jueves, 28 de marzo de 2013

CIFRAS SIN SENTIDO

He dicho ya en posts anteriores que una de las mayores tonterías que se repiten en la actualidad versa sobre la cantidad de personas que se manifiestan por A o por B. Parece que si hay mucha gente en una manifestación cualquier otra legalidad debe o puede ser ignorada o que la tal manifestación representa a la totalidad de la "opinión pública", pero para los que aún piensan racionalmente debería estar claro que una manifestación no es sino la expresión de "una" opinión y que, por muy numerosa que ésta sea, no puede ni debería nunca sustituir la legalidad de la representación parlamentaria, por mucho que algunos hoy día consideren que esta representación es imperfecta o que no los representa en absoluto, dado que la alternativa es que que cualquier grupo bien organizado puede arrogarse casi cualquier representación y acabar con cualquier democracia.

La manipulación de números se ha convertido en un deporte favorito de los que temen perder votaciones parlamentarias y quieren forzarlas con grandes demostraciones de masas que den la impresión de que su "mayoría" está siendo burlada por una minoría política irresponsable o malvada. Un millón o incluso dos millones de personas en las calles de una capital parecen razones suficientes para desautorizar cualquier ley y tildarla de "antidemocrática", cuando la realidad es que puede ser la manifestación la que intenta evitar que se extienda la democracia o que se acabe con injusticias palmarias.

Viene esto a cuento de la manifestación parisiense en contra del matrimonio igualitario, cuyas cifras muy sustanciales de 300.000 personas (convertidas en millonarias por los patrocinadores) de ninguna manera representan a la totalidad de una población de más de 65 millones. La manifestación, el ruido mediático, las peleas callejeras, los insultos contra la ministra de justicia y otros hechos similares forman parte de una bien orquestada campaña cuyo origen hay que buscar en la Iglesia Católica y a la que se han apuntado otras organizaciones como el Frente Nacional y parte de la UMP. ¿Significa esto que la mayoría de los franceses estén en contra de que se extienda el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo? Ciertamente que no, aunque esto es lo que se quiere hacer ver al llenar calles y noticias.

Sorprende la virulencia del asunto en la Francia laica, cuando en España y Portugal la misma iglesia organizó también masivas manifestaciones populistas, pero quedó finalmente aislada y no consiguió interesar a ningún sector de la población en su cruzada negativa, pero supongo que esto tiene mucho que ver con el nulo prestigio intelectual y social del catolicismo y su clero en los países ibéricos y con la división, amargura y falta de dirección de la población francesa, aumentadas por una interminable crisis que nadie parece poder dirigir o digerir.

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