jueves, 4 de octubre de 2012

PROTESTAS Y SOLUCIONES

En uno de mis posts anteriores escribí que nos podíamos acostumbrar a la protesta sin encontrar nunca la solución y los hechos parecen darme razón. Comprendo que mucha gente esté enfadada y se niegue a entender la complejidad de la crisis económica presente, pero rodear congresos, pedir independencias y poner nerviosos a nuestros dubidativos gobernantes no nos lleva a ningún sitio. Creo que las simplezas que se leen en redes sociales y foros agravan la situación, porque pueden hacer creer que la supresión del senado o de la monarquía, el cambio de la ley electoral o de la constitución, el federalismo o la independencia de algún nacionalismo irredento (por poner algunos de los tópicos más repetidos) son soluciones mágicas para el ahorro, la mejora de la democracia o la felicidad eterna de los que se consideran victimizados, pero ni los datos que se aportan son reales, ni son estas medidas mágicas para problemas de índole más compleja y bastante más global de lo que algunos inocentes y otros malintencionados pretenden.

La descalificación general de la política se da de bruces con la contradicción de que al mismo tiempo se exige a los políticos que se responsabilicen de las dificultades al 100% y busquen salidas que nadie en realidad parece encontrar. Es como si a un enfermo de cáncer se le dice que se le va a dar un tratamiento complicado de quimio y radioterapia, pero de resultados inciertos, y la familia exige al médico que le cure so pena de demanda por mala práctica.

Todos los problemas son opinables y también las soluciones de los mismos, pero hay que tener presentes varias cosas que apenas necesitan demostración:


  • Gritar mucho y desordenadamente no conduce a nada, solo hace ruido.
  • Las soluciones "totales", como rodear el congreso para pedir un proceso asambleario constituyente son inútiles y carecen de toda verdadera legitimidad. Mucha gente sigue sin entender que el fin no justifica los medios y que la legalidad es un pilar de la democracia sin el que no puede haber "democracia real".
  • El nacionalismo es una pseudorreligión con principios tan irracionales y maximalistas como los de cualquier religión. Todas sus soluciones son falsas, tanto si se trata de una región, como si se trata de un estado europeo, hoy día más bien regiones a su vez de una entidad mucho mayor. La idea de que se puede volver a "una verdadera soberanía nacional", en medio de la globalización rampante e imparable es propia de personajes tan arcaicos y reaccionarios como Julio Anguita o el alcalde de Marinaleda, cuyas ideas a veces son casi gemelas con las de los viejos falangistas
  • Participar en organizaciones ciudadanas y partidos serios es mucho más productivo que descalificarlos como parte del "sistema". Presionar para que se pongan de acuerdo en temas básicos también.
  • El estilo PP, de insulto y descalificación permanente del adversario sin tener plan alternativo alguno, ha demostrado ser estéril y contraproducente, porque lo que causa es una descalificación de todos los políticos, algo que se busca desde lo que podríamos llamar "fascismo sociológico", con la idea de dejar el poder permanentemente en manos de minorías muy concretas.


Recomiendo no leer la prensa ni escuchar noticias exhaustivamente todos los días, porque cronistas de periódicos y tertulianos de emisoras bien conocidas sumen a una gran mayoría en la depresión, la duda y el mal humor. Tomar una cierta distancia es muy muy sano.

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