martes, 15 de mayo de 2007

Generaciones


La edad no es un simple número para los gays: no tiene nada que ver la sociedad en la que crecimos los mayores, cuando los diccionarios explicaban la palabra homosexualidad como perversión, desviación, vicio y otras lindezas semejantes, con la actual en la que cada vez más gente considera la orientación sexual como un dato a añadir a otros.

El caso es que algunos mayores que leyeron y oyeron tantas cosas negativas no se dan cuenta de que llegaron a creérselas y que, consciente o inconscientemente, piensan y obran todavía influidos por conceptos tan trasnochados como dañinos. A veces aún sienten vergüenza, a veces rabia, otras veces se niegan a aceptar ciertas realidades o a pedir ayuda... "¿a mi edad?", se dicen. Pero nunca es tarde si la dicha es buena.

Franco Zefirelli, amante de Visconti en su juventud y loca insigne con ribetes de cursi, está sacado del armario hace muchos años, aunque mal de su grado porque a él no le gusta que le clasifiquen, le molesta la palabra gay y le horroriza la posibilidad de registrar una relación o casarse con otro hombre porque es una vulgaridad y le parece que no puede haber una familia sin mamma típica italiana. Por eso vota a la reaccionaria Forza Italia de Berlusconi y manda su apoyo al Family Day (así en inglés), es decir a la manifestación "espontánea" en contra del DICO (ley italiana de parejas de hecho).

Todos conocemos a más de un Franco en nuestro entorno: hagamos lo posible porque visiten al psiquiatra para su felicidad y la nuestra.

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