sábado, 27 de abril de 2013

OBISPOS Y PP CONTRA LAS MUJERES (POBRES)

No creo que haga falta demasiada demostración de la misoginia practicada secularmente por la Iglesia Católica, gobernada siempre por una casta de varones amargados, reprimidos o hipócritas en diferentes grados y combinaciones. Siempre ávidos de poder y control, han llevado muy a mal los progresos de los derechos civiles de todos, pero de las mujeres en particular desde que la ciencia, la educación y la economía permiten separar sexo de reproducción y no castigan a las hembras con la pesada carga de la virginidad obligatoria y el sometimiento indefinido. No es de extrañar, por tanto, la insistencia en la regulación del sexo en general y de la fisiología femenina en particular, con el gran tabú, perfeccionado en los tiempos modernos, contra el aborto en cualquier circunstancia.

El nuevo ataque que se prepara contra las mujeres en España, con la complicidad culpable del PP, es una vez más una medida cruel, obtusa, injusta, confesional y retrógrada, cuya única virtud es su fecha de caducidad, puesto que tengo pocas dudas de que una mayoría parlamentaria distinta alterará una vez más las ridículas prohibiciones que se quieren imponer a un derecho que la sociedad ve mayoritariamente como adquirido. También una vez más, en vez de aceptar la realidad, los conservadores españoles ceden ante su sector más reaccionario y prefieren estas continuas oscilaciones legales para mantener principios abstractos por encima de cualquier compasión real.

Los límites que quieren imponerse a la autonomía de la mujer a la hora de acabar con un embarazo no deseado parten de creencias dogmáticas, no compartidas hoy día por la mayor parte de la sociedad y, aunque se disfracen de protección de la mujer, demuestran que se quiere seguir considerando a la misma como tonta, menor de edad, irresponsable o malvada infanticida, como la Medea de la ilustración que se acompaña. Hacer el aborto más difícil y caro no evitará, desde luego, la mayor parte de ellos, puesto que la desesperación aguza el ingenio, pero convertirá en criminales en potencia a las mujeres menos educadas, peor informadas y con menores recursos, dará oportunidades a los abortistas clandestinos y pingües beneficios a determinadas clínicas que podrán cobrar más a los papás antiabortistas de señoritas bien que metan la pata, cuando no quieran molestarse en ir a Francia o Portugal. Los progresos de las píldoras del día siguiente u otras similares solucionarán en parte el problema, pero siempre para las féminas con más recursos y mejor informadas, las mujeres pobres que se fastidien, que para eso son pobres.

La gran mayoría de los abortos son consecuencia de la falta de educación sexual, pero la Iglesia y sus jerarcas también son coherentes en esto: no a la instrucción en materia de sexo porque así hay más delincuentes femeninas... ya se sabe que la culpa de todo la tuvo Eva que le dio la manzana a Adán.

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