miércoles, 23 de mayo de 2007

Identidades


Son muchos los que en esta época de globalización imparable dan una gran importancia a las identidades, especialmente a las nacionales. Hasta Sarkozy, nuevo presidente de Francia, se ha propuesto "defender" la de un país que no lo necesita, lo que me hace temer una serie de definiciones molestas, al modo de la España franquista o de nuestros pesados nacionalismos locales, que tanto se le parecen.

No se puede dejar de ser algo que ciertamente se es.Yo me acuerdo muy bien de que los que no entraban en las estrechas categorías diseñadas por los pobres ideólogos nacional-católicos eran la "anti-España", puesto que al no poder ser otra cosa y no ser considerados "puros" españoles, tenían que pertenecer a alguna clase de enemigo diabólico, es decir, ser parte de la conspiración judeo-masónica contra la España eterna, definida para siempre por D. Marcelino Menéndez y Pelayo.

Eterno (recuérdese que significa sin principio ni fin) no hay nada, al menos entre los humanos, y las identidades, como todo, están sujetas a cambios y ajustes, pero en general el extraño las percibe con una claridad (o simplicidad) que a veces no tiene el propio: un español exiliado de la guerra civil en la Francia de 1950 era español como todos los demás, aunque para los franquistas no lo fuera en los debidos términos. Un vasco, aunque no hable euskera y vote al PP, es un vasco para todos los habitantes del universo, por mucho que no quieran los amigos de la pistola y la gasolina.

Por eso también resulta algo patético que algunos homos, especialmente de edad, sigan resistiendose a lo que ellos llaman "clasificaciones" y pretendan considerarse como algo especial y fuera de la norma. Hoy día para los héteros todos los homos son "gays" y, aunque uno pueda tener sus reservas respecto a la palabra y su uso indiscriminado, resulta un término cómodo y comunmente aceptado para referirse a los que se orientan sexual y afectivamente hacia su propio sexo sin connotaciones peyorativas.

Sensu contrario, tampoco puede uno perderse normalmente en las nebulosas de las teorías queer y del construccionismo social, que están muy bien para disquisiciones académicas, pero que carecen de interés para la mayoría, y definir que es lo gay exactamente. Puede que los griegos antiguos no fueran "gays" en el sentido actual del término, pero su comportamiento los identifica como tales para casi todos los modernos que saben de ello.

Con pluma o sin ella, con tipo de Adonis o de oso, jóvenes o viejos todos somos gays, tanto para los que nos aman o nos toleran como para los homófobos y eso no hay que olvidarlo. Discriminar a los que no son exactamente como nosotros por pluma, aspecto, edad, comportamiento o ideas equivale a querer definir teórica o prácticamente la identidad gay en términos tan restrictivos como inaceptables.

Las identidades, por otra parte, son múltiples y no exclusivas: no se puede ser sólo gay y explicar toda la vida por ello, al modo que pretenden los fanáticos del terrorismo, del nacionalismo o del integrismo religioso con sus identidades, tan sumamente bien definidas en sus retorcidas mentes. Pero atención, tampoco se puede por elección propia "dejar de ser" algo que ciertamente se es, porque es una de nuestras circunstancias y ciertamente no la menos importante.

2 comentarios:

jjoa dijo...

Veo que has tenido problemas con las iniciales rosas. He comprobado que el código CSS que te envié tiene una coma que sobra. Te envío el código corregido. Suerte con tu blog!

jjoa dijo...

¡Qué bien, te han salido las letras rosas! Echa un vistazo a mi blog de las demoiselles. He puesto un experimento de CSS que creo que quedaría bien en este blog.