miércoles, 21 de mayo de 2014

EUROPA

A pocas horas de las elecciones al Parlamento Europeo mi vista ha caído sobre un cartel electoral de un pequeño partido de ultraizquierda que seguramente no recogerá votos suficientes para tener un solo representante, pero cuyo lema es: ¡FUERA DEL EURO, FUERA DE LA UE, FUERA DE LA OTAN!... Y fuera de algo más que no recuerdo, todo en beneficio de más oportunidades de trabajo y de las clases más desfavorecidas.

Es bastante significativo que los ¡FUERAS! sean prácticamente idénticos a los de la más extrema derecha, poco representada electoralmente en España, pero mucho en otros países: el FN francés o el partido de Wilders en Holanda dicen cosas parecidas, aunque partan de posiciones sociológicas e ideológicas aparentemente distintas. Ellos creen estar a un continente de distancia, pero en realidad los separan escasos centímetros, porque si algo caracteriza a los extremos es su desprecio o desconfianza por el proceso democrático, su aversión al cosmopolitismo y la reducción de problemas múltiples, complejos y globales a simplicidades catetas, pero muy eficaces para agitar el descontento entre los que están mal y los que se perciben peor.

Los problemas de España y Europa son serios, pero el huir de ellos hacia un pasado imaginario o un futuro utópico solo los agravará. Los europeos no son conscientes de que siguen viviendo mucho mejor (españoles incluidos) que la gran mayoría de los habitantes del mundo y que la abstención o el voto a partidos insignificantes, absurdos o nihilistas abre el camino a extremismos diversos, especialmente a un nacionalismo con tendencias fascistas que solo empeorará su situación.

El "Euroescepticismo", tonta calificación de lo que no es más que nacionalismo o ignorancia, hunde sus raíces en las derechas más recalcitrantes del continente, la rancia propaganda soviética bien asimilada por los PCs y sus herederos, el anticapitalismo dogmático y el fascismo sociológico; ¿les parece un coctel suficientemente indigesto?... Pues a ello hay que sumar las excusas de gobiernos que echan la culpa a Bruselas de las medidas impopulares o de su propia incompetencia y el desencanto de ingenuos que esperan  (o esperaban) imprecisos manás no suficientemente materializados o abundantes.

Con una guerra casi abierta en Ucrania, una Rusia revanchista, un Medio Oriente en permanente ebullición, una China cada vez más segura y agresiva, en medio de un cambio tecnológico y climático sin precedentes ¿qué solución puede ser encerrarse en las fronteras nacionales o abstraerse en posiciones de pureza democrática ofendida?

Algunos aún no entienden que la democracia es un proceso permanentemente inacabado, imperfecto, lleno de contradicciones y no siempre justo para todos, pero que sigue siendo el menos malo de los regímenes posibles. Atacarlo porque no es "real" o despreciarlo porque no alcanza inmediatamente los objetivos soñados, en vez de luchar para que mejore solo abre la puerta a sus enemigos.

Europa está en la encrucijada, pero hay que empujarla en la buena dirección, no hacer que se quede atascada en un bache del que no pueda salir nunca y en el que acabe descomponíendose. En el cartel al que hacía referencia al principio de este post falta un ¡fuera!... ¡FUERA DEL MUNDO!


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