martes, 24 de septiembre de 2013

FIESTAS ABSURDAS

A toro pasado, y nunca mejor dicho, vuelvo sobre un tema que siempre me interesa, aunque no como parece impresionar a otros. Se trata del folclore en general y de ciertas fiestas tradicionales en particular, como la muy bárbara del "Toro de la Vega" de Tordesillas, ejemplo vivo de la completa falta de sensibilidad humana y estética de la que hacen gala algunos pueblos y personas, con independencia de las ideologías políticas al uso. Demostración palpable de que sigue sin entenderse en qué consiste lo político, es decir, el gobierno  de la Polis, la administración de la ciudadanía, vivir en comunidad con armonía. Hay muchos habitantes del planeta que aún piensan que se trata solo de una cuestión de poder, de impuestos y de confianza o, peor aún, de a ver "quién da más", sin consideración alguna por cuestiones éticas, de derechos humanos o de buen trato a la naturaleza y a los seres que la comparten.
Si la falta de sensibilidad se une a los complejos de identidad se padece el "síndrome folclórico", es decir, la idea de que una celebración particular, una música o un baile son sagrados, irrenunciables y eternos, so pena de ofender a los dioses telúricos, de modo que la fiesta o fiestas de marras se convierten en monstruos sagrados no criticables, especialmente por los forasteros "que no entienden de qué va", o que simplemente no tienen derecho alguno a opinar, sea sobre la tortura gratuita de animales, las plúmbeas danzas en corro, las flautas chirriantes o las imágenes de ídolos enjoyados paseadas por las calles entre la beatería y la superstición.
Poca gente sabe que una gran parte del folclore más popular considerado milenario es en sus  formas actuales relativamente reciente y que, de todas formas, tenía sentido en sociedades pobres, tradicionales y relativamente aisladas en las que la diversión era escasa y la abundancia excepcional, por no hablar del analfabetismo dominante. La machada de perseguir y matar un toro a lanzazos tal vez tuviera sentido cuando había que seleccionar guerreros, pero hoy día, cuando se ve hacerlo a un señor que normalmente trabaja de camionero, es solo una barbaridad peligrosa, un mal ejemplo y una muestra del peor gusto estético posible.

El folclore auténtico de nuestros tiempos es la música pop, las modas urbanas y las costumbres reales de la sociedad, no unas vestimentas raras, que solo breve y excepcionalmente se llevaron de verdad, una música arqueológica y unos ritos extraños y crueles que han perdido todo sentido. Está bien que lo estudien los peritos para guardarlo en los archivos, pero creer que en él reside la "cultura" local, regional o con complejo de persecución es solo falta de interés por la cultura viva y adoración por fetiches casi siempre de dudoso gusto.

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