miércoles, 12 de octubre de 2016

¿ES IMPORTANTE EL MATRIMONIO?

En estos tiempos en los que el matrimonio ya no es lo que fue en un tiempo, una solución casi obligatoria para las mujeres y en gran medida para los hombres, es bastante corriente oír descalificaciones del mismo como “no necesario”, “redundante”, “una institución pasada de moda” y otras parecidas y, a ojos de lego, puede parecer que así es. Muchas parejas viven juntas durante años sin problemas y se separan sin los molestos trámites del divorcio; salvo algún jerarca católico, nadie considera tampoco que esto sea inmoral o socialmente inaceptable, y el término “pareja”, ha sustituido casi completamente a todos los demás, evitando así descripciones exactas y posibles meteduras de pata.
¿Por qué, entonces dar tanta importancia al contrato matrimonial? ¿Se trata sólo de un rito complicado que obliga a caras invitaciones y que resulta en obligaciones que sería mejor no tener? De nuevo parecería que esto es así si solo se ve la superficie, pero la realidad es otra.
Para una pareja joven, sana, de la misma nacionalidad. sin grandes propiedades, sin hijos y ensayando una vida en común, el matrimonio es de hecho innecesario, una mera cuestión de voluntad, pero los problemas se complican rápidamente en los casos de edad, enfermedad, extranjería, propiedades a repartir e hijos (y hasta mascotas) a los que criar.
La lucha por el derecho al matrimonio de las personas LGTB+ no ha sido una mera cuestión táctica, una extravagancia, un intento de asimilacionismo o una prueba del aburguesamiento de los antes radicales, sino la consecución de un derecho fundamental sin el que individuos y parejas quedaban grandemente desprotegidos y en desigualdad de condiciones.
Aunque muchas personas prefieren ignorarlo, el contrato matrimonial sigue siendo uno de los más serios, vinculantes e importantes para la vida cotidiana de los adultos cuando viven en pareja y para los hijos de los mismos cuando los hay.
El matrimonio garantiza que una pareja extranjera pueda residir con una nacional, por ejemplo, que la pareja tenga preferencia sobre cualquier familiar a la hora de tomar decisiones importantes sobre enfermedades y tratamientos, que los problemas de arrendamiento, de propiedad. de filiación y de herencia tengan soluciones claras y preestablecidas, es decir, que con un solo contrato apenas haya que preguntarse qué y cómo actuar en muchos momentos determinados.
En ausencia de matrimonio es también posible decidir y regular muchos de estos puntos, pero no todos, además de que harían falta innumerables contratos, visitas al notario, pagos y otras molestias, y eso si los dos miembros de la pareja están avisados y son conscientes de lo que les puede caer encima, lo que no es el caso la mayoría de las veces hasta que el problema ya se ha presentado y es casi irresoluble.
Contra lo que creen los eternos defensores de la transgresión, el matrimonio es muy importante y no supone aburguesamiento per se, sólo aprovechar un derecho negado hasta ahora a las personas LGTB+, contra lo que creen los defensores de dogmas (esos sí bastante periclitados) la igualdad matrimonial no afecta ni a sus fieles ni a la sociedad en su conjunto, es solo un acto de justicia a favor de una minoría antes perseguida y hostigada.
Aunque no sea como antes, el matrimonio es muy importante…a cualquier edad.

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