sábado, 21 de junio de 2014

EL GUADARRAMA NO ES EL HIMALAYA

No soy de los que denuesta las redes sociales como un mal. Esto es patrimonio de todos los que se hacen cruces por la técnica en general e internet en particular, gente a la que gustaría continuar con el periódico de papel, las noticias de la radio y el noticiario en el cine, que se asustan de Facebook y se preguntan qué hacen los que miran sus teléfonos sin parar. No soy de esos, pero como todas las cosas tienen luces y sombras, tengo que decir que el chorro informativo continuo que surge de internet por varios cauces informa, pero no ilustra y a más de uno le puede producir una intoxicación cuyos efectos secundarios incluyen ceguera parcial, sordera selectiva y trastorno de la perspectiva.

El chorro informativo suele estar ya viciado de antemano por la elección de nuestros amigos en Facebook, la gente a la que seguimos en Twitter y las secciones de periódicos electrónicos o agencias de noticias que automáticamente nos mandan mensajes con lo último de lo último. Dado que cada uno tiene sus preferencias, lo normal es que la "información" acabe tan escorada del lado que nos interesa que solo acabemos recibiendo no ya noticias sobre temas determinados, sino interpretadas, exageradas, deformadas o falseadas por personas e instituciones afines, la mayor parte de las veces de buena fe, pero en ocasiones con muy mala idea.

Si ya en el lento y congelado periódico de papel hay que tener espíritu crítico y ser consciente de que hay muchas noticias y opiniones mal escritas, fuera de contexto o que se publican como parte de una campaña a favor o en contra de algo o de alguien ¿qué no será en las redes, en las que cualquiera puede poner lo que desee sin control alguno y sin preocuparse del origen, oportunidad o verdad de lo que se publica?... Si me gusta lo lanzo y si tiene éxito mejor.

El problema de todo esto no es sólo el daño que a veces se hace consciente o inconscientemente, la alarma que se puede crear y la frustración que surge cuando no sucede lo que se espera, sino que se acaba por perder la perspectiva y ver el Guadarrama como el Himalaya y el Océano Pacífico como el Lago de la Casa de Campo, lo que hace que no trepemos al primero por creerlo demasiado alto y nos ahoguemos en el segundo al no darnos cuenta de la profundidad.

Creer que todos los conectados están bien informados es tan inocente como afirmar que alguien es muy culto o muy listo por haber estudiado un número de años sin saber qué, dónde y cómo. Hay muchos supuestos inteligentes lectores de libros que nunca hicieron una síntesis de lo que leyeron y se convierten en tontos pedantes, pero es aún más difícil manejarse en el proceloso mundo de la información-desinformación que nos ha tocado vivir, porque el chorro es tan potente que atraganta.

Estar en contra de las Redes Sociales es inútil, porque están aquí para quedarse, pero démonos cuenta de que apenas enseñan, no forman, confunden y con frecuencia difunden noticias falsas o que lo son porque están sacadas de su contexto o se les da una importancia indebida. No confundamos al sabio, al artista, al filósofo o al historiador con el que simplemente se traga el chorro indiscriminadamente y actúa de repetidor del mismo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Lo has descrito de forma preclara. Es cierto. Estamos en ese tiempo de la información a chorros. Estoy convencido que todo esto va a ir perfilando una mutación en la inteligencia humana, una especie de radar selectivo, y en mi deseo, tengo la esperanza que el cambio se produzca hacia una humanidad más intelectualmente exquisita, sensible ( no sensiblera). Mientras,...Aguantar el chorro toca.
Gracias por tu delicadeza.