sábado, 6 de marzo de 2010

La Caridad


Según me enseñaron en el colegio católico, al tiempo que me aterrorizaban hasta la pesadilla, la caridad era la gran virtud cristiana, la mejor y la que subsumía todas las demás.

Yo sabía entonces lo bastante poco de historia como para creerme que la iglesia y sus jerarcas practicaban siempre la caridad, y que ésta consistía, sobre todo, en dar limosna a los pobres y cuidar de enfermos. Estudios y experiencia posteriores me hicieron mucho más escéptico, pero un último hecho tira por la borda cualquier resto de respeto que yo pudiera tener hacia la benevolencia de la institución.

En Washington, capital de Estados Unidos, el parlamento del Distrito de Columbia (distrito federal) ha aprobado extender el matrimonio a todas las parejas, sean éstas de diferente o del mismo sexo. Dado que la jerarquía considera esto una aberración, aunque se trate de una ley civil y no se discuta su dogma, ha tomado medidas al respecto:

A partir de ahora los cónyuges de todos los empleados civiles que trabajan para la iglesia (más de 800) no estarán incluidos en los seguros colectivos de enfermedad y otros que se ofrecen como “benefits” a los mismos.

En los Estados Unidos, todavía sin un seguro general de enfermedad, esto es una medida grave, puesto que pagar un seguro privado es difícil o imposible para la mayoría, con lo que de hecho se condena a mucha gente a no tener cobertura sanitaria (la más importante) alguna.

¡Qué bien! Así ningún malvado jardinero, contable o friegasuelos podrá dar ventajas a su inmoral pareja… en el caso de que sea del mismo sexo, porque como están incluidas todas, para no aparecer como los fanáticos que son, también se quedan sin cobertura las de sexo diferente y casadas por la iglesia.

Caridad pura.

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