sábado, 1 de febrero de 2014

CONTRAOFENSIVA

Cuando se estudia la historia de la II Guerra Mundial se ve que, aunque no era tan evidente para los contemporáneos, una vez que la Unión Soviética no se hundió en 1942, después del fracaso de la invasión de Inglaterra en 1940, la Alemania nazi estaba definitivamente derrotada. Stalingrado y el Alamein fueron simplemente clavos en un ataúd que ya estaba hecho. Era una simple cuestión de tiempo y de desgaste. Alemania lanzaría aún "contraofensivas", a veces de gran eficacia para detener la apisonadora soviética. Incluso en 1945 se sorprendió a norteamericanos e ingleses con la ofensiva de Las Ardenas, pero la derrota era inevitable por medios, por masa y porque nadie, ni siquiera muchos alemanes, querían vivir bajo un régimen opresivo y criminal que se había lanzado a la agresión con desmedido orgullo y absoluto desprecio por las más elementales reglas de humanidad.

Me gusta recordar esto cuando en la eterna lucha por el progreso, los derechos y los avances sociales hay aparentes detenciones o regresiones promovidas por instancias que, como las iglesias, tienen intereses creados en el conservadurismo para mantener su control social, y es de actualidad ahora por los esfuerzos y las campañas renovadas que se ven organizadas en Europa contra los tres supuestos que más amenazan el castillo de naipes de una supuesta "moralidad" obediente a dogmas: homosexualidad, aborto y eutanasia.

Hay en estos momentos una auténtica contraofensiva que trata de hacer retroceder el marco legal para mantener a la sociedad encerrada en los prejuicios y las leyes del pasado, con nuevas armas intelectuales manejadas por los equivalentes de las SS y otras tropas de élite del nazismo, léase asociaciones integristas, partidos reaccionarios y grupúsculos neonazis. Los que a sí mismos se denominan "Pro-vida", los que afirman la existencia de una "ideología de género", los que atacan el feminismo sin paliativos y otros que hacen de las religiones ajenas instrumentos de Satán, sin ver el mal de las propias, parecen haber aprendido el uso de los medios modernos para hacer mucho ruido, proponer derogaciones de leyes existentes y asustar a los que puedan con males innombrables derivados de la que ellos pintan como "degeneración", viejo concepto que iguala el cambio al mal.

No prevalecerán; cuando individuos y sociedades pierden el miedo a lo que antes se les ha presentado con tintes malignos no hay vuelta atrás. El rechazo de la homosexualidad, de los derechos de los homosexuales o la demonización del aborto son consecuencias del rechazo al sexo, de los prejuicios de una sociedad machista y patriarcal y de la cerrazón ante la ciencia; la negación de la eutanasia se reviste de "protección de la vida", cuando no es más que entronización del sufrimiento o, peor aún, voluntad supuesta de una deidad extraña que se complace en torturar a las criaturas "a las que ama".

Si se deja de creer en estos principios y en los que se erigen en autoridad para proclamarlos no hay posibilidad de mantenerlos. Miles de mujeres y de hombres han desfilado hoy en Madrid para oponerse a la prohibición práctica del aborto, una medida inspirada por la SS moral para sus propios fines, que no tienen nada que ver con la ética y sí mucho con un control que ven escapárseles por momentos. ¿Será su Ofensiva de las Ardenas?... de todos depende,

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