miércoles, 7 de abril de 2010

El Sexto Mandamiento


A la vista de los enormes escándalos de corrupción que se destapan en la actualidad y que afectan al PP de forma directa, me pregunto si los obispos van a sacar a la calle a sus disciplinadas huestes para protestar contra los graves pecados cometidos por todos los participantes contra los españoles en general, pero me respondo inmediatamente que no, apoyándome en el absoluto silencio que guarda la iglesia española sobre aspectos sobre los que habla poco y con la boca pequeña.


No debería sorprenderme, puesto que la “moral” de la educación católica que recibí versaba casi exclusivamente sobre el sexto mandamiento. Había siete pecados capitales, si no recuerdo mal, pero sólo la lujuria era verdaderamente mala y merecía explicarse, la gula, la soberbia, la avaricia, la ira, la envidia y la pereza eran de menor entidad.


Nuestros prelados considerarían sin duda un grave pecado la avaricia de los políticos de turno que les dejaran sin la generosa financiación que no podrían conseguir de sus fieles ni en sueños, pero como de momento este peligro no existe, los únicos pecados que consideran dignos de manifestación son la homosexualidad y el aborto, que tienen relación directa con el sexto mandamiento, sin duda el más serio de todos, menos cuando se considera digno de ocultación o de bula, especialmente si se trata de clérigos o de beneméritos fundadores de asociaciones integristas, como el Sr. Maciel.

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