miércoles, 16 de noviembre de 2011

El laicismo como asignatura pendiente


Resulta sorprendente e irritante que con ocasión de las próximas elecciones se pongan en duda conquistas como la igualdad ante la ley civil (matrimonio para todos con independencia de la orientación sexual) o la libertad para decidir en caso de embarazo no deseado.


Las discusiones sobre estos temas no son realmente serias en los estados libres, a pesar de la apariencia científica o filosófica que a veces se les quiere dar, porque están irremediablemente contaminadas de dogmatismo religioso. ¿Qué le puede importar a un héterosexual que dos homosexuales se casen? Su matrimonio no queda afectado y sus convicciones tampoco. A los que sí les importa son a los jerarcas eclesiásticos que quieren imponer su tutela a toda una sociedad, sin que le importen las convicciones o la libertad de los demás.

En España, como en Italia y muchos otros países, la teórica aconfesionalidad se encuentra limitada por tratados que hay que denunciar y por los privilegios históricos de una iglesia que se cree con derechos especiales que sigue imponiendo sobre una población cautiva. Da igual que la secularización real avance, porque mientras se sigan respetando estas situaciones arcaicas habrá que seguir comportándose como súbditos de un poder extraño y "agradeciendo" que nos "concedan" el derecho a amar o incluso existir, porque, de salirse con la suya, toda mención a la diversidad sexual sería eliminada de la educación... para no pervertir a los pobres niños, cuya orientación sexual es susceptible de cambio con la sola mención del tabú.

El anticlericalismo parecía cosa del pasado, pero hay muchas razones para él en el presente. Los obispos no deberían sorprenderse de su reaparición y de sus consecuencias, que nunca serán buenas, ni para ellos ni para nadie.

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