miércoles, 6 de febrero de 2013

PASO A PASO

La aprobación por abrumadora mayoría en la Cámara de los Comunes del matrimonio igualitario para Inglaterra y Gales marca un hito que refuerza una tendencia occidental ya imparable. Es significativo que la iniciativa haya partido del Partido Conservador y, si bien hubo algunos diputados conservadores más que votaron en contra de los que votaron a favor, la proporción estuvo cerca del 50%, lo que pone la oposición a la norma en el conjunto del espectro político y del Reino Unido en una cantidad muy minoritaria. Escocia prepara su propia ley y un reciente sondeo muestra que en la República de Irlanda casi el 75% de la población está a favor de una norma similar.

Los debates en los comunes han sido pintorescos y a veces vivos, pero lejos del extremismo y la radicalización de los que tienen lugar ahora en la Asamblea Nacional francesa. Después de todo la ley británica de uniones civiles concedía ya prácticamente todos los derechos, a diferencia del muy limitado PACS francés, y la opinión pública de las islas ha evolucionado muy rápidamente desde el puritanismo de los años 50, ciertamente más que en Francia, al menos por lo que ve en la superficie. Sin embargo, la mayoría socialista garantiza también la aprobación final de toda la ley en el hexágono, y caben pocas dudas de que la mayoría de la población tampoco se opone realmente.

Con Inglaterra y Francia, a los que se suman el pequeño Gales y próximamente el aún más pequeño Luxemburgo, el matrimonio igualitario queda sólidamente implantado en toda Europa occidental, en lo que puede verse como una ola que va de oeste a este.

La historia es paradójica y contradictoria: Alemania fue el país donde antes, más y mejor se habló de homosexualidad a partir de 1850 y uno de los lugares más tolerantes hasta 1933, pero hoy día se ha quedado sola con Italia entre grandes y pequeños países, aunque tenga también una ley de unión civil algo más amplia que la francesa. El conservadurismo de CDU y CSU es la causa, pero tiene fecha de caducidad, porque la sociedad alemana no tiene casi ningún prejuicio en contra. El caso de Italia sabemos que es más difícil, con el Vaticano interfiriendo en la política interior, pero incluso allí se ven indicios de deshielo que veremos en un próximo post.

Entre tanta mala noticia económica y política hay que alegrarse de los progresos de los derechos civiles, que no deben nunca olvidarse o posponerse con pretextos, porque sin ellos tampoco hay ni prosperidad ni libertad para muchos.

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