domingo, 3 de marzo de 2013

DE FERNÁNDEZ A WALESA... PASANDO POR ROMA

Mi amor es más fuerte que vuestro odio

Los Estados Unidos ha progresado tanto en el camino a la igualdad de sus ciudadanos que ahora tienen un presidente afroamericano, cuando todavía en los años 60 del siglo pasado muchos como él no podían votar o bañarse en una piscina de blancos, pero eso no quiere decir que el racismo haya desaparecido: ha sido derrotado intelectualmente, es impresentable socialmente y hay leyes que lo prohíben, pero sigue habiendo racistas que miran a los no blancos con odio y que compensan sus complejos difundiendo leyendas urbanas absurdas sobre la maldad, la vagancia y la peligrosidad de los oscuros o, peor aún, disparando contra inocentes con las armas que les permite la irresponsable legislación norteamericana sobre la materia. Muchos racistas te dirán que no lo son, que "ellos no tienen nada contra los negros", pero que no quieren vivir con ellos porque... y aquí aducirán una serie de razones absurdas e historias falsas.

Los homófobos no son diferentes, son racistas hacia conciudadanos que no les han hecho nada y a quien ni siquiera conocen por fanatismo religioso, machismo, ignorancia y, también, por la inseguridad sexual de muchos de ellos. Los pretextos que utilizan para su discriminación son rancios, derrotados intelectualmente, acientíficos y confesionales, pero gozan aún de algún predicamento social entre conservadores, especialmente de cierta edad. No puede sorprender, pues, que el ministro español del interior, bien conocido en círculos integristas, siga lanzando andanadas contra el matrimonio igualitario, lo que quiere decir contra todas las personas LGTB, con simplezas como que "no garantiza la pervivencia de la especie", con lo que sigue reduciendo a los homosexuales a sexo... y el matrimonio a un proceso de cría. Por esa regla de tres deberían estar prohibidos los matrimonios de personas estériles, de ancianos, etc., y anularse los de aquellas personas que no tuvieran hijos.

Pero es que, además, muchos homosexuales tienen hijos propios o cuidan y educan a los ajenos, porque no son, como debe creer el ministro, gentes superficiales, vagas, viciosas y egoístas dedicadas siempre a la satisfacción de sus instintos.

Hijo de la misma iglesia, el que fuera sindicalista anticomunista en los astilleros de Gdansk, Lech Walesa, ha dicho que no puede aguantar la presencia de homosexuales, que deberían estar sentados detrás de alguna cerca en el parlamento y que no está de acuerdo en concederles ningún derecho "porque son una minoría y como tal deben aguantarse y no imponer su presencia y sus derechos a la mayoría." Si cambian ustedes la palabra "homosexual" por "judío", por ejemplo, algo de larga tradición polaca y católica, se armaría un considerable jaleo, porque antisemitas hay, pero el antisemitismo no es presentable socialmente, mientras que todavía se puede discutir entre ignorantes si las personas LGTB son viciosas, enfermas, inmorales o si se trata de personas y no de humanos degenerados.

No es una casualidad que el ministro español hablara en Roma y que añadiera que se va a reforzar la enseñanza de la religión en la escuela, ¡gran solución para los problemas de la educación en España!... aunque así a lo mejor consiguen que haya algunos homófobos más.

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