sábado, 7 de febrero de 2015

LA CORRECCIÓN COMO RELIGIÓN

Me refiero, claro está, a la "corrección política" o, podríamos decir también lingüística, puesto que obliga a los que la practican por convicción, o por quedar bien, que de todo hay, a repetirse aburridamente con el "todos y todas", o a escribir majaderías como "todxs", en una labor de creación de un lenguaje surrealista, pesado e inútil, puesto que no quita prejuicios a los que los tienen ni mejora la percepción de los que no los tienen. Buscar tres pies al gato en mecanismos lingüísticos gramaticales de origen prehistórico es una de las labores favoritas de ateos que se creen libres de divinidad, pero que profesan romos dogmas políticos a los que directa o indirectamente quieren que se plieguen todos los infieles y, si no se pliegan, que tengan que padecer su antiliteraria "recreación" de un lenguaje artificial con bastante menos futuro que el esperanto.

Corrección también significa corregir, y muchos de los que así hablan o difunden creencias en las redes sociales no son simples correctos sino "corregidores" que no soportan el menor ataque o la menor disidencia, sin que quepa acusar en este caso a los reaccionarios de siempre, porque éstos son muy poco amigos de la corrección al uso; se trata más bien de otros reaccionarios que no se identifican siempre como tales, porque militan en determinados grupos y se apuntan a ciertas siglas, pero reaccionario es el que reacciona y, si se hace frente a la realidad, la evolución, la ciencia o la naturaleza humana se huye de todo esto hacia la inoperancia o se quiere imponer una utopía, a veces hasta por decreto, porque el corregidor correcto no acepta discusiones más que formales nunca reales.

Casi todos los problemas humanos tienen solución, no siempre total, claro, porque hay factores no controlables, pero vistos a través de la lente de la "corrección" pueden hacerse tan irreconocibles que de hecho parecen insolubles: prostitución, procreación asistida, gestación subrogada, derechos lingüísticos, identidades varias... todo es discutible y reformable, siempre que no se parta de presupuestos tan rígidos y tan "correctamente" expresados que sea imposible discutir porque se están exponiendo artículos de fe, no puntos de partida.

Tener simpatía o afinidad por ideas, personas o grupos no significa aceptar en bloque una doctrina y seguir a la manada a las órdenes del macho o de la hembra alfa... igual que hacen los creyentes en religiones varias, hay que ser también crítico con la crítica, aunque esto les suene a herejía a algunos.

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