sábado, 26 de noviembre de 2016

EDAD Y PREJUICIOS

En una ocasión reciente alguien me dijo: “no sé cómo se puede llegar a los 60, la sola idea me resulta incomprensible, porque ¿qué se puede hacer a esa edad?”… El individuo en cuestión andaba por los 40, no era ningún Adonis, se vestía más bien mal y no tenía otras características que lo hicieran particularmente simpático o interesante, pero expresaba con franqueza uno de los muchos prejuicios que rondan por el ambiente, que tiende a considerar que sólo los jóvenes de hasta 28, altos, apuestos y con músculos de gimnasio son los gais paradigmáticos y que los demás, especialmente los “viejos”, son figuras patéticas que deberían esconderse, desaparecer y no empañar, ni siquiera con su presencia, la brillante escena en la que viven los privilegiados que tienen la fortuna de la edad y la belleza estereotipada.
Creo que siempre habrá tontos que se se tomen la publicidad en serio y que se crean que los productos de photoshop son reales, alentados por la caterva de ejecutivos de marketing que venden ropa y cosméticos y estetas cursis que se erigen en Petronios de tres al cuarto, pero la vida real es otra y está llena de gente de todos los tipos y tallas y, más aún, de todas las edades. Los hoy jóvenes serán viejos… si tienen la suerte de vivir bastante, y más vale que piensen pronto lo que harán cuando se les pase la juventud, porque,si no tienen idea alguna de cómo vivir, su futuro es más bien triste, mucho más que el de los que ellos compadecen ahora.
Es posible que haya alguien de gustos tan limitados que sólo aprecie, por ejemplo, la música de Beethoven, pero que no soporte a Ravel, Wagner, Debussy, etc. Como sobre gustos no hay nada escrito, esto no en sí criticable, pero habrá que compadecer a alguien incapaz de disfrutar de una gran cantidad de melodías, y esto es igualmente aplicable a los limitados seres que sólo aprecian belleza o atractivo en un reducido rango de edad acompañado de concretas características físicas, porque en general van a perseguir fantasmas y estar condenados a la soledad obligada para el que busca una perfección que por ideal es inhumana.
El amor, la compañía y hasta el sexo requieren personas reales, y las personas reales envejecen y, como el vino, son a menudo más interesantes con la edad y la experiencia. Puede decirse que hasta el más tonto aprende algo con el paso de los años y, si se aprecia a sí mismo, hasta mejora su apariencia y sabe sacar lo mejor de sí mismo.
La edad es sólo un dato neutro, porque hay muchas personas de más de 60 muy al día, a la moda, atractivas y estimulantes, mientras que el tener menos de 30 no garantiza ninguna de estas características.

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