miércoles, 27 de junio de 2012

UTILIDAD DEL ORGULLO

Las polémicas que se desatan regularmente sobre el sentido y la forma de organizar las manifestaciones del orgullo me causan una cierta desazón y considerable aburrimiento, porque casi todas las posturas son válidas en parte y no veo por qué un patrocinio comercial tiene que impedir una reivindicación política ni tampoco lo contrario. En mi opinión la gran fiesta gay se ha convertido en "la gran fiesta", especialmente en Madrid, y esto tiene más importancia de la que algunos piensan por varias razones.

Como acto de afirmación de derechos y de postura política que sobrepasa los límites de partidos y sindicatos. Solo el PP mantiene una postura reticente, con algunos de sus miembros apoyando lo básico de las reivindicaciones y otros virulentamente en contra, pero incluso en este partido el lenguaje se ha moderado y la homofobia descarnada es rara. El PP debería darse cuenta de que su electorado integrista no tiene otros a quienes votar y que le sería poco práctico fundar otro partido. Los conservadores españoles deberían modernizarse definitivamente y seguir los caminos del verdadero liberalismo, muy lejanos de la servil obediencia a una jerarquía católica ávida de privilegios y con escaso eco social.

Como gran fenómeno normalizador e integrador. Las fiestas del orgullo atraen a muchísima gente de todas clases, edades y procedencias que se lo pasan bien juntos y codo con codo con las personas LGTB. No hay mejor antídoto contra prejuicios e ideas preconcebidas que alternar con lo diverso y esto es algo que se consigue plenamente. La idea de que la exhibición de pluma y folclore en los desfiles es negativa creo que no tiene en cuenta el hecho de que el público distingue bastante bien entre espectáculo festivo y realidad cotidiana, los que se escandalizan de ciertos atuendos y actitudes lo hacen farisaicamente y desde posturas bien meditadas como ataque, en ningún caso se trata de espectadores inocentes.

Como una gran celebración cívica. Pocas fiestas en España tienen un origen laico, ciudadano y esencialmente festivo; la inmensa mayoría son de origen religioso, muchas de ellas francamente siniestras o crueles, casi todas localistas y reducidas a unos pocos actos oficiales. El orgullo se ha convertido en algo que ilumina toda la ciudad, que atrae muchos visitantes y que da fama y prestigio regularmente y sin grandes gastos públicos; las tontas polémicas sobre la basura que se genera y lo que cuesta limpiarla provienen siempre de los mismos que desearían que no se celebraran

¿Y quién desearía su supresión?... Los mismos de siempre, los que siguen diciendo que las personas LGTB lo son por elección propia, que llevan vidas inmorales, que son un mal ejemplo para todos, que corrompen menores y destruyen "la familia" (¿cuál?). Para estos grupos de dogmáticos fanáticos deberían ser invisibles, avergonzarse de su propia existencia y ser ignorados por todos los demás... en el mejor de los casos, porque en el peor desearían la criminalización y persecución que se usaba antiguamente y que aún se usa en otras partes del mundo.

Los demás pueden discutir detalles de la fiesta, pero sin dejar de reconocer su indudable importancia.

No hay comentarios: