viernes, 17 de julio de 2015

PROVOCACIONES

En la triste y despoblada manifestación anti-LGTB que tuvo lugar en Madrid la mañana del 4 de julio, horas antes de la gigantesca marcha del orgullo que vistió la capital de fiesta, uno de los oradores dijo algo que ha servido y sirve de pretexto a los homófobos para su odio verbal y su violencia física: la visibilidad desvergonzada de “homosexuales, depilados, tatuados y llenos de esteroides”, para citar las palabras que usó el caballero, es un insulto, una provocación intolerable a las personas decentes y, por tanto, nadie se puede asombrar de que los así provocados reaccionen dando mamporros y enviando al hospital o al cementerio a los provocadores.
Un ministro marroquí acaba de repetir este argumento al “recomendar” a los gais “que no provoquen”, si no quieren exponerse a la ira popular y la persecución judicial que puede condenar a meses o años de prisión a los que son o parecen ser LGTB, porque ya se sabe que más que “ser” algo, lo que importa es parecerlo y hacer que se vea, puesto que, si no se ve, en realidad no existe.
El orador de la Plaza de Chamberí lo dejó claro: él no tiene nada contra los homosexuales siempre que sean “castos” como lo manda su Iglesia, y siempre que no se los vea por ninguna parte, que sean invisibles en lo profundo del armario…. ¡pero atreverse a salir de él y pasearlo por la calle!
La “moral” tradicional y convencional ha hecho siempre mucho énfasis en estas cuestiones de la visibilidad pretextando el efecto contagio, es decir, que si algo desaconsejable se ve mucho se tiende a copiarlo: si un joven ve un desfile del orgullo puede sentirse tentado a hacerse gay.
No hace falta recurrir a gran ciencia para darse cuenta de que se trata de un pretexto huero y malintencionado: las ventajas de NO SER gay han sido siempre muchas y los ejemplos constantes, sin que eso haya hecho cambiar la orientación sexual de nadie. Lo que sí puede pasar es que un chico reprimido, asustado y despreciado por ser gay se dé cuenta de que no es especial, que hay muchos como él y que puede llevar una vida feliz sin dejar de ser él mismo.
La hipocresía social es muy útil para mantener a cada uno en su sitio y dar ventajas a los que la controlan, de aquí que todos los reaccionarios la cultiven porque les da más poder que muchas leyes y prohibiciones. Roy Cohn, estrecho colaborador del senador McCarthy, tristemente famoso por su “caza de brujas” en los años 50 en los EE.UU., era homosexual, pero persiguió a miles de homosexuales… para morir del SIDA muchos años más tarde. Todavía hoy hay personas que no entienden como alguien puede actuar con esta aparente incoherencia, pero en realidad no hay contradicción: para el Sr Cohn lo más importante era adquirir fama y poder, y en lo que se equivocó fue en elegir como patrón al senador McCarthy, cuya importancia se esfumó tras la caza de brujas, pero en una sociedad hipócrita él podía medrar y, además, llevar una doble vida.
Lo mismo piensan lo que al tratar del desfile del orgullo en Madrid dicen estar muy preocupados exclusivamente por la basura que produce. Parecen referirse sólo a los detritus materiales, pero en realidad están haciendo un gesto de asco a la pérdida del miedo, a la evidencia de que su censura ya ni controla ni dirige ni asusta.

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