
Es bastante significativo que los ¡FUERAS! sean prácticamente idénticos a los de la más extrema derecha, poco representada electoralmente en España, pero mucho en otros países: el FN francés o el partido de Wilders en Holanda dicen cosas parecidas, aunque partan de posiciones sociológicas e ideológicas aparentemente distintas. Ellos creen estar a un continente de distancia, pero en realidad los separan escasos centímetros, porque si algo caracteriza a los extremos es su desprecio o desconfianza por el proceso democrático, su aversión al cosmopolitismo y la reducción de problemas múltiples, complejos y globales a simplicidades catetas, pero muy eficaces para agitar el descontento entre los que están mal y los que se perciben peor.
Los problemas de España y Europa son serios, pero el huir de ellos hacia un pasado imaginario o un futuro utópico solo los agravará. Los europeos no son conscientes de que siguen viviendo mucho mejor (españoles incluidos) que la gran mayoría de los habitantes del mundo y que la abstención o el voto a partidos insignificantes, absurdos o nihilistas abre el camino a extremismos diversos, especialmente a un nacionalismo con tendencias fascistas que solo empeorará su situación.
El "Euroescepticismo", tonta calificación de lo que no es más que nacionalismo o ignorancia, hunde sus raíces en las derechas más recalcitrantes del continente, la rancia propaganda soviética bien asimilada por los PCs y sus herederos, el anticapitalismo dogmático y el fascismo sociológico; ¿les parece un coctel suficientemente indigesto?... Pues a ello hay que sumar las excusas de gobiernos que echan la culpa a Bruselas de las medidas impopulares o de su propia incompetencia y el desencanto de ingenuos que esperan (o esperaban) imprecisos manás no suficientemente materializados o abundantes.
Con una guerra casi abierta en Ucrania, una Rusia revanchista, un Medio Oriente en permanente ebullición, una China cada vez más segura y agresiva, en medio de un cambio tecnológico y climático sin precedentes ¿qué solución puede ser encerrarse en las fronteras nacionales o abstraerse en posiciones de pureza democrática ofendida?
Algunos aún no entienden que la democracia es un proceso permanentemente inacabado, imperfecto, lleno de contradicciones y no siempre justo para todos, pero que sigue siendo el menos malo de los regímenes posibles. Atacarlo porque no es "real" o despreciarlo porque no alcanza inmediatamente los objetivos soñados, en vez de luchar para que mejore solo abre la puerta a sus enemigos.
Europa está en la encrucijada, pero hay que empujarla en la buena dirección, no hacer que se quede atascada en un bache del que no pueda salir nunca y en el que acabe descomponíendose. En el cartel al que hacía referencia al principio de este post falta un ¡fuera!... ¡FUERA DEL MUNDO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario