
Nada puede poner más contentos a los nacionalistas periféricos que se empeñan igualmente en definir las características raciales y culturales de sus etnias reales o imaginadas, y que hacen símbolos sagrados de levantar piedras o bailar en corro. "El que no haga X... no es de los nuestros, es de los otros." Es como si nacer y crecer en un lugar determinado obligara a amar unas cosas, odiar otras y comportarse exactamente como se decreta en algún catecismo redactado por un comité de santones y beatos patrióticos que definen lo que es propio de la nación y lo que debe considerarse herético y extranjero.
Siento decir a la señora Aguirre que en esto, como en tantas otras cosas, se le ve el plumero de la intransigencia dogmática que tanto afecta a una gran parte de sus amistades y compañeros de tendencia y que desmiente una y otra vez la profesión de "liberalismo" de la que tanto abusa y que tan mal entiende.
Hay muchos españoles muy decentes, buenos ciudadanos, trabajadores, pagadores de impuestos y hasta no pertenecientes a minorías sospechosas o que votan al PP a los que no gustan los toros ni el flamenco, ni la Iglesia Católica, ni la caza, ni el chorizo o la paella, porque ninguna de estas cosas juntas o por separado califican, definen o excluyen. No se es menos español por considerar los toros éticamente reprobables y un espectáculo más bien repetitivo y aburrido, del mismo modo que no se es mejor español por ser aficionado al flamenco.
No es posible definir una nación, ninguna nación, por mucho que se lo crean o quieran creérselo los nacionalistas, pero es aún menos posible poner marcas a los ciudadanos individuales, como si de ovejas de un rebaño se tratara. El DNI y el pasaporte indican una pertenencia jurídica exacta, pero sobre gustos, tendencias e inclinaciones no hay nada escrito y tanto derecho tiene un taurófilo como un abolicionista a considerarse español.
Siento decirle a la lideresa que los toros tienen poco futuro. La sensibilidad está cambiando y las dificultades y costes del sangriento espectáculo aumentando, pero eso no afecta en absoluto a la existencia de España o de los españoles.
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