miércoles, 3 de julio de 2013

DERECHOS Y PERSPECTIVA

El revés y el derecho dependen de cómo se vean las cosas: si se considera que los seres humanos uno a uno no valen mucho y que están sometidos a un gran plan divino, a una comunidad identitaria, al estado, a la única religión verdadera, a la raza o a cualquier otra abstracción, hablar de derechos individuales no tiene demasiado sentido o más bien sentido alguno y, a pesar de sus protestas en contra, esto es lo que hacen los que se oponen a los derechos LGTB, a los de las mujeres y a los de los niños, aunque pretexten a veces exactamente lo contrario.

La racionalidad de la Ilustración y los progresos políticos y económicos de las sociedades occidentales crearon un marco favorable al individuo, pero la conquista de derechos ha sido lenta y contradictoria porque la inercia social es recalcitrante y los humanos básicamente conservadores. Sin embargo, vistas las cosas con la perspectiva que nos da el tiempo, se puede apreciar que la irracionalidad esencial de toda oposición a los derechos y la felicidad individuales se hace siempre desde desde principios abstractos y fortalezas ideológicas que suelen ocultar intereses de clase, corporativos o de grupo. Un somero análisis de las "razones" esgrimidas en contra del matrimonio igualitario, por ejemplo, nos muestra que se trata de prejuicios dogmáticos, sociales y culturales de iglesias y grupos que quieren seguir manteniendo un control social que se les escapa y seguir "educando" a los sectores que dominan en una visión del mundo particular.

Lo mismo puede decirse de la aversión o pura criminalización del aborto: desde un punto de vista ilustrado puede considerarse que la mujer es un individuo con derechos, entre los que está el de equivocarse, capacidad de decidir y autonomía para hacerlo, o puede afirmarse tajantemente que una vez aparecido un embrión o una sospecha del mismo éste tiene mas derechos, aunque esté lejos de convertirse en ser humano, no sea viable fuera del útero materno durante muchos meses o incluso no sea viable en absoluto.

Los diputados, ministros y funcionarios reaccionarios pueden frenar durante un tiempo el progreso social, pero difícilmente pueden impedirlo en estos tiempos de información generalizada, redes sociales y desmitificación de ídolos antes sagrados. El aparcamiento de la reforma del aborto en España es un ejemplo claro: volver atrás en algo que goza de amplio respaldo social y que iba a causar muchísimos problemas legales, penales y judiciales no es electoralmente sano. Debemos preguntar a estos señores, sin embargo, si alguna vez les han importado de verdad los derechos y el bienestar de las mujeres reales, en vez de preocuparse por seres en potencia, principios vagos y obediencia a archimandritas con ropas talares.

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