viernes, 5 de julio de 2013

PERSIGAMOS... LO QUE NO EXISTE

La Iglesia también estaba en posesión de la "verdad" cuando condenó a Galileo 


¿Saben Ustedes que la homosexualidad no existe? Las multitudes que desfilen estos días por las calles de Madrid y otras muchas ciudades civilizadas con banderas arcoiris, los barrios como Chueca y las personas del mismo sexo que se aman y hasta se casan son "gays", es decir, rebeldes, pecadores y más bien malvados que no aceptan la "verdad" absoluta que es la que algunas iglesias proponen. La orientación sexual homosexual es una falacia, una idea difundida por los partidarios de la "ideología de género", porque lo único que hay son tentaciones, atracciones por el mismo sexo que pueden ser fácilmente combatidas, redirigidas con la terapia y las oraciones adecuadas y, si no se puede, lo que tienen que hacer los (anormales) que padecen la desviación es guardar castidad absoluta.

En muy pocos días y como consecuencia de las fechas que vivimos y las derrotas en Francia y los Estados Unidos, toda una panoplia de pesos pesados vuelve a cargar contra los derechos ajenos y en pro de la vuelta a una moralina dogmática que intenta restaurar la hipocresía, la apariencia y la desigualdad. El primero el papa Francisco, que con la encíclica Lumen Fidei, parece que más bien escrita por Ratzinger, repite que el único verdadero matrimonio es el católico, indisoluble y entre un hombre y una mujer, después el Padre Paul Scalia, hijo de uno de los jueces más reaccionarios del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que estuvo naturalmente en contra de la reciente sentencia que declaró inconstitucional la Defense of Marriage Act. Scalia hijo afirma tajantemente que la homosexualidad no existe. Por último hoy me llega una entrevista a Wojciech Giertych, teólogo vaticano de origen polaco que pone la guinda sobre el pastel afirmando que "a los gays hay que decirles la verdad", y esta verdad, la suya, es que son unos degenerados y rebeldes iguales a los comunistas soviéticos que querían cambiar la sociedad... más todo lo que se encierra en el primer párrafo de este post.

Es interesante que todos siempre ponen por delante "que hay que tratar a los homosexuales con dignidad", "que ellos no son homófobos" y otros pretextos similares a los de los racistas, que siempre empiezan con la frase: "yo no tengo nada contra los negros, judíos, gitanos, etc... PERO...." El pero suele ir seguido de descalificaciones directas o indirectas que justifican la discriminación, la injusticia o el maltrato. En el caso de la artillería que apunta a los homosexuales se hacen referencias a la defensa del matrimonio en abstracto, de la familia teórica y de unos pobres niños a punto de quedarse huérfanos (¡no me quitéis a mi mamá y a mi papá!), desastres que acechan tras cualquier concesión a los "poderosos lobbys" internacionales que socavan en estos momentos la cultura occidental.

La insistencia en estos temas se ha convertido en obsesiva para determinadas instancias y se ha visto considerablemente animada por por el relativo éxito de las protestas en la no tan laica Francia, en la que una derecha en almoneda ha alentado irresponsablemente a los grupos más extremistas. El asunto no es baladí porque el resultado inevitable es el resurgimiento y legitimación de la homofobia, con violencia y acoso incluidos: ¿cómo no defenderse ante la invasión de los anormales? se dicen algunos sujetos que oyen estas cosas de gentes tan santas y con tanta autoridad.

Es curioso que esta sea la misma institución que pretende hacer santo al pontífice anterior, que tanto y por tan largo tiempo cerró los ojos ante conductas como las de Marcial Maciel y otros como él, pero ya se sabe que si se es creyente o se aparenta serlo todo es diferente.

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