sábado, 6 de junio de 2015

LA CLAVE DE UNA MORAL

Salvatore Cordileone, arzobispo de San Francisco de California y muy norteamericano, a pesar de su claro origen italiano, ha lanzado un nuevo ataque contra las personas transgénero y contra lo que desde filas reaccionarias se considera “ideología de género”. Sus argumentos son los de siempre: “la creación divina”, “el plan de Dios”, la “complementariedad hombre-mujer” etc., a lo que se añade que “hoy día cualquiera puede inventarse un género”. El sr. Cordileone nunca ha ocultado su agresividad contra la diversidad sexual, porque como bien dice: “si se acepta, la moral católica pierde su fundamento.
La moral católica como él la entiende desde luego. Ésta y otras iglesias, desarrolladas en sociedades antiguas lejos de la ciencia y de la libertad, adoptaron códigos morales que reflejaban con fidelidad el patriarcalismo, el machismo, el sometimiento de la mujer y la obsesión con la reproducción y la estirpe. En semejante contexto no era posible percibir otras realidades, del mismo modo que se percibía a un hereje como perverso o a un africano como susceptible de esclavitud. También entonces se interpretaba la enfermedad como castigo y la anorexia como signo de santidad.
El sr. Cordileone pretende convertir en problema moral la pérdida de control de su iglesia como administradora de premios, castigos y aceptación social y utiliza para ello argumentos precientíficos de aspecto lógico, pero la lógica de Aristóteles y de Tomás de Aquino no puede aplicarse a la naturaleza con lo que sabemos hoy.
Mal que les pese a los dogmáticos, la diversidad sexual ha existido siempre aunque no se percibiera claramente y, si hoy hay libertad individual y mayor o menor tolerancia y aceptación sociales para actuar de acuerdo a la misma, eso no la convierte en problema ético ni tampoco en “invento”.
Nadie inventó el infarto cuando se le dio nombre, ni la homosexualidad cuando se acuñó este término. Lo que sí es una invención es la “ideología de género”, puesto que califica como simple teoría la pura observación de la realidad, mientras que la falta de ética está en la condenación permanente de personas a las que se tilda de inmorales sólo por ser lo que son.

No hay comentarios: