domingo, 18 de enero de 2015

RELIGIÓN Y RESPETO

Pasada la tormenta de "Charlie Hebdo" creo que es justo remachar una serie de puntos al respecto, porque la tempestad de opiniones en general a favor de la libertad, pero también en contra, parte de posiciones muy establecidas y conocidas aunque no tan racionales como debieran.

Hay gente que sigue confundiendo la "Libertad Religiosa", como está consagrada en las constituciones democráticas, con la absoluta prohibición de crítica o ironía contra las creencias de otros, es decir, que no se pueden hacer chistes, reírse o criticar una religión, o que esto equivale a atacar a los que creen en ella. Esta confusión, voluntariamente llevada al extremo por clérigos y grupos de presión afines, es igual a la absoluta falta de libertad que se padece en países musulmanes y que se padecía en países cristianos en el pasado.

No hay que cansarse de repetir que las personas son todas respetables, aunque crean en la astrología y los curanderos, por ejemplo, pero que TODAS las creencias son atacables, sean filosóficas, políticas, económicas o religiosas, sin que estas últimas puedan tener un privilegio especial, puesto que en puridad se trata de opiniones compartidas por grupos y personas, no de certezas, y como tales opiniones pueden ser objeto de irrisión, caricatura y burla, incluso mordaz y de mal gusto.

Si el Papa Francisco, por ejemplo, revirtiendo de nuevo a las viejas esencias católicas, afirma en Filipinas que "el matrimonio de personas del mismo sexo desvirtúa la institución y supone una amenaza para la familia",  está haciendo la labor típica de propaganda política a la que se dedica su institución, muy necesitada de conservar ciertas funciones que le han ido siendo arrebatadas por los estados y la sociedad civil, pero esta afirmación no resiste el más mínimo análisis racional porque el contrato matrimonial está sujeto a cambio como todo contrato y se quiere hacer pasar un determinado concepto de familia como el único posible, de modo que la afirmación puede ser desmentida, atacada o ridiculizada.

La libertad religiosa se ataca, en cambio, cuando desde posiciones que a veces se presentan como progresistas, pero que son radicalmente antidemocráticas, se dice que "se prohibirá la Semana Santa Sevillana", por ejemplo, sin apreciar que una fiesta popular, tradicional e intensamente arraigada sólo se puede prohibir al estilo soviético, es decir, desde un ateísmo de estado, que lo único que conseguiría sería crear un fuerte movimiento de resistencia. Dado que en estas celebraciones, que a mí me parecen supersticiosas, kitsch y aburridas desde afuera, ni se matan personas, ni animales ni se realizan actos reprensibles, la prohibición por un prurito de progresismo sí ataca no ya las creencias, sino la forma de ser y celebrar de amplios grupos.

La radical separación de iglesias y estado y la neutralización al máximo del espacio público no significa ir contra todo lo que se ha venido haciendo hasta ahora cuando goza de amplio apoyo y no ataca a nadie más.

La libertad es o no es, no tiene demasiada posibilidad de recorte, lo que no quita que haya gente libre de buen gusto y crítica fina y otros de mal gusto y humor de brocha gorda, pero esto no se entiende en los lugares donde la libertad no existe y donde el "humor" de ciertas publicaciones es recibido siempre como insulto y desprecio, no sólo a una religión, sino a una etnia o una cultura. Esto también hay que entenderlo, aunque no puede ser un límite a la libertad propia.

Yo también soy Charlie, aunque maldita la gracia que me han hecho siempre sus caricaturas.

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