lunes, 22 de julio de 2013

NI A RUSIA NI A DUBAI

Mientras los derechos LGTB y los de las mujeres progresan en occidente, hay lugares en los que se sigue utilizando el viejo truco del chivo expiatorio contra unos y otras para tapar problemas o complacer un machismo brutal reforzado por religiones oscurantistas. Harvey Fierstein ha publicado en el New York Times un excelente artículo sobre la Rusia de Putin, en la que una ley de dureza desconocida puede meter en la cárcel a casi cualquiera que sea simplemente "percibido" como LGTB, sea ruso o turista. Parece que ya hay tres holandeses acusados de algo en la lejana ciudad de Murmansk, con las dificultades y falta de garantías que son de esperar en ese país.

Por otra parte, todos nos hemos quedado de piedra ante las surrealistas leyes de Dubái, capaces de enviar a la cárcel por inmoral a una mujer ¡por haber sido violada!... tal vez porque un verdadero macho tiene la obligación de acosar a cualquier hembra que se le ponga por delante y, si consigue su objetivo, se debe a que ella lo tentó de forma insoportable y no resistió con la suficiente fuerza, lo que quiere decir que se lo buscó o que incluso lo deseaba. Leyes tribales de un lugar con mucho dinero y muchos rascacielos, pero donde la cultura, el derecho y las mentalidades están aún por detrás de los códigos de Justiniano del siglo VI, mientras que las mujeres valen menos que las ovejas o los camellos.

¿Cómo el Comité Olímpico Internacional puede favorecer eventos internacionales en lugares como estos? Pero ya se sabe que las decisiones del C.O.I. son opacas y siempre sospechosas de favoritismos y corruptelas. Para los estados en cuestión suponen buena imagen, publicidad turística y prestigio y por eso todas las personas conscientes deben oponerse no solo a que allí se celebren, sino a cualquier actividad que favorezca la buena imagen de lugares en los que se aplican tan bárbaras leyes.

¿Qué puede pasar en los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi? Cualquier atleta, acompañante, familiar o espectador "percibido" como LGTB puede acabar en la cárcel, de modo que yo recomiendo a todas las personas decentes se priven de ir allí, a no ser que sus negocios los obliguen con absoluta necesidad, pero no solo a  Sochi sino a toda Rusia. Hay muchos lugares bellos en el mundo y, salvo si a uno le gusta el peligro o la humillación, es mejor no ir a sitios semejantes. Las mujeres, por su lado, así como todos los hombres que crean en sus derechos, deberían igualmente alejarse lo más posible de esos países en los que son poco más que ganado.

Tampoco basta con no ir, hay que denunciar y aprovechar todas las ocasiones para desprestigiar lugares en los que se persigue gratuitamente a seres humanos y se los trata con enorme crueldad y con la hipocresía propia del Sr. Putin: miembro activo de la atea KGB soviética, que ahora se come los iconos y se arrodilla ante los patriarcas ortodoxos de la Santa Rusia.

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