viernes, 24 de mayo de 2013

LA DERECHA Y SU POLÍTICA DE ARMARIO

Es significativo que al mismo tiempo que se aprueba la continuación y el refuerzo de la enseñanza de una religión favorecida en la escuela pública, se niegue protección real a los alumnos LGTB en la Asamblea de Madrid y se suprima cualquier mención a su existencia junto a la asignatura de Educación para la ciudadanía. Esto me trae a la memoria una compañera de trabajo que yo tuve, muy católica y conservadora, que comentó con otros, cuando yo no estaba presente, "lo bien que le parecía que yo fuera tan discreto", lo que podía traducirse como: "puesto que es anormal, mejor que lo oculte."

Las personas bienpensantes de derechas no siempre son fanáticas... o no creen serlo, simplemente porque no insultan directamente y excusan, comprenden, toleran, permiten, etc. Una serie de verbos que admiten un cierto desvío de la rígida norma, siempre que el desviado se esconda en un reconocimiento vergonzante de su anormalidad. Su arrogante falta de lógica les lleva a interpretar cualquier manifestación pública de homosexualidad, aunque sea tímida e indirecta, como imposición: "¡Nos obligan a tragar su vicio!"... "¿Por qué me tiene que decir que es gay?"... "¡Qué falta de pudor!... ¡Hablar de su pareja como si tal cosa!"... "¿Casarse dos hombres?... ¡Qué degeneración!"

Normalidad viene de norma, y estas personas creen tener los parámetros exactos de la misma en el sentido más ordenancista, con la idea de que su normalidad es la única, la mejor, la decretada por una divinidad a la que afirman tener acceso directo. Los que se salen de la norma son perversos para los más fanáticos, enfermos para los menos y equivocados para los tibios, pero de ninguna manera realmente aceptables por "anormales".

El pensamiento conservador excluye y desprecia, porque los poseedores de la verdad absoluta no pueden codearse o discutir con los que consideran en el error, es decir, inferiores por nacimiento o inclinación: herejes en una época, judíos en otra, pobres y homosexuales casi siempre, que no solo deben someterse sino ser invisibles, desaparecer para no dar mal ejemplo. ¿Qué pasa si un niño se da cuenta de que hay gays y de que son personas como todas?... Puede que ya no se crea otra serie de prejuicios o dogmas que se le enseñan como normales.

El problema para los modernos reaccionarios (contra los derechos civiles, el estado social, el feminismo, etc.) es la visibilidad, la publicidad que todo lo desmitifica, la banalización de viejos tabúes a los que se temía sin entender. De aquí su pasión por bajar telones y cerrar armarios. Creo que a la larga no prevalecerán en los tiempos que corren, pero siempre hay y habrá que recordarles su cruel indiferencia, su desprecio y, aunque ellos mismos no sean violentos de obra, la innegable responsabilidad que tienen en la violencia de otros.

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