lunes, 8 de agosto de 2016

NO BASTA CON ESO

Todavía hay personas que se creen o se fingen muy morales y ecuánimes porque no se califican a sí mismos de homófobos o racistas o misóginos, o de cualquier otra cosa hoy repudiada socialmente. “Yo nunca he perseguido… nunca he odiado… esas personas son como todas… pero…” Siempre hay un pero, y ahí está el problema.
El problema que estos señores se niegan a entender que esas personas no son como todas exactamente porque pertenecen a minorías que han sido y aún son objeto de desprecio, segregación, discriminación y otras cosas poco agradables que tal vez el sujeto que protesta no haga, pero que muchos otros sí hacen y que, por lo mismo, necesitan ayudas, estímulos y reconocimientos que los demás no necesitan, simplemente para llegar a una igualdad real, porque la legal puede estar en la letra de la ley, pero no siempre se cumple en la práctica.
Lo de negarse a entender es, por supuesto, un eufemismo, porque las personas que así hablan y que acusan a las minorías que sean, en este caso a las LGTB de exigir “derechos especiales”, se mueven por ideologías muy concretas.
Viene esto a cuento del enfado del alcalde de Alcorcón, que le ha llevado a demandar a Arcópoli, por haber esta asociación promovido la reprobación del alcalde por el consistorio, en el que el alcalde (PP) no tiene la mayoría, por su postura anti-LGTB. El alcalde se ha revuelto “indignado” porque él nunca ha estado en contra de los homosexuales, es decir, que ni los persigue ni los odia… y yo le creo... hasta cierto punto, porque su lenguaje en el artículo de respuesta al presidente de la FELGTB delata otra cosa.
Según él las personas LGTB no necesitan de leyes especiales porque todos los ciudadanos españoles están igualmente protegidos por la Constitución. Esta es una verdad de perogrullo, pero también las mujeres tienen en teoría los mismos derechos que los varones y, sin embargo, ni han alcanzado la igualdad real ni nadie se opone demasiado a leyes y reglamentos que tienden a limar las evidentes discriminaciones y diferencias que sufren. Los “ciudadanos” están aquejados por diferencias, prejuicios, desventajas y privilegios y una ley tan general como la Constitución no puede entrar en esto, que se deja para leyes especiales.
Las leyes especiales, como la adoptada recientemente en Madrid contra la LGTB-fobia, no suponen derechos especiales, sólo intentan que las personas en desventaja o minoría tengan los mismos derechos que los demás y… esto es muy significativo: el sr. alcalde de Alcorcón se ausentó de la votación de esta ley, aprobada también por su partido. Una forma muy clara de decir que no estaba de acuerdo.
Pero donde el plumero se le ve de forma inequívoca en al decir que se le ataca en base a la “ideología de género”, concepto desarrollado en cenáculos vaticanistas para encuadrar todo lo que no se ajusta al dogma católico ortodoxo en lo referente al sexo. Ni biólogos ni sociólogos ni filósofos han desarrollado nunca tal ideología, expresada simplemente en la negativa dogmática a aceptar los avances científicos y los cambios sociales, de modo que quienes usann el concepto lo hacen desde posiciones ideológicas (éstas sí) muy claras.
El sr. alcalde fue también de los pocos que se negó a poner la bandera arcoiris en el balcón municipal durante los días del orgullo (seguro que tampoco estará de acuerdo con esta denominación), porque pretextó que hay muchas banderas e intereses distintos y no se pueden poner todas. La mayor parte de los ayuntamientos ponen lazos de diferente color, carteles y otras cosas en los días de la mujer, de la madre o del lucero del alba y también cada vez más la bandera arcoiris, de modo que, si no la pone, por algo será, pero ese algo no es la neutralidad.
Estar en contra de los derechos LGTB es una opción como otra cualquiera, incluso defendible en un país libre, aunque sea con argumentos especiosos, pero se nota bastante cuando se pretende disfrazar la propia postura con indignaciones postizas.

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