viernes, 2 de diciembre de 2011

Una batalla casi ganada

Es posible que la sección más retrograda del PP español se lance lo antes posible a presionar al partido y a su dirigente para que modifique la ley de matrimonio igualitario, sea cual sea la sentencia del TC sobre el tema. En esto no se diferencian nada de grupos similares en otras partes del mundo, en su totalidad inspirados por razones religiosas y no racionales.
La vuelta atrás en cualquier ley es difícil, pero mucho más en esta, que ha creado obligaciones familiares, fundado familias y gozado de considerable aceptación social. Su invalidación produciría enormes complicaciones jurídicas y sería fuente de desprestigio nacional e internacional (en los países que verdaderamente cuentan). Pero más aún sería una monumental estupidez porque lenta pero seguramente la igualdad de derechos para las personas LGTB se extiende por todo el mundo desarrollado, con la sola oposición de iglesias dogmáticas que pretenden arrogarse un monopolio moral injustificable en nuestros tiempos o potestades de injerencia legislativa a las que no tienen derecho alguno.
La desmitificación de todos los asuntos relativos a las personas LGTB es un hecho incontrovertible en el mundo occidental, donde es claro hoy día que se trata de un problema de igualdad jurídica, sin que haya que unirle valoración moral alguna procedente de instancias religiosas. Del mismo modo que se abolieron las restricciones al matrimonio entre personas de razas o religiones distintas, progresa la idea de que puede y debe abrirse a personas del mismo sexo que se aman y desean firmar un contrato de convivencia en igualdad de condiciones.
Hace una década el matrimonio de personas del mismo sexo no era posible en ninguna parte, hoy ya es posible en Canadá, 7 estados europeos, 6 estados de los Estados Unidos, Sudáfrica, Nepal, Argentina y en el Distrito Federal de México. El estado mexicano de Quintana Roo ha venido a sumarse ahora a una lista a la que pronto se unirán Dinamarca y Luxemburgo en Europa. Hay muchas posibilidades de que Uruguay avance en este sentido y es solo cuestión de tiempo para que también se apruebe en Alemania y el Reino Unido. Hablamos desde luego de matrimonio igualitario, no de leyes de unión civil o similares, de las que hay muchas más, pero que no garantizan una absoluta igualdad de derechos.
Cuando una situación llega a este punto hay que darse cuenta de que el genio está fuera de la botella y no hay quien lo vuelva a meter en ella. Los que se sigan oponiendo a la igualdad en el futuro lo podrán hacer con las mismas razones religiosas con que ahora lo hacen, pero no serán racionales y supondrán una privación arbitraria de derechos a muchas personas por razones de dogma, no de caridad.

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