domingo, 17 de agosto de 2014

EL SÍNDROME DE PETER PAN

Envejecer no es tan malo como algunos piensan. Si no se padecen graves males o un deterioro imparable, algo de lo que no se está libre a ninguna edad, pero que es más probable cuanto más se avanza en años, la tercera edad también tiene sus ventajas: mayor tranquilidad de espíritu, mejor conocimiento del mundo y de su fauna, humanos incluidos, poca o ninguna necesidad de competir o demostrar nada, etc. De todos modos, más vale acostumbrarse porque se trata de un proceso inevitable.... aunque algunos se empeñen en negarlo infantilmente hasta que el tiempo los pilla y los convierte en viejos resentidos y amargados que cuentan batallitas de juventud sin ningún interés para sus escasos oyentes.

Los negacionistas abundan especialmente entre una cierta clase de varones gais que en algún momento se acostumbraron a brillar, ligar, ir de bares y discotecas o por lugares mucho más sórdidos y hacer de esto el centro de su vida, con menor atención a profesión, pensión y futuro.

El negacionismo puede ejercerse de formas variadas: grandes esfuerzos en el gimnasio, dispendios en ropa de moda, uso de cosméticos japoneses a €300 el bote, una combinación de todo esto y, en los casos más extremos, carísimos estiramientos de quirófano. Lo más normal es que el negacionista no se mire al espejo y aborde a los "chulazos" con los que ligaba una vez y que ahora parecen ciegos y sordos, a pesar de que el maduro de turno sale de noche y hasta ha aprendido a manejar el smartphone para encontrar planes en Grindr. Ceguera y sordera son parcialmente curables con una buena aportación económica, pero la mayor parte no dispone de finanzas lo suficientemente saneadas para cimentar relaciones interesadas con los que a él le interesan.

Es una pena, porque negarse a crecer, como Peter Pan o el protagonista del Tambor de Hojalata, es receta segura de ridículo, frustración e infelicidad y seguramente también de problemas económicos en la edad en que estos son más peligrosos y menos solucionables, lo que quiere decir también de resentimiento y amargura.

El ambiente gay, que tan útil puede ser para salir del armario, encontrar congéneres y divertirse a veces, también tiene algunos efectos secundarios, entre los que se cuenta el de fomentar este tipo de "peterpanismo" para los que no disponen de vacunas, y hay que decir que es una enfermedad insidiosa y mala porque en cualquier medio y en todas las circunstancias madurar es bueno y defiende de muchos males. Ni se gana nada permaneciendo en una juventud imposible, ni por supuesto se encuentra amor alguno.

No hay comentarios: