miércoles, 14 de agosto de 2013

LA IMPORTANCIA DE LA PROTESTA

No siempre estoy de acuerdo con las numerosas protestas de nuestros días: un número excesivo de manifestaciones genéricas y denuncias de gobiernos en bloque crean malestar, pero también confusión, porque suelen acabar defendiendo asuntos incompatibles o atacando a los que debían defender. Sin embargo, cuando se ataca coordinadamente una injusticia palmaria, una ley cruel y retrógrada y se defiende a un colectivo claramente discriminado la protesta siempre está bien y es útil, aunque no lo parezca a primera vista. Esto es lo que está sucediendo con los Juegos de Invierno de Sochi.

Cierto que Rusia no se da por enterada y que los medios de comunicación internos presentan todo el asunto como algo menor, antirruso, propio de minorías degeneradas de ciertos países, orquestado por enemigos de la cultura y la religión rusas, etc. Quien se acuerde aún de cómo se presentaban noticias o imágenes negativas de la prensa extranjera en la España franquista sabe muy bien cómo se actúa en estos casos. Pero la procesión va por dentro, porque jerarcas y comunicadores saben que la imagen es importante y, tarde o temprano la gente en general acaba discutiendo de un asunto que hasta entonces ha permanecido oculto o bajo un cúmulo de otros problemas.

Las actuales protestas y su extensión no van a impedir los juegos en Sochi ni otros acontecimientos similares en lugares igual de poco recomendables, pero su efecto a medio y largo plazo se va a hacer sentir porque por primera vez se ha montado una campaña internacional importante y muy mediatizada contra la opresión y discriminación (hasta el asesinato) de las personas LGTB y esto va a traer muchas consecuencias: Armenia preparaba una ley parecida que ha sido apresuradamente retirada al ver el efecto de la rusa. Muchos países no claramente fanáticos se lo van a pensar dos veces antes de recurrir a legislaciones de esta clase.

El COI también se lo va a empezar a pensar antes de convocar eventos en lugares tan poco atractivos. Sospecho que la mayoría de sus miembros pertenecen más bien al género de varón, blanco, heterosexual y machista, pero nadie quiere tener problemas adicionales y la homofobia empezará a contar como punto negativo en la atribución de juegos de ahora en adelante. Esto favorece a Madrid 2020, siempre que la beata y homófoba alcaldesa no lo impida con alguna estupidez.

Caben pocas dudas de que la mayoría de la población rusa, como la de otros países de Europa oriental, está muy de acuerdo con la ley y seguramente sorprendida del eco que tiene. El régimen soviético mantuvo a estas sociedades congeladas, aisladas y atrasadas, por lo que no es de extrañar la ignorancia y los prejuicios presentes, pero las protestas están siendo lo bastante importantes como para que muchos empiecen a preguntarse que hacen o que creen mal y, aparte del ánimo que se da a los LGTB rusos, el eco garantiza el comienzo de una toma de conciencia.

Sigamos protestando.

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