viernes, 30 de agosto de 2013

DESPRECIAR AL QUE SABE

Algunos piensan que las tonterías malvadas del Sr. Hernando, portavoz del PP, igualando la bandera republicana con la franquista o echando la culpa de la Guerra Civil sobre las víctimas, son meteduras de pata irreflexivas o que denotan falta de información. Yo pienso que más bien delatan lo que de verdad piensa una gran parte de la derecha española, muy incómoda cuando se trae el impresentable franquismo a colación, pero siempre dispuesta a excusarlo y a ver la Guerra Civil con "equidistancia", es decir, como algo de lo que hay que intentar culpar también a la izquierda del pasado para aplicarlo a la del presente, aunque sea tan genérica y poco revolucionaria como la de ahora. Después de todo la España eterna y abstracta solo les pertenece a ellos, aunque los españoles del montón les importen poco.

Son también interesantes las extrañas justificaciones sobre las excesivas y sospechosas ganancias del Sr. Rajoy... con mucho más derecho a ellas por ser un excelso Registrador de la Propiedad, en vez de un mísero profesor de universidad como el Sr. Rubalcaba. Un indicador de lo mucho que les importa el status y los ingresos económicos y la poca consideración que les despierta la ciencia y el conocimiento en general.

En mi post anterior hablaba de cómo la ciencia puede salir malparada cuando se mide con las supersticiones difundidas con habilidad, porque la emoción puede siempre con la razón cuando se dan las condiciones oportunas, y la historia como ciencia no es una excepción. Hay muchos acontecimientos y personajes del pasado sobre los que nunca sabremos toda la verdad, pero sí podemos aproximarnos lo bastante como para averiguar al menos una parte. Los historiadores serios, es decir, los de verdad que no hacen propaganda fascista, hace mucho que llegaron a conclusiones muy distintas de las del Sr. Hernando sobre la Guerra Civil española, pero políticos, periodista o tertulianos malvados y/o tontos siempre se empeñan en recurrir a la historia para justificar sus prejuicios, aunque a veces consigan exactamente lo contrario.

El Sr. William Sharer, senador republicano de Nuevo México, es uno de estos insignes imbéciles que un día, seguramente tras leer una novela o un libro de divulgación, se le ocurrió la gran justificación para demostrar a todos que el matrimonio de personas del mismo sexo está mal: Alejandro Magno era homosexual y, sin embargo, se casó con Roxana... y no solo eso, animó a sus soldados a que dejaran sus vidas disolutas y se casaran también, porque el sentido del matrimonio es la procreación y la mezcla de sangres traería la paz y....

El Sr. Sharer parece ignorar que Alejandro se casó con tres mujeres distintas, exclusivamente por razones políticas, que sus soldados se mezclaron efectivamente con mujeres asiáticas, como ha pasado siempre con los ejércitos conquistadores, pero que esto no quiere decir que se "casaran" y formaran familias como las de la televisión, que eso estuvo muy lejos de traer paz alguna y que, por si fuera poco, los griegos y asiáticos de esa época, incluyendo a los hebreos que redactaban la Biblia, tenían una moral sexual y familiar tan diferente de la de los americanos de su clase que tomarlos como ejemplo es más bien peligroso.

El Sr. Sharer, como los obispos católicos, pretende hacernos creer que la familia nuclear estereotípica de mediados del siglo XX es la única posible y se va a la historia a buscar ejemplos, pero lo único que consigue es demostrar profunda ignorancia y una cierta estupidez. Alejandro el Grande era bastante culto para su época, como buen discípulo de Aristóteles, y desde luego estaba muy lejos de ser estúpido, pero nunca tuvo una "familia ejemplar", más bien lo contrario.

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