viernes, 13 de marzo de 2015

DISCRIMINADOS POR EDAD

Una de las cosas más molestas del actual discurso político en España, y ambién fuera de ella (véase Francia), es que la pasión, los viejos clichés y el sectarismo sustituyen a la razón con lo que se hace imposible un análisis de los problemas reales, que tienden a verse a través de un prisma tan deformante que toda verdadera solución se aleja.
Nadie pone en duda que las sociedades europeas, pero no sólo ellas, sufren un proceso acelerado de envejecimiento: los jóvenes son cada vez más escasos dada la bajísima natalidad, mientras que la edad media se alarga, así como la buena salud de la mayor parte de las “personas de edad”.
Estas tendencias hacen simplemente imposible el mantenimiento de sistemas de retiro y pensiones como han sido hasta ahora. Bastan unos simples cálculos para darse cuenta de que sostener a los que se retiran a veces a los 55 años durante 40 o más años sobre los hombros de los activos que cotizan, en un mercado laboral menguante y sometido a profundos cambios tecnológicos, es absurdo.
Sin embargo, cuando se proponen medidas tan lógicas como terminar con los límites obligatorios a la edad de jubilación se levantan enseguida voces indignadas que califican tal medida de “neoliberal”, “retrógrada” “en contra del empleo de los jóvenes”, etc. Obsérvese que no se trata de obligar a nadie a trabajar indefinidamente, sino de permitir que pueda hacerlo quien lo desee.
No ganamos nada con aferrarnos a ideas, palabras y dogmas antiguos. La jubilación a una cierta edad podía ser una conquista en tiempos pasados para albañiles de andamio obligados a morir en el tajo, pero no tiene el mismo sentido para empleados de mesa y pantalla con cobertura de seguro médico en oficinas con calefacción. Seamos realistas y discutamos de los problemas con lógica y sin prejuicios.
Muchos mayores son más productivos que los jóvenes por experiencia y conocimiento, y una sociedad más productiva y más rica también proporcionará más puestos de trabajo, porque éstos no son una cantidad fija, como algunos parecen creer. No existe relación directa alguna entre los mayores empleados y los jóvenes desempleados, como se empeñan en decir demagogos que también han criticado en el pasado el empleo femenino que iba “contra el empleo de los padres de familia”.
Una advertencia: ni los puestos de trabajo y sus salarios, ni las pensiones dependen exclusivamente de voluntades gubernamentales o de la magia contable, sino que tienen que estar basados en sólidos fundamentos económicos y hacendísticos. La idea de que esto se puede obviar con “voluntad política" es primitiva y obedece a ciertas propagandas populistas… destinadas a desprestigiarse al contacto con la realidad, pero no sin antes causar tanto o más más sufrimiento que los toscos recortes de los “señoritos”.

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