miércoles, 17 de agosto de 2011

A vueltas con la imposible curación de la homosexualidad


En la web del obispado de Alcalá de Henares se encuentra un apartado denominado "Homosexualidad y Esperanza" que repite machaconamente la doctrina católica sobre este tema, es decir, la homosexualidad es un "desorden" curable, aunque los términos en que esto se redacta sean lo bastante ambiguos para no aparecer como agresivos o fanáticos. Pero como la enseñanza es la que es, al final del artículo se descubre por dónde van realmente las intenciones: vínculos, bibliografía y referencias apuntan hacia definiciones, métodos y terapias una y mil veces expuestos como inútiles, falsos y contraproducentes. Nombres como el de Joseph Nicolosi, propagandista de "terapias reparativas" o asociaciones como la norteamericana NARTH, de marcado cariz antihomosexual, transparentan que en realidad no hay esperanza alguna para el homosexual en la Iglesia Católica, puesto que o deja de serlo o deja la iglesia… o miente, que es lo más normal en los que se empeñan en permanecer en ella.

Las iglesias no son en general muy proclives a integrar descubrimientos científicos cuando no se ajustan a lo previamente dogmatizado, aunque el manido recuerdo de Galileo les ponga de mal humor. La Católica, como otras confesiones extremistas hace constante campaña contra todo lo que se engloba en "la ideología de género", vista como una perversión de la "ley natural" como la entendía Tomás de Aquino y, dado que biología, psicología y sociología no son tan exactas como las matemáticas, es más fácil ignorar la evidencia científica acumulada para demostrar que la homosexualidad no se elige, no se suprime, no es una enfermedad, no es contagiosa, no se aprende, es minoritaria y no es un mal en sí misma, sino en la mente de los que la persiguen.

Como pura opinión de una iglesia podríamos ignorar estas salidas, pero no debemos hacerlo cuando se difunden falsedades tras la máscara de moralidad y se sigue deshumanizando a una minoría a la que se tilda de perversa y desordenada por no conformarse a lo imposible. Esperemos nuevas condenas en los días que vienen.

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