domingo, 6 de octubre de 2013

MACHISMO IRREFLEXIVO

El señor Guido Barilla seguramente no es homófobo, al menos no completamente, es decir, que no piensa en atacar a las personas LGTB directamente, aunque con toda seguridad ni le gustan, ni entiende lo que significan. Tampoco es tonto, al menos tal y como se define la tontería absoluta, puesto que ha estudiado bastante, sabe idiomas y dirige una empresa con solvencia económica. Sin embargo, el señor Guido Barilla demuestra dos cosas: que hay diversas clases de inteligencia y que todas ellas pueden verse afectadas por prejuicios irracionales derivados de un ambiente pacato, pazguato y estrecho.

No se entiende como este señor, directivo de una de las empresas alimentarias más poderosas de Italia, va a la radio a decir que "no piensa hacer anuncios con homosexuales, porque el cree en la familia tradicional y ..." toda una serie de tópicos relativos a la mujer, el ama de casa maruja, la "mamma" italiana y otra serie de estereotipos similares. La mayor parte de la industria NO hace anuncios con homosexuales, simplemente no presumen de ello, porque a fin de cuentas las personas LGTB son una minoría, pero tampoco alardean de no hacerlos, porque aunque no tiene el poder que se dice, la verdad es que hoy día sí hay una minoría articulada, organizada, con conciencia de serlo y que defiende derechos duramente ganados. Hacerse notar y ofender despreciando es torpe y mala política para un individuo o para una empresa, especialmente si mercados muy importantes, como el de Estados Unidos, por ejemplo, pueden verse afectados, y el Sr. Barilla simplemente metió la pata hasta el fondo al decir lo que realmente pensaba.

Que el Sr. Barilla sea italiano no es una casualidad, puesto que Italia va a la zaga en cuanto a derechos LGTB se refiere y, entre los estados de Europa Occidental, es el único que aún no tiene legislación respetuosa al respecto, catolicismo tradicional, Vaticano y machismo mediterráneo se unen para mantener un ambiente particularmente poco propicio a cualquier clase de desvío de la heteronormatividad.

El Sr. Barilla ha recogido velas rápidamente al darse cuenta de la borrasca levantada por sus palabras, y puede que hasta haya pensado que ha hecho algo mal, pero él, y muchos como él, son una prueba del egocentrismo, la falta de imaginación y la cerrazón de tantas personas que ni siquiera imaginan que otra realidad o realidades son posibles, porque viven inmersas en una "normalidad" de la que participan plenamente, sin querer ver o comprender más allá. A Don Guido le gustan las mujeres, no le entra en la cabeza que a un varón le suceda lo contrario y, además, piensa que todas las mujeres son como era su bendita, santa y casera madre, de modo que cuando habla sus palabras traducen exactamente sus pensamientos.

El Sr. Barilla es un ejemplo vivo del porqué hace falta una educación de y en la diversidad, del porqué los reaccionarios no la quieren y de la importancia de las leyes progresistas para normalizar lo que se ve como extraño.

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