lunes, 6 de mayo de 2013

¿LA RELIGIÓN ES SOLO ESO?

Alguno de los que lee mis blogs se me ha quejado alguna vez de que "son antirreligiosos" o de que demuestran una "obsesión anticatólica", pero en las circunstancias actuales sería difícil sustraerse con un mínimo de coherencia a la guerra que ciertas organizaciones y sus jerarcas llevan contra los derechos de las mujeres y de las personas LGTB con el único fin de mantener injustificados privilegios, monopolios morales e influencias políticas indebidas. ¿Pero es posible reducir la religión o el sentimiento religioso a jerarcas y organizaciones? Yo creo que no.

Es posible que muchos se sorprendan si confieso que tengo una inclinación religiosa, aunque no esté afiliado a ningún grupo en concreto, entre otras cosas porque no creo que sea necesario hacerlo para sentirse conectado con algo más grande, universal, misterioso e inefable. ¿Es eso Dios o un dios? Yo tengo mis ideas al respecto, pero no tengo necesidad de explicarlas para afirmar que suponen un vínculo, un "religare" con una trascendencia por encima de lo humano, fisico y terrestre y que, por lo mismo, respeto las creencias porque respeto a las personas una a una y todos sus derechos.

No me gustan demasiado los proselitistas ateos del estilo de Richard Dawkins porque suelen ser excesivamente simplificadores, identifican toda religión con versiones extremistas e ignoran la necesidad humana de trascendencia. Su fe en que un mundo sin religión sería mucho mejor que el actual es tan burda como la de suponer que las religiones históricas han supuesto grandes progresos para la humanidad; el fanatismo no necesita de religión alguna para manifestarse, aunque estas hayan sido magníficos vehículos para toda clase de barbaridades. Las malas características humanas pueden ser tan ateas como religiosas y no hay que hacerse demasiadas ilusiones al respecto. No hay más que ver que muchos de los que se llaman religiosos son en realidad ateos que cumplen con unas cuantas normas externas por superstición, por el qué dirán o por costumbre. Ni la religión ni el ateísmo nos dicen nada sobre la valía o la moralidad de la persona.

Analizar e identificar lo malo, simple, irracional o cruel en creencias y organizaciones religiosas no niega la posibilidad de creer en una serie de principios a los que podemos denominar religión. Lo que no es posible, si se quiere mantener una posición ética, aceptar los progresos científicos y respetar los derechos de mayorías y minorías, es encerrarse en posiciones dogmáticas, convencerse de que se tiene la única verdad, obedecer ciegamente a autoridades autonombradas, creer cualquier cosa que venga en una antigua escritura traducida por un aficionado e interpretada por un fanático y demás aberraciones de los que se llaman religiosos; atacar estos males no es atacar la religión es solo defenderse y defender el progreso humano.

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