jueves, 7 de julio de 2016

DESNUDAS SÍ. DESNUDOS NO

Una concejala del Ayuntamiento de Badajoz encuentra que la foto de dos hombres semidesnudos tipo oso es repugnante, asquerosa, de mal gusto, etc., etc. Un señor de Texas, en compañía de otros machos como él se aprestan a jugar al golf, pero previamente desayunan juntos y se les ocurre abrir el periódico local, en el que se publica un reportaje sobre el matrimonio igualitario con…¡horror! una foto de dos chicos besándose. A los golfistas se les revuelve el estómago, el desayuno y el día se les estropean, y el señor de marras escribe una furiosa carta de protesta al periódico, porque…. ¡Hasta dónde vamos a llegar!… Por eso el articulista del Diario del Ferrol, afirmaba que estaba “hasta el culo”, del día del orgullo gay, pretexto para estos desmanes que atacan la sensibilidad de la concejala, estropean el desayuno de texanos y hartan a columnistas muy dignos.
Estos aspavientos escritos son muestra de que la igualdad real todavía está lejos y que una considerable minoría sigue anclada en una visión del mundo sexista, en blanco y negro y bien heteronormativa, porque a ninguno de ellos se le atraganta la comida cuando ven un día sí y otro también a las innumerables mujeres ligeras de ropa que anuncian automóviles, bolígrafos o directamente lencería. ¡Es que ellas son jóvenes, guapas, atractivas… de buen gusto!… Mientras que ellos…. Mayores, peludos, feos…
Hace muchos años que una señora conocida mía veía con agrado las películas de Brigitte Bardot, todas inocentísimas vistas hoy, y no le molestaba nada verla en paños menores, la encontraba “muy mona”, pero se escandalizó un día que vio a Emma Penella, ya madura, en los mismos paños menores en una película realista de Berlinga. ¡Qué ordinariez! ¡Mostrar los michelines! ¡Qué inmoralidad! Ni BB ni Emma Penella eran inmorales, pero el gusto estetico de la mujer resultaba afectado, tal vez porque se veía a sí misma caricaturizada en la pantalla.
Es seguro que los golfistas ni hubieran siquiera reparado en una foto de dos chicas jóvenes besándose y, si estaban semidesnudas, les hubiera parecido una foto tan estimulante que les hubiera favorecido la digestión, pero que les recuerden que dos hombres se pueden querer ¡eso nunca! Su machismo queda directamente afectado.
Dos osos de alguna edad y semidesnudos no sólo son la prueba de que hay hombres que se aman, sino que son activos sexualmente sin necesidad de ser jóvenes modelos, es decir, que además de pervertidos (para la señora y los golfistas) se lo pasan bien y les da igual no ajustarse a cánones de belleza sádicos. Que las chicas sean objetos está bien para la diversión masculina, pero un macho no puede aguantar ver a otro en ese papel, porque su orgullo también queda humillado.
El desnudo o semidesnudo, pues, no es el problema, sino los complejos que despierta en tantas personas que, además de reprimidas por una educación deformante, no se sientan a pensar y a digerir los cambios culturales y sociales.

sábado, 2 de julio de 2016

ORGULLOSOS SIN DESPRECIO

En este día, 2 de julio de 2016, en que las calles de Madrid se llenan de alegría, color y solidaridad, apoyados plenamente este año por las instituciones, hay que volver, como siempre antes, sobre el significado que tiene esta gran fiesta de la igualdad: las personas LGTB+ no somos mejores, ni más guapos, ni más listos que otros, somos simplemente miembros del género humano, iguales a los demás, lo que quiere decir que tampoco somos peores, más feos o más tontos. Somos LGTB+, eso sí, lo que quiere decir que somos diferentes de la mayoría, pero también diferentes entre nosotros mismos, tan diferentes como son todos los individuos que componen la humanidad y, por lo mismo, tan respetables como cualquier otro sujeto con su defectos y cualidades. No despreciamos a nadie por nuestra diferencia, pero tampoco queremos ni aceptamos que nos desprecien.
Tenemos conciencia de nuestra humanidad y de nuestra diferencia y las aceptamos, entre otras cosas porque no tenemos otra opción más que ser lo que somos y, si lo aceptamos todo: humanidad y diferencia, también nos vemos obligados a lucirlas, a no esconderlas, a no sentir vergüenza alguna por una condición tan humana como cualquier otra y, si no sentimos ni culpa ni vergüenza significa que estamos orgullosos de ser lo que somos, igual que lo están los otros, pero nos vemos forzados a recordarles a muchos, que no lo entienden del todo y que por tantos años y siglos nos han oprimido, marginado o despreciado, que estamos aquí, que reivindicamos nuestra dignidad, nuestra diferencia y nuestra básica humanidad… y que en eso consiste nuestro orgullo, no en desprecio, altanería o marginación de otros que no son como nosotros.
Mientras haya homofobia, aunque sea en forma de rescoldo, la gran fiesta del orgullo tendrá un sentido, y aún más allá, igual que se recuerdan otros hechos históricos largamente pasados, y los ataques a la misma no tendrán más sentido que el odio, porque el mayoritario, el “normal”, el que se supone inevitable no tiene nada que reivindicar, ya que costumbres, leyes, tradiciones y leyendas le dan la absoluta preeminencia y es el diferente, el minoritario el que tiene que recordar a los demás que existe, que es una persona tan respetable como las otras.
Ya son minoría los que arremeten contra nuestra gran fiesta directa o indirectamente pero, cuando lo hacen, etiquetémoslos como lo que son: dogmáticos que quieren devolvernos al silencio, a la invisibilidad y a la vergüenza, y no hay nada de que avergonzarse y si no hay nada de que avergonzarse nos sentimos orgullosos de ser lo que somos.
¡Feliz Orgullo 2016!