la barrera y hacer como si los problemas sociales tuvieran poco que ver con ella.

Que su presión es eficaz lo demuestra el Sr. Ruiz Gallardón con su reforma de la Ley del aborto, por ejemplo, puesto que fuera de los círculos religiosos integristas o del 18% de practicantes no ha habido demanda social alguna en favor de cambios muy poco favorables a la capacidad de decisión de las mujeres, pero el actual abrumador dominio de una derecha muy poco moderna le viene a la arcaica institución como anillo al dedo, puesto que no solo siempre se ha identificado con ella, sino que se vale de la hipocresía y la doble moral de amplias capas de conservadores para imponer sus normas sectarias a la totalidad de una población que todavía parece paralizada por la sorpresa y despistada en cuanto al camino a seguir.

La fe es una cosa y la iglesia otra: las creencias católicas pueden estar deslizándose hacia la irrelevancia, pero la enorme organización eclesiástica es bien relevante como lobby, en la educación de las clases medias y como censor último de leyes y costumbres, dispone de considerable poder mediático y en los últimos años se ha dedicado a una masivo registro de propiedad inmobiliaria casi equivalente a una nueva amortización... ¿Por qué preocuparse, pues, si con una simple minoría se puede interferir en la política general en beneficio propio?

sábado, 11 de agosto de 2012

COSAS DE NIÑOS

Una de las objeciones más aducidas contra el matrimonio igualitario es la de que dos personas del mismo sexo no pueden procrear, que se trata de una unión estéril. Sensu contrario, allí donde el matrimonio igualitario es un hecho, las parejas del mismo sexo sienten una cierta presión para tener familia, bien sea por medios naturales bien mediante la adopción, como si en ambos casos se diera por sentado que un contrato matrimonial lleva consigo la compulsión ineludible de tener descendencia, la "obligación" social de criar hijos.

Esto les parece muy lógico tanto a los homófobos como a los bienpensantes, pero no tiene en realidad lógica alguna y menos aún en nuestros tiempos: dos personas del mismo o diferente sexo se unen porque se quieren o se necesitan y porque al ser humano no le suele gustar la soledad, pero no en todos los casos ha existido la posibilidad o la voluntad de tener hijos, ni en el pasado ni en el presente. Los hijos en las sociedades agrícolas eran una "inversión" que permitía a los campesinos cultivar más tierra y daba la seguridad de que los padres serían cuidados en su vejez, a los nobles de la sociedad preindustrial les permitía tener un heredero y colocar los sobrantes en puestos de la corte o el ejército que les garantizaran prebendas e influencia. No era fácil sobrevivir solo y sin familia antes del siglo XIX, a no ser que se ingresara en un convento o algo similar. Pero los hijos, y especialmente las hijas, se representan a menudo como una carga insoportable y no deseada en muchos casos más allá de un cierto número, pero la posibilidad de planificar la natalidad en el pasado era muy limitada.

Como los conceptos culturales evolucionan muy lentamente, aún hay muchas personas en todo el mundo que tienen ideas poco realistas sobre la población humana, fanáticamente suscritas por ciertas religiones que parecen creer que sus dioses necesitan billones de almas a su servicio y que la obligación de los humanos es proporcionárselas, sin importar demasiado la calidad de vida de los cuerpos, así como la insoportable carga que se hace sufrir a un planeta cuyos recursos se agotan rápidamente.

En las complejas sociedades urbanas del presente criar y educar hijos es de hecho un trabajo que excede en mucho las capacidades económicas e incluso mentales de muchas parejas, condenando a un buen porcentaje a la inadaptación, la marginalidad o una vida muy precaria. Por otra parte, la idea de que la población debe aumentar constantemente para garantizar pensiones y cuidados a los viejos, mantener el consumo y garantizar el crecimiento económico es todavía casi un artículo de fe, pero con una longevidad creciente, una mayoría en buena salud y densidades ya muy elevadas es simplemente insostenible a medio plazo. Pocos se paran a pensar que la primera y principal causa del calentamiento global es el enorme número de humanos; la racionalización de muchas cosas puede disminuir la generación de gases, pero nada mejorará radicalmente si la población sigue aumentando.

El mundo no necesita más gente, pero sí que la que hay viva mejor en general, lo que no será el caso de continuar como hasta ahora. Hay gays y héteros con profundo sentido paternal y me parece muy bien que críen hijos, pero hay muchas parejas de todas clases que no sienten inclinación o deseos a las que no se debe criticar por ello... más aún, hay muchas personas que no deberían nunca ser padres y que sin embargo lo son con catastróficas consecuencias.

sábado, 4 de agosto de 2012

METER EL DENTÍFRICO DENTRO DEL TUBO

Se dice que la Princesa Margarita de Inglaterra le respondió a una de sus educadoras, que le había dicho que todo era posible para quien se lo propusiera realmente, "¿Has probado a meter de nuevo la pasta de dientes en el tubo?"... Esto habría que decir a los involucionistas del PP que intentan reducir los derechos de las mujeres, con el pretexto de los derechos de embriones inviables, o prolongar la deseducación e información de los jóvenes suprimiendo cualquier mención a la homofobia en la "maría" de Educación para la ciudadanía. Ambas cosas pueden satisfacer los prejuicios de católicos ultramonatanos, jerarcas hipócritas y cretinos bienpensantes, pero son a medio plazo por completo inútiles para los fines que se proponen, puesto que las mujeres que quieran abortar lo harán, aunque tengan que recurrir a métodos poco legales con grandes sacrificios, y los homosexuales no van a volver a la invisibilidad, por mucho que lo deseen algunos de los homófobos más sospechosos de autorrepresión.

Dado que estas medidas están alentadas por la cada vez más impopular e inmoral Iglesia Católica, no sería nada de extrañar que se convirtieran en nuevos elementos del considerable alejamiento y disgusto que siente una parte muy considerable de la sociedad española por una institución cuyo alineamiento con las posiciones más conservadoras no es siquiera discutible. El viejo anticlericalismo parecía muerto, pero está reverdeciendo alentado por lo que se ve como una poco santa alianza entre obispos y PP.

Las leyes cambian, pero pueden cambiar otra vez y caben muy pocas dudas de que lo harán porque las disposiciones contrarias a las creencias y prácticas sociales tienen muy pocas posibilidades de ser observadas y obedecidas. Creo que muchos en el PP no son conscientes de que la alianza con la jerarquía eclesiástica puede haberles dado ventajas a corto plazo, pero que a medio y largo es un error que se paga.

Lo que puede que no se pague es la crueldad gratuita que se ejerce ahora contra mujeres desgraciadas o contra homosexuales discriminados o agredidos por violentos a los que nunca se enseñó que la homofobia es mala, pero ya se sabe que a la iglesia (y a sus cómplices del PP) el sufrimiento de los "infieles" o "anormales" o "inferiores" les parece bien, puesto que para ellos son gentuza.... Ya se lo recordaremos cuando llegue el momento de pagar.